Lula pone a prueba su liderazgo internacional en medio de la inestabilidad interna
El presidente brasileño relanzará vínculos que habían quedado congelados durante los cuatro años de Jair Bolsonaro; además del acercamiento con la Argentina, prevé reencuentros con Cubay Venezuela; el miércoles viajará a Montevideo
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BRASILIA.– El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, comienza a partir de este lunes a poner a prueba su liderazgo internacional, de visita a Buenos Aires a tres semanas del inicio de su administración marcada por la inestabilidad interna generada tras la invasión a las sedes de los tres poderes el 8 de enero último.
En el primer viaje internacional desde que asumió la presidencia, el 1° de enero, la llegada de Lula marca el relanzamiento de la relación de Brasil con América Latina, con el regreso del país a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), ámbito en el que el mayor socio comercial de la Argentina había dejado de participar en 2019, bajo el gobierno de Jair Bolsonaro.
El viaje de Lula, de 77 años, marca también el regreso a la tradición histórica entre mandatarios brasileños de elegir Buenos Aires como primer destino internacional, símbolo de la alianza entre los dos mayores socios del Mercosur.
“Habiendo pasado apenas tres semanas de la asunción, Brasil vuelve al mundo, y con la primera escala obligatoria en Argentina. Es un gran mensaje”, dijo el viernes Michel Arslanian Neto, secretario de las Américas de Itamaraty, ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil.
“Fueron tres años de distanciamiento. Estamos retomando la aproximación con socios de la región como política de estado, independientemente de la orientación política”, agregó Arslanian.
El principal negociador de Itamaraty para la región habló de una relación “claramente subaprovechada” entre la Argentina y Brasil durante la administración de Bolsonaro (2019-2022), debido a las diferencias ideológicas entre el ultraderechista y el presidente Alberto Fernández.
El regreso de Brasil y de Lula, en particular, al primer plano internacional con la pretensión de un rol de liderazgo, le impone, no obstante, la superación de desafíos internos, en un país fracturado políticamente.
“(Lula) Está en condiciones de ejercer un liderazgo frente a América Latina, pero asuntos internos pueden retrasar su agenda internacional. No tiene una transición suave como la que tuvo en 2002, hay una cuestión militar que no estaba presente”, dijo a LA NACION Leandro Consentino, politólogo del Insper de San Pablo.
Brasil intenta todavía procesar el desafío golpista del 8 de enero pasado, cuando seguidores radicalizados de Bolsonaro invadieron el Palacio del Planalto, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal, y saquearon los predios, clamando por una intervención militar que depusiera a la administración entrante.
Lula encara una purga en la administración pública y el comando de las Fuerzas Armadas, bajo sospechas de que uniformados “abrieron las puertas” del Planalto a los vándalos el 8 de enero.
El sábado pasado el presidente de Brasil despidió al jefe del Ejército, que había asumido el 30 de diciembre. Lula había manifestado malestar hacia la fuerza por una supuesta actitud complaciente con los vándalos, cuyo grueso, antes de cometer el asalto a los edificios públicos, partió desde un campamento montado frente al cuartel general del Ejército en Brasilia.
“Es natural, por el tamaño de Brasil y lo que representa Lula, que retome un liderazgo internacional, inclusive porque su llegada al poder tuvo un sustento y una legitimidad internacional. Pero está claro que si la crisis interna se agudiza, la atención va a quedar dentro de casa”, dijo Marco Antonio Teixeira, profesor de ciencia política de la Fundación Getulio Vargas.
Entre Davos y Cuba y Venezuela
El líder del Partido de los Trabajadores (PT) decidió no participar en el Foro Económico Mundial de Davos, donde sí llegaron sus ministros de Hacienda y Medioambiente. De esa forma, priorizó la agenda en la Argentina y la reconstrucción de relaciones con socios regionales, luego de cuatro años de distanciamiento.
Lula pretende sellar también la reaproximación de Brasil con naciones gobernadas por regímenes autoritarios como Cuba y Venezuela, con cuyos mandatarios se prevén bilaterales, mientras Brasilia trabaja en la reapertura de su embajada en Caracas.
Una “reorientación de las relaciones internacionales brasileñas privilegiando el sur más que el norte”, algo que Lula ya hizo en sus otros dos gobiernos (2003-2010), consideró Consentino.
El mandatario brasileño se reunirá en Buenos Aires con el director general del Fondo de Naciones Unidas para Alimentación y Agricultura (Fao) QU Dongyu.
Un “viraje” en relación a los cuatro años anteriores de Bolsonaro, aseguró Teixeira, marcado por la vuelta al regionalismo, una mayor atención al Mercosur y el protagonismo de Brasil en la “protección del medioambiente y las comunidades indígenas y la lucha contra la pobreza y el hambre”.
Luego de las reuniones con Fernández y otros líderes y la participación en la Celac, seguirá el miércoles por la mañana hacia Montevideo, donde será recibido por el presidente Luis Lacalle Pou.
Pese a su pergamino, la coyuntura brasileña y la emergencia de otros jefes de estado pueden dejar a Lula, un experimentado político de 77 años en su tercera presidencia, sin la misma relevancia que en sus pasados dos mandatos (2003-2010).
“Tiene un liderazgo frente a América Latina, pero deberá adaptarse a los nuevos tiempos. Lula envejeció desde el punto de vista de sus ideas y la izquierda se modernizó, cambió sus presupuestos, y existen nuevos competidores como (Gabriel) Boric en Chile”, concluyó Consentino.
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