Macho de ojos negros: la historia de Fibro, el primer mamífero clonado “a la perfección”
El 1 de junio de 1999, dos investigadores japoneses de la Universidad de Hawai conseguían lo que la ciencia no había logrado hasta el momento; por qué el ratón de laboratorio fue una revolución para la época
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Hace varios años que en la sociedad se tironea en un fuerte debate sobre la clonación de especies. La discusión se disparó con la creación de la oveja Dolly, en 1996, cuando se planteó cuán ético era “hacer nacer” un animal de forma artificial. Sin embargo, la ciencia avanzó en las investigaciones al respecto, hasta que tres años después dos científicos generaron una nueva revolución.
Fueron Teruhiko Wakayama y Ryuzo Yanagimachi, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Hawai, quienes el 1 de junio de 1999 anunciaban que habían conseguido clonar el primer macho mamífero a partir de células de un animal adulto.
A diferencia de las creaciones que se habían hecho hasta el momento, que partían de células recolectadas del sistema reproductivo, como los ovarios o las mamas, los investigadores japoneses lo lograron con células “ordinarias”.
“Nuestros estudios han demostrado que clonar por medio de células somáticas (corporales) no es sólo posible en caso de hembras o por medio de las células reproductivas”, plantearon entonces en la revista Nature Genetics.
De hecho, el mismo equipo que consiguió esta hazaña había podido dos años atrás, en 1997, clonar al primer ratón de la historia, aunque se trataba de una hembra, Cumulina, que había nacido a partir de la célula de un ovario.
Para este nuevo acierto científico, los biólogos alcanzaron la clonación de un mamífero macho tomando porciones de tejido conectivo de las colas de diferentes ratones de la cepa marrón. Estas células que emplearon para crearlo son conocidas como fibroblastos. Por esto, los investigadores le pusieron de nombre Fibro al roedor que acaparaba los titulares de las revistas de ciencia del momento.
Yanagimachi describió entonces al clon como “activo y sano”. No obstante, aunque era igual al resto de los roedores, los investigadores japoneses admitieron que la técnica que habían empleado era todavía algo compleja.
Es que de 274 embriones implantados en hembras, solo tres consiguieron desarrollarse por completo. “Tres ratones derivados de células de rabo nacieron vivos, todos machos con ojos negros”, explicaron entonces. A su vez, únicamente uno de ellos sobrevivió y se transformó en un macho adulto fértil. Este fue el famoso Fibro.
De todas formas, el japonés prometió: “Hay lugar para la mejora; esto recién empieza”.
El fin de la clonación
Aunque hay varias organizaciones y expertos que se oponen a esta práctica, clonar animales puede tener diferentes fines. Por ejemplo, los investigadores escoceses que clonaron a la oveja Dolly crearon otras ovejas modificadas genéticamente para que produzcan una leche con una proteína humana clave para las personas con problemas de coagulación sanguínea.
Asimismo, se puede emplear para probar medicamentos o tratamientos, ya que se trataría de especies genéticamente idénticas que reaccionarían de la misma forma a los productos que se testeen en ellas. No obstante, este destaca como uno de los fines más polémicos de la clonación.
Otra de las razones -o “excusas” para muchos- de la clonación es la preservación de especiales animales en peligro de extinción o ya extintas. Algunos ejemplos de este tipo fueron el buey llamado banteg y algunos gatos salvajes africanos que se crearon para conservar su existencia en la naturaleza.
Si bien se trata de una práctica cara, algunas personas optan a veces por la clonación de sus mascotas. Tal fue el caso de Barbra Streisand, quien clonó dos veces a su perra Samantha.
De todas formas, hay expertos que militan en contra de este accionar científico y plantean que se trata de un negocio que “mercantiliza a los animales como un fetiche”. Así lo expresó, en un artículo de La Vanguardia, la investigadora del Observatorio de Bioética y Derecho de la UB Fabiola Leyton, quien se oponía categóricamente a la clonación al alegar: “Entendiendo que los animales no humanos son seres sintientes, únicos en su complejidad genética, fisiológica, psicológica y psíquica, no es ético clonarlos, bajo ningún punto de vista”.
Mientras para algunos, como para Wakayama y Yanagimachi en 2001, la clonación es una hazaña científica, para otros es una crueldad que se lleve a cabo tal práctica con los animales. La ciencia avanza pero los límites de la ética se vuelven cada vez más difusos.
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