Lula Da Silva asumió como presidente de Brasil: una multitud convirtió a Brasilia en la sede de un “Lulapalooza”
Unos 300.000 seguidores del PT se concentraron en Brasilia para ver al nuevo mandatario, con la ilusión de ser “felices de nuevo”
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BRASILIA.- Una gran masa colorada inundó hoy Brasilia, en el llamado “Lulapalooza”, la concentración de unas 300.000 personas que se acercaron a la capital del país para acompañar a Luiz Inácio Lula da Silva en la asunción de su tercer mandato.
En un ambiente de carnaval, decenas de miles de simpatizantes de Lula da Silva acudieron el domingo a la Explanada de los Ministerios de Brasilia para ver de cerca la toma de posesión del presidente electo de izquierda, soñando con ser “felices de nuevo”.
“Suenen las maracas, con Lula presidente, la vida mejorará”, canta un grupo de indígenas en medio de una danza tradicional, con el cuerpo cubierto de pinturas tribales.
“Vine a la toma de posesión de Lula porque no me gusta [el presidente saliente Jair] Bolsonaro. A diferencia de este, Lula respeta a los nativos, a los primeros habitantes de Brasil”, dice el cacique Bepkriti Teseia, de 42 años, de Pará, al norte del país.
Teseia lleva un gran tocado de plumas amarillas y prefiere expresarse en el idioma tradicional de su pueblo, aunque eso signifique ser traducido luego al portugués. Poco después, ve a otro cacique, conocido como Raoni, acompañar a Lula cuando recibe la banda presidencial junto a un grupo de brasileños que representan al “pueblo”, una decisión que debió tomar el equipo de transición ante la ausencia de Bolsonaro, quien se fue el viernes a Estados Unidos.
Para acceder a la inmensa Explanada de los Ministerios, tuvo que hacer una fila kilométrica antes de pasar por el minucioso registro de seguridad, con detectores de metales, en un fuerte operativo de seguridad con más de 10.000 hombres, francotiradores policiales y la prohibición del uso de armas de fuego para cualquier civil.
“Nuestro mensaje para Brasil es uno de esperanza y reconstrucción”, manifestó Lula en un discurso en el Congreso después de firmar el documento que oficialmente lo instaló como presidente. “Este gran edificio de derechos, soberanía y desarrollo que esta nación construyó ha sido demolido sistemáticamente en años recientes. Y vamos a encaminar todos nuestros empeños en volver a erigir este edificio”.
Claúdio Arantes, un jubilado de 68 años, sostiene una bandera de campaña vieja de Lula mientras camina hacia la explanada. Siempre fue simpatizante del mandatario. Asistió a su investidura en 2003, y dice que esta vez se siente diferente. “En ese entonces podíamos hablar de que Brasil estaba unido. Ahora está dividido y no sanará pronto”, dijo. “Confío en su inteligencia para hacer que este gobierno de unidad nacional funcione para que nunca tengamos a un Bolsonaro otra vez”.
“Lula guerrero”
Los activistas, en su mayoría vestidos de rojo, el color del Partido de los Trabajadores del izquierdista, coreaban “¡Lula, guerrero del pueblo brasileño!” o exclaman: “¡La Explanada es nuestra!”.
Sofía de Souza Martins, de 15 años, prefirió venir de amarillo y verde, los colores de la bandera brasileña, que los partidarios del ultraderechista Jair Bolsonaro han utilizado durante mucho tiempo. “¡Estos colores son para todos!”, dice esta estudiante de secundaria que llegó en colectivo desde San Pablo.
“Siempre he estado muy comprometida, gracias a la influencia de mis padres, que también son activistas. Espero que sea una gran celebración, para que podamos volver a ser felices”, continúa, repitiendo esta promesa de campaña de Lula.
Mientras tanto, un golden retriever adornado con una bandera del Movimiento de los Sin Tierra (MST) causa sensación en la fila. Pero muy rápidamente, Lula se roba el espectáculo. No el verdadero Lula, sino un “boneco” (muñeco) de tres metros, figura tradicional del carnaval de Olinda (noreste). A lo largo de la Explanada, grupos folclóricos de todas las regiones del país marcan el compás de la fiesta.
Joliel Silva, de 37 años, viene de Salvador de Bahía. “Es un momento histórico, esperemos que marque un punto de inflexión. Salimos de un período horrible y encontramos al mejor presidente que ha tenido Brasil”, dice el joven negro que porta una bandera de la comunidad LGBT. “Durante los dos primeros mandatos de Lula (2003-2010), vi a muchos jóvenes negros como yo ir a la universidad y los pobres aumentaron su poder adquisitivo. Mi padre pudo comprar su primer automóvil”, explica.
Por su parte, Loide Farias, de 49 años, vino de Curitiba, al sur de Brasil. Esta mujer rubia con gorra roja recuerda con emoción cómo sufrió en el campamento de activistas que se instaló ante la sede de la Policía Federal de Curitiba cuando Lula estuvo preso por corrupción entre 2018 y 2019. “¡Ver a Lula de nuevo en el poder no tiene precio! Lo vimos en la cárcel, lloramos mucho, teníamos miedo de que nunca saliera, aunque siempre mantuvimos la esperanza”, dice.
Agencias AFP y AP
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