Maduro, ¿héroe o chivo expiatorio del estallido regional?
WASHINGTON.- Mientras las calles de las principales ciudades sudamericanas siguen convulsionadas en el mayor estallido social en décadas, todo un coro de políticos de derecha salió a denunciar lo que para ellos es un indudable vínculo con la actual situación: la perversa mano del presidente venezolano, Nicolás Maduro.
Es cierto que los líderes regionales que se juntaron para intentar tumbar a Maduro ahora sufren catástrofes en sus propios países, mientras que los aliados regionales del socialismo venezolano están súbitamente en auge.
Pero ¿Maduro es realmente una especie de Guasón capaz de orquestar esas protestas cada vez más violentas desde su guarida en Caracas? ¿O es acaso el chivo expiatorio perfecto para intentar explicar la furia legítima que arrasa actualmente a varias naciones sudamericanas?
"Pienso que lo que está ocurriendo es básicamente resultado de las circunstancias que se viven en cada país", dice Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, con sede en Washington. "Eso no implica que no se agite también desde el exterior, pero poner las culpas afuera es desconocer que existen problemas internos fundamentales que explican todo este malestar".
Altos funcionarios de los gobiernos de la Argentina, Chile, Ecuador y otros países, sin embargo, le apuntan con el dedo a Maduro por el estallido de graves protestas callejeras, incluido el caos aún vigente en el usualmente estable Chile, donde en las últimas dos semanas murieron por lo menos 20 personas en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, lo que obligó al gobierno de Sebastián Piñera a tomar la medida extrema de cancelar dos cumbres globales, una sobre comercio y otra sobre cambio climático.
El presidente norteamericano, Donald Trump, llamó por teléfono a Piñera y denunció "intentos foráneos" no especificados para socavar las instituciones, la democracia y la sociedad chilenas.
Michael Kozak, encargado del Departamento de Estado para el hemisferio occidental, pareció apuntar a los rusos, al declarar: "En las redes sociales hemos detectado relatos falsos difundidos desde Rusia, con gente que se hace pasar por chilena, pero cuyo único objetivo es socavar las instituciones y la sociedad chilena".
Maduro, que este año tuvo que enfrentar su propia cuota de graves disturbios en Venezuela, osciló entre atribuirse el crédito por los múltiples levantamientos en el exterior y burlarse de las acusaciones de sus enemigos.
En determinado momento el líder venezolano describió las turbulencias de la región como parte de un plan pergeñado en el así llamado Foro de San Pablo, una cumbre de la extrema izquierda latinoamericana realizada en julio en Caracas. Pero también se burló de quienes creen que "muevo los bigotes y tumbo gobiernos".
Sin fundamento
Los adversarios de Maduro aseguran que no es ninguna coincidencia, pero algunas de las acusaciones demostraron no tener el menor fundamento.
El 10 de octubre, por ejemplo, y en el momento álgido de los disturbios en Ecuador, la ministra del Interior, María Paula Romo, anunció el arresto de 17 extranjeros, entre ellos varios venezolanos, en el aeropuerto de Quito. Todos ellos, excepto dos, fueron prontamente liberados por falta de pruebas.
"Algunos eran simplemente conductores venezolanos de Uber que habían ido a buscar pasajeros al aeropuerto", dice Sebastián Hurtado, presidente de la consultora política ecuatoriana Profitas.
"Creo que existe una relación, que Rafael Correa le pidió apoyo a Maduro, pero es difícil saber de qué tipo de apoyo se trata y cómo funciona", agrega.
Amauri Chamorro, un consultor político que trabajó con Correa y otros líderes de izquierda, participó del Foro de San Pablo en Caracas y descarta como "absurda" la teoría de que haya sido el desencadenante de la agitación regional.
"Pensar que el Foro de San Pablo decidió, ordenó, coordinó, y lo que es más ridículo aún, financió lo ocurrido en Chile y Ecuador es una fantasía", dice Chamorro. "Para empezar, el Foro no discute ese tipo de cosas. Segundo, no tiene la capacidad de generar esto. Y tercero, implica ignorar completamente lo que de verdad está ocurriendo en esos países. Se trata de un grotesco error de análisis".
Guillermo González, presidente del Partido Igualdad, de Chile, fue uno de los chilenos que participaron del Foro de San Pablo en Caracas. Los asistentes pagaron su propio pasaje en avión, pero fueron alojados por el gobierno en un hotel estatal.
Colapso
González expresa su admiración por Venezuela y condena a los líderes regionales que intentaron derrocar a Maduro, pero insiste en que no hay venezolanos involucrados en los movimientos que sacuden a Chile desde hace dos semanas.
"Lo que pasa en Chile está pasando en todas partes", dice González. "El sistema colapsó porque la gente no come, o come arroz y fideos. No hay vivienda, no hay sistema de salud".
Rodrigo Pérez, un estudiante secundario chileno de 18 años, fue uno de los organizadores de la campaña de "saltar los molinetes" de mediados de octubre para protestar contra el aumento del subte, que luego se amplificó en masivas marchas con una agenda más amplia en todo el país.
Pérez dice que las protestas fueron absolutamente orgánicas y espontáneas, en respuesta al elevado costo de vida y a la brutal desigualdad en uno de los países más ricos, pero más inequitativos de América Latina. Pérez señala que los incendios en las estaciones de subte "sorprendieron a los organizadores estudiantiles".
"Tenemos dudas sobre esos incendios, pero lo cierto es que el descontento social se venía acumulando, por las políticas públicas, que ignoran la educación", dice Pérez. Y concluye: "Hay mucha frustración y los estudiantes se fueron radicalizando".
Traducción de Jaime Arrambide
The Washington Post
Anthony Faiola, Patricia Garip y Rachelle Krygier
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