Madrid, una fortaleza: extreman la seguridad para la coronación
El gobierno puso en marcha un complejo operativo con 7000 policías
MADRID.- Hay que rebuscar un poco entre banderas, gorros y cotillón de la selección española. En medio del remanente de la fiebre mundialista las tiendas de souvenirs del centro de la capital ofrecen desde el lunes llaveros, imanes, plaquitas y camisetas con la imagen de los príncipes Felipe y Letizia.
Esas baratijas fabricadas de apuro, promocionadas con discreción, reflejan una expectativa tan austera que contrasta con la magnitud histórica del suceso que vivirá España mañana cuando por primera vez en más de 100 años se celebre una sucesión en la corona.
Otros signos permiten captar mejor lo extraordinario del momento que se avecina: las calles de Madrid están ya repletas de policías que actúan bajo el protocolo de una amenaza terrorista. Paran a automovilistas al azar en cualquier esquina para revisar baúles o chequear que no haya una bomba en la carrocería. Hay francotiradores en los techos de edificios emblemáticos y empiezan a apilarse vallas en las zonas por donde se moverá el futuro Felipe VI.
El gobierno de Mariano Rajoy puso en marcha ayer el operativo de seguridad más complejo en muchos años para garantizar que las ceremonias de abdicación de Juan Carlos y de proclamación de su hijo transcurran sin sorpresa.
Pese a que no se han registrado amenazas de atentados, el Ministerio del Interior decidió elevar el protocolo de seguridad al nivel de "alerta antiterrorista". La precaución responde en gran medida -aunque no se admita oficialmente- al temor a que grupos antimonárquicos intenten boicotear con protestas o actos violentos el cambio en el trono.
Madrid será una ciudad prácticamente amurallada cuando Felipe se dirija mañana por la mañana al Congreso de los Diputados para jurar como nuevo rey.
El operativo incluye a 7000 agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil; habrá antidisturbios, expertos en explosivos, francotiradores, brigadas antiterroristas y también -por primera vez en un evento de este tipo- un grupo de especialistas en el combate del cibercrimen, para evitar ataques contra infraestructuras básicas, como el suministro de agua o de electricidad.
La proclamación se programó para mañana porque es feriado en la capital española y de esa manera se pueden controlar mejor las calles. Felipe y Letizia recorrerán el centro de la ciudad desde el Congreso hasta el palacio real, donde ofrecerán una recepción a políticos y empresarios. Es el desafío más delicado para los custodios.
Ese viaje será por algunas de las avenidas más tradicionales de Madrid, en las que se desplegarán vallas para que la gente pueda saludar a los nuevos reyes. El Ministerio del Interior recomendó que vayan en un coche cubierto. Los seguirá un desfile de la Guardia Real. A esas horas estará cerrado al tráfico el espacio aéreo sobre la ciudad.
El recambio se da en el momento de mayor desprestigio de la monarquía española desde la instauración que siguió a la muerte del dictador Francisco Franco, en 1975. Los escándalos que precipitaron la abdicación de Juan Carlos I, sumados a las crecientes protestas republicanas, recomendaron una ceremonia austera para abrir la era Felipe.
La casa real jugó con el reglamento en la mano: habrá un desfile militar para recibir al heredero en las Cortes, luego llegará el turno de la jura y del discurso fundacional del reinado. Apenas habrá espacio para las escenas de fervor popular, ante el peligro de que den lugar a lo contrario.
El rey saliente concluirá hoy 39 años al frente del Estado con un acto solemne en el que firmará la ley que autoriza su abdicación. Mañana no concurrirá a la proclamación de su hijo. Sí lo harán la reina Sofía y la infanta Elena. Quien no tiene previsto ni acercarse a Madrid es la otra hermana de Felipe, Cristina, imputada en el caso de corrupción que más afectó la imagen de la Corona.
A unos pasos del palacio real, un matrimonio de italianos pedía ayer precio por una camiseta celeste con la imagen de los futuros reyes. Quince euros. No la compraron. "Se venden, pero sobre todo a turistas extranjeros", explicó Ramón Salcedo, el encargado del local.
No hay comparación con la demanda que tenían los productos de la pareja real cuando se casaron, hace 10 años. Es un negocio insuficiente para compensar la devaluación del fervor mundialista que produjo el derrumbe de España ante Holanda. Más incluso que los comerciantes, el gobierno mira de reojo a Brasil antes del recambio histórico en la corona: un mal resultado hoy ante Chile acabará con las opciones de la selección campeona y el estreno de Felipe VI transcurrirá en una mañana de tristeza nacional.
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