Elecciones en Venezuela: las herramientas y estrategias que prepara el chavismo para justificar una victoria de Maduro
Emisarios del régimen presentan sus cálculos a observadores y diplomáticos y lanzan una ofensiva mediática
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CARACAS.– La “revolución bolivariana” va a “ganar” el domingo, pese a estar entre 20 y 30 puntos por debajo en todas las encuestas independientes. La ecuación luce imposible, pero los colaboradores más estrechos de Nicolás Maduro repiten sus cuentas una y otra vez a sus interlocutores, ya sean observadores nacionales o diplomáticos internacionales.
Bajo este supuesto es por lo que han decidido encarar las elecciones del 28 de julio y no golpear la mesa electoral, ya sea con la suspensión de los comicios o con la inhabilitación exprés del diplomático Edmundo González Urrutia, candidato de la oposición democrática. Maduro está convencido de que de esta forma recuperará la legitimidad ante la comunidad internacional, “imprescindible” para gobernar sin contratiempos los seis años próximos.
“De aquí al domingo, con tanta presión internacional, han descartado otras vías. Van irremediablemente a tratar de producir una diferencia pequeña y manejarlo mediáticamente. Pero creo que la diferencia va a ser muy grande”, sopesa Cristóbal Fernández Daló, antiguo presidente del Parlamento.
¿Cómo es posible semejante milagro estadístico pese a las evidencias? A grosso modo, el chavismo calcula que con un universo electoral de 11 millones de votantes, el “hijo de Chávez” conseguiría cinco millones de votos cautivos pese a ser una de las figuras políticas con peor imagen en el país. Cerca de otro millón se repartiría entre los siete candidatos colaboracionistas más Enrique Márquez, el único que es reconocido como opositor. Y así, la oposición no alcanzaría los cinco millones de apoyos, pese a que el 71% del país sueña con un cambio inmediato, una cifra que según el Centro de Investigaciones Populares se dispara por encima del 80% en los barrios populares.
“Si la derecha extremista llegara al poder vendría un baño de sangre. Ellos son la violencia, el capitalismo salvaje, la muerte y la sangre. Y nosotros somos la encarnación del proyecto bolivariano y somos la paz”, repitió este martes Maduro, con mensaje incluido a Lula da Silva: “El que se asustó que se tome una manzanilla”.
El chavismo ha acentuado los mensajes belicistas para amedrentar y provocar el pánico entre los opositores, a la vez que usa los múltiples mítines de Maduro para repartir dádivas entre sus supuestos seguidores, aquellos que deben alcanzar el listón de cinco millones para ganar el domingo. Pero, de momento, no es bastante, según los sondeos.
“Salta a la vista que todo el aparato del Estado está al servicio de una parcialidad política, y eso ya es un gran fraude. Estamos hablando del uso de fondos del Estado también de todos los recursos, ya sea personal y oficinas, vehículos, combustible, las Fuerzas Armadas… El partido es el aparato del Estado”, asegura Fernández Daló como punto de partida.
“El oficialismo sale a jugarse su permanencia en poder tras 25 años de ‘Socialismo del Siglo XXI’. Frente a una realidad adversa que se manifiesta no solo en los números de las encuestas confiables, sino también en las movilizaciones de la oposición democrática y en las suyas propias, usará distintas herramientas”, adelanta el experto electoral Jesús Castellanos a LA NACION.
Por consiguiente, los venezolanos se enfrentarán el domingo a “un abanico de malas prácticas electorales”, avizora Castellanos, que van desde la asistencia ilegal, fotografía del voto o del comprobante de votación y el despliegue de los famosos puntos rojos, que Maduro llama ahora puntos tricolor. Con ello se pretende coaccionar y forzar a los votantes que tienen algún vínculo con el Estado.
“Van a potenciar la persecución de electores a través de mecanismos de control social clásicos, como las ayudas oficiales, los nexos laborales y van a promover el miedo focalizado entre sus militantes a través del uso de la fuerza y el acarreo forzado”, añade Castellanos, que no olvida los “recursos de violencia del Estado”, como la presencia de militares y policías.
En los colegios electorales de mayoría opositora se recuperarán viejas estrategias, como ralentizar las colas (llamada “Operación Morrocoy”), mientras se dificulta la incorporación de los fiscales. La primera denuncia en este sentido se realizó este martes: Delsa Solórzano, representante opositora ante el Consejo Nacional Electoral (CNE), advirtió que los fiscales de la Plataforma Unitaria no se habían podido acreditar debido a que “el sistema entorpece el proceso”.
“En las zonas donde se sienten fuertes tratan de anular a los fiscales por todas las vías posibles, con la connivencia de miembros de mesa, sorteados previamente pero que sustituyen a la fuerza. Luego alteran los votos en ausencia de fiscales. Este tipo de fraude les ha dado en el mejor momento hasta 800.000 votos, pero va a ser más difícil porque para todo necesitan mover gente. El aparato del Estado no mueve hoy cuatro millones de votos. Y tengo el pálpito de que una parte de estos que mueven va a votar por la oposición”, añade Fernández Daló.
La presencia violenta de los temidos colectivos revolucionarios (paramilitares) en las ciudades y de la guerrilla colombiana aliada del chavismo en zonas fronterizas es otra de las habituales cartas revolucionarias, así como el corte de los servicios públicos, incluidos electricidad e internet, “para generar un clima de ansiedad social”, concluye Castellanos.
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