Maduro busca que la Argentina esté en la mesa de diálogo con la oposición en México
Sería uno de los cinco observadores del chavismo, junto a Cuba, en las reuniones que empezarán la semana próxima, señalaron fuentes diplomáticas y de la delegación opositora a LA NACION; la Cancillería aún no recibió una invitación oficial
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CARACAS.- El régimen bolivariano cuenta con la Argentina para el quinto proceso de negociación con la oposición, que en principio empezará la semana próxima en Ciudad de México y que está auspiciado por el gobierno de Noruega. Así lo han confirmado fuentes diplomáticas y de la delegación opositora a LA NACION.
Cada una de las partes contará con un país acompañante y cinco observadores. En el caso del chavismo, el presidente Nicolás Maduro pretende estar acompañado por su principal aliado internacional, Rusia, con profundos intereses económicos y geoestratégico en Venezuela. Para el grupo de observadores se decanta por la Argentina y Cuba, mientras medita quiénes ocuparán las otras plazas.
Fuentes de la cancillería argentina no han recibido, de momento, una invitación oficial para participar en la mesa de negociación, señalaron a LA NACION. Se cree que los observadores, cuyo papel es de testigo, serán viceministros o embajadores, una especie de enviado especial.
Por parte de la oposición, finalmente se ha decantado porque sean los Países Bajos su principal acompañante, mientras entre los países observadores cuenta con Estados Unidos, Alemania, Canadá y Colombia. Para el quinto puesto meditan la participación de Gran Bretaña o de Francia.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, confirmó este jueves en una conferencia de prensa que las negociaciones se realizarán en su país, sin atreverse a dar la fecha de inicio. “Me acaba de informar la Secretaría de Relaciones Exteriores que, a propuesta de Noruega, se propone que México sea sede para llevar a cabo estas negociaciones. Nosotros aceptamos porque lo que buscamos es que haya diálogo y acuerdos entre las partes”, subrayó el mandatario, que mantiene posiciones muy parecidas a las del gobierno de Alberto Fernández.
Pese a que solo falta una semana para la fecha marcada en rojo en el calendario, el 13 de agosto, ambas partes viven constantes tiras y aflojas, tanto internos como externos. Ese día se pondría en marcha la mesa del diálogo, que sumaría otros dos días para revisar la agenda del encuentro. La negociación formal comenzaría a finales de mes o principios de septiembre para prolongarse durante el siguiente trimestre, con idas y venidas a Caracas para consultar tanto con Maduro como con el líder opositor Juan Guaidó.
Noruega ha consensuado el memorándum de entendimiento con ambos, como ya ocurrieran durante las rondas de negociación realizadas en 2019 en Oslo y Barbados.
“Se está negociando cómo se va a negociar, con avances significativos en los acuerdos para negociar”, apuntó el politólogo Luis Vicente León.
En el bando revolucionario gana peso, por deseo presidencial, la posible presencia de Nicolás Maduro Guerra, el hijo del mandatario, junto a Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional chavista, y el gobernador Héctor Rodríguez. Al proponer a su hijo, el presidente quiere no solo asegurarse la presencia de alguien de su absoluta confianza. Maduro también busca que “Nicolasito” siga ganando peso político, algo que hasta ahora no ha conseguido con distintas maniobras.
Maduro Jr. irrumpió en la política nada más llegar su padre al poder en 2013, al convertirse en jefe del Cuerpo Especial de Inspectores de la Presidencia, un cargo creado a su medida, desde donde supervisaba obras del gobierno. Años más tarde también se encargó de investigar la trama corrupta de Odebrecht, pero nunca se conocieron los resultados pese a que Venezuela, tras Brasil, fue el país donde más negocios realizó la multinacional brasileña.
También fue elegido legislador de la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente en 2017, y diputado de la Asamblea Nacional, en las elecciones de diciembre de 2020, desconocidas por la oposición y por la comunidad internacional. Desde hace meses ha desplazado su centro de poder al estado de Vargas, cercano a Caracas, donde se creía que iba a lanzar su candidatura para gobernador.
En la oposición también han surgido diferencias por un “preacuerdo de participación” para las elecciones de gobernadores y alcaldes que el régimen de Maduro propuso firmar el 12 de agosto, un día antes del inicio de las negociaciones. Con la firma del preacuerdo, defendido por el excandidato presidencial Henrique Capriles, la revolución se comprometía a habilitar políticamente a varios dirigentes opositores que tienen impedido competir en los comicios.
Ese acuerdo fue retirado a última hora. El régimen de Maduro vetó la rehabilitación de dirigentes de mucho peso, como el propio Guaidó y el exprisionero político Leopoldo López, así como otro de los delegados del bloque democrático en México, Tomás Guanipa.
Ambas partes saben que la negociación será larga, que se puede prolongar varios meses, incluso más allá de las elecciones locales de noviembre. Noruega ha planteado que sea secreta, sin micrófonos, como en otras llevadas a cabo por su diplomacia. En el caso venezolano, esto se antoja imposible.
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