Manifestantes antiturismo les dispararon agua a turistas que estaban almorzando
La ciudad fue testigo de múltiples marchas en contra del flujo turístico que afecta a su funcionamiento; la respuesta del Gobierno
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Bajo el lema “Pongamos límites al turismo”, miles de manifestantes se reunieron en los puntos turísticos más importantes de la ciudad de Barcelona, en España, para manifestar su descontento con las políticas aplicadas por el gobierno de la ciudad que cada año recibe millones de visitantes. Las protestas -que se replicaron en varias ciudades del país- tenían como objetivo reclamar un “cambio de modelo económico que reduzca la afluencia turística” y las consecuencias que esto provoca.
En medio de las movilizaciones, algunos grupos de manifestantes protagonizaron agresiones contra de turistas que se encontraban en sitios icónicos de la ciudad, como el paseo de La Rambla o el barrio la Barceloneta. Los videos del momento muestran como los visitantes que estaban comiendo en mesas sobre la vereda tuvieron que retirarse al interior de los restaurantes porque los protestantes les dispararon con pistolas de agua.
Con pancartas en las que se leía “¡Decrecimiento turístico ya!”, los manifestantes corearon consignas como “fuera turistas de nuestros barrios” y se detuvieron frente algunos hoteles y otros sitios importantes. “Contra el turismo no tengo nada, pero con el exceso de turismo que estamos sufriendo en Barcelona, sí, porque eso hace invivible la ciudad”, afirmó Jordi Guiu, un sociólogo de 70 años, cuando arrancaba la marcha, según consignó AFP.
El aumento del precio de la vivienda -cuyos alquileres subieron un 68% en la última década en Barcelona, según el Ayuntamiento- es uno de los efectos que más preocupan a estos colectivos, así como los efectos del turismo en el tejido comercial local, en el medio ambiente o en las condiciones laborales de sus 1,6 millones de habitantes.
“Los negocios de toda la vida cierran para dar paso a un modelo de negocio que no es lo que necesita el barrio. La gente no puede pagar los alquileres, se tienen que marchar”, explicó Isa Miralles, quien vive en el barrio de la Barceloneta.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), España es el segundo destino turístico más visitado en el mundo después de Francia, con 85 millones de visitantes extranjeros en 2023, un 18,7% más que el año anterior. Además, la región más visitada fue Cataluña -cuya capital es Barcelona- con 18 millones de visitantes, seguida por las Islas Baleares con 14,4 millones y las Islas Canarias, con 13,9 millones.
Las medidas del Gobierno
Para luchar contra “los efectos negativos de la masificación turística”, el Ayuntamiento -dirigido por Jaume Collboni- anunció hace unos días que pretende eliminar los más de 10.000 pisos turísticos que posee la ciudad a finales de 2028 para que vuelvan al mercado y aumente la oferta.
La medida ya generó críticas de algunos sectores, como la asociación de Apartamentos Turísticos, por considerar que provocará un aumento del mercado ilegal.
Esta medida se suma a otras que implementaron desde el gobierno para tratar de frenar el turismo excesivo. Recientemente anunciaron que se aumentará a casi el doble el impuesto turístico que le cobran a los visitantes extranjeros. Si bien hace pocos meses había pasado de 2,75 a 3,25 euros, a partir de octubre llegará hasta los 4 euros por noche.
Todo aquel que quiera visitar la mítica ciudad europea deberá pagar dos tipos de impuestos. En primer lugar está el impuesto turístico regional, que se cobra por noche en función del tipo de alojamiento que se utilice. Es decir, si es en un hotel de lujo se cobrará un extra de 3,50 euros por noche, mientras que un Airbnb -que en 2028 no estarán más disponibles- requiere un desembolso de unos 2,25 euros por cada pernocte. A eso se suma la tasa turística -la que aumentará en otoño boreal- y que se cobra por noche, hasta una estadía de siete noches. A partir de octubre de este año, si el turista decide alojarse en un establecimiento de cinco estrellas durante siete noches, deberá pagar un total de 52,50 euros aparte de la tarifa hotelera.
La medida fue aprobada tras una votación en el ayuntamiento local, en donde los funcionarios aseguraron que el objetivo es que la suba del impuesto “aumente el turismo de calidad” por encima del número que turistas que reciben al año.
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