Macron logra una cómoda mayoría legislativa, pero con señales de alerta
La segunda vuelta confirmó que tendrá amplios poderes para la agenda de reformas que prometió; la abstención fue récord
PARÍS.- Con una mayoría absoluta de 362 bancas sobre un total de 577 en el Parlamento, el "tsunami Emmanuel Macron" se confirmó ayer en la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas. Pero dándole muchos menos diputados de los previstos por los sondeos los electores dijeron no al riesgo de transformar su presidencia en una monarquía absoluta.
Esos resultados, que le acuerdan un amplio poder para aplicar el ambicioso programa de reformas, quedaron parcialmente empañados por una abstención récord de 56,6%. Un desinterés que no sólo constituye el nivel más elevado desde la fundación de la Quinta República, en 1958, sino también de toda la historia democrática de Francia.
A pesar de esas resistencias, los franceses confirmaron ayer la tendencia que demostraron a partir de la primera vuelta de los comicios presidenciales. En concreto, el partido presidencial La República en Marcha (LREM) dispondrá más de 60% de los 577 escaños de la Asamblea Nacional.
"Los franceses optaron por la esperanza frente a la cólera [...] Hace un año nadie habría pensado en semejante renovación política", afirmó el primer ministro, Edouard Philippe, al comentar los resultados. Conforme con la tradición, el jefe de gobierno presentará hoy (lunes) la renuncia de su gabinete para dejar las manos libres al presidente. No obstante, se estima que Macron le confiará nuevamente la misión de formar gobierno.
La moderación del electorado permitió que el partido Los Republicanos (LR), de la derecha conservadora, que tenía 225 diputados en la última Legislatura, pudiera finalmente totalizar 131 escaños. Aun así, se trata del resultado más decepcionante registrado por esa corriente política desde 1958. Su margen de maniobra, extremadamente limitado, podría verse reducido además por la división interna que estalló entre los "Macron-compatibles" -dispuestos a respaldar ciertas medidas del programa del nuevo presidente- y los intransigentes, decididos a practicar una oposición implacable.
Los franceses también evitaron la desaparición anunciada del Partido Socialista (PS). La fuerza política dominante en el Parlamento durante los últimos cinco años limitó las dimensiones de la derrota al asegurarse la elección de 44 diputados.
"Se trata de una derrota inapelable", admitió Jean-Christophe Cambadelis, que al mismo tiempo anunció su renuncia al cargo de secretario general. La conducción del partido será confiada, por lo menos en una primera etapa, a una dirección colegiada.
El cuarto lugar fue ocupado por el movimiento de ultraizquierda Francia Insumisa, que tendrá 26 diputados. Su líder nacional, Jean-Luc Mélenchon, que fue elegido en Marsella, anunció que su partido será la principal fuerza de oposición a Macron, tanto "en la arena legislativa como en la calle, si es necesario".
En quinta posición se ubicó el Frente Nacional (FN). Símbolo del terremoto político que acaba de sumergir al país, el partido de extrema derecha, primera formación política de Francia en cantidad de votos hasta las recientes batallas del 23 de abril y 7 de mayo, tendrá sólo ocho diputados en la próxima Asamblea Nacional. Esa cifra ni siquiera le permite reunir los 15 electos necesarios para formar un grupo autónomo en la Asamblea Nacional. La líder del FN, Marine Le Pen, de todos modos ingresará por primera vez al Palacio Borbón (sede del Parlamento) después de cuatro intentos frustrados.
El ausentismo, tema dominante de los debates poselectorales, fue interpretado como un gesto político suplementario del electorado contra un eventual poder absoluto de Emmanuel Macron.
"Esa actitud no sólo traduce un claro rechazo a los partidos tradicionales, sino también un síntoma de desconfianza con respecto al nuevo gobierno en numerosos aspectos", estimó Brice Teinturier, del instituto Ipsos sobre la base de sondeos realizados en la última semana. "Los franceses saben que una mayoría aplastante implica el riesgo de ahogar el debate", agregó.
Tanto Mélenchon como Marine Le Pen señalan que si el debate democrático no tiene lugar dentro del Parlamento, se trasladará necesariamente a la calle. Con su habitual exageración, Mélenchon estimó que los resultados de ayer demuestran que el nuevo presidente "no tiene legitimidad para perpetrar el golpe de Estado social" que proyecta.
Los primeros proyectos de ley de Macron
Reforma laboral para frenar el desempleo
Reforma estrella de Macron, que considera esencial para liberar a Francia de una tasa de desempleo endémico del 9,6%, la flexibilización de la normativa laboral se augura delicada. La reforma prevé la limitación de las indemnizaciones en caso de despido abusivo, la fusión de las instancias representativas del personal y la instauración de un referéndum en la empresa. Un texto similar presentado por Hollande dio lugar en 2016 a seis meses de huelgas
Una nueva ética para la función pública
Durante una campaña marcada por diferentes escándalos político-financieros, Macron prometió una ley de moralización de la vida pública, reclamada por su aliado centrista François Bayrou, ministro de Justicia del nuevo gobierno. El texto prevé, entre otras medidas, prohibir a los parlamentarios emplear a miembros de su familia. Además, la "reserva" parlamentaria, un presupuesto del que disponen los diputados para atribuirlo a través de subvenciones, será suprimida
Un nuevo marco contra el terrorismo
Una ley para reforzar las medidas de seguridad contra el terrorismo, que sustituirá al estado de emergencia decretado tras los atentados de noviembre de 2015, será presentada pasado mañana. Muy criticado por los defensores de las libertades públicas, este texto busca "introducir en el derecho común disposiciones concretas, dirigidas y supervisadas para luchar de forma eficaz contra el terrorismo" y permitirá "reservar el estado de emergencia a circunstancias excepcionales"
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