Maduro quiere reescribir la historia
Esto no es broma: en medio de la peor crisis humanitaria en la historia reciente de América Latina, con una escasez generalizada de alimentos y medicinas, y millones de personas que huyen del país, la dictadura de Venezuela llevó a cabo una reunión internacional de movimientos izquierdistas radicales "para mostrar los logros de La Revolución Bolivariana".
Lo que es aún más disparatado, la reunión del XXV Foro de San Pablo del 25 al 28 de julio le costó al régimen del presidente Nicolás Maduro 200 millones de dólares, según el partido de oposición venezolano Primero Justicia.
La cifra puede ser exagerada, pero lo cierto es que según la publicidad oficial asistieron al foro invitados de 120 "movimientos sociales" de todo el mundo. Y lo hicieron con todos sus viajes, hoteles y comidas pagos por el gobierno venezolano, me dijo Leonardo Reginault, un congresista de Primero Justicia.
Un video publicado en su twitter por la periodista de Radio Caracol de Colombia, Beatriz Adrián, muestra una entrevista en que le pregunta a un asistente al Foro si él había pagado de su propio bolsillo su boleto de avión, alojamiento y comidas. El joven, que lucía una boina roja, respondió que todo había sido pagado por los organizadores.
"Un país en crisis #Venezuela recibe invitados de partidos políticos de izquierda con todos los gastos cubiertos: pasaje, alojamiento, alimentos", escribió Adrián en su Twitter.
Maduro intentó usar esta reunión para difundir la idea de que el desastre económico de Venezuela fue causado por las sanciones financieras de los Estados Unidos. Esa es la nueva narrativa de la izquierda antidemocrática para explicar no solo el desastre económico de Maduro, sino también sus asesinatos en masa de opositores políticos, que ya sobrepasan a los del dictador chileno Augusto Pinochet.
En rigor, hay buenos motivos para acusar a Trump de ser un presidente racista, mentiroso e inepto, además de un ser humano horrible. Pero no se le puede culpar por la debacle de Venezuela, que comenzó mucho antes de su mandato.
El colapso de Venezuela comenzó con el ex presidente Hugo Chávez a principios de la década del 2000, y se aceleró bajo Maduro desde el 2013. Eso fue mucho antes de las primeras sanciones financieras de Estados Unidos en agosto del 2017.
Según un nuevo estudio del Brookings Institution, un centro de estudios que no puede ser tildado de simpatizante de Trump, "no importa qué indicador socioeconómico usemos, está claro que el gran deterioro del nivel de vida en Venezuela comenzó mucho antes de agosto del 2017".
Entre muchos otros ejemplos citados en el informe:
En 2016, un año antes de que Trump impusiera sus sanciones a Venezuela, las importaciones de alimentos del país habían disminuido en un 71 por ciento de sus niveles del 2013.
En 2016, las importaciones de medicamentos y equipos médicos habían disminuido en un 68 por ciento desde el 2013.
En materia de consumo de calorías, en agosto del 2017 los venezolanos que ganaban el salario mínimo podían pagar un 92 por ciento menos de las calorías que consumían con un salario mínimo en el 2010.
La mortalidad infantil había aumentado un 44 por ciento entre el 2013 y el 2016.
El estudio concluye que las sanciones financieras de Estados Unidos "de ninguna manera" constituyeron la causa principal del colapso del país.
De hecho, el derrumbe de Venezuela comenzó en 2003, cuando Chávez despidió a 18,000 trabajadores petroleros del monopolio estatal Pdvsa después de que se declararan en huelga. Eso llevó a un éxodo de los gerentes y técnicos de la industria petrolera, que produjo una fuerte caída en la producción petrolera, la principal –casi única– fuente de ingresos del país. De allí en más, todo fue cuesta abajo.
Entonces, en momentos en que Maduro quiere reescribir la historia y mostrarse como una víctima, recordemos que el colapso de su país comenzó más de una década antes de las sanciones de Estados Unidos. Se puede culpar a Trump de muchas cosas, pero no de haber causado la crisis humanitaria de Venezuela.
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