Lujo, corrupción y medios: la peligrosa sombra que planea sobre Netanyahu en Israel
JERUSALÉN.- El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, se declaró inocente el lunes en la reanudación de un juicio en su contra por acusaciones de corrupción, a seis semanas de que los votantes vuelvan a las urnas para juzgar su liderazgo.
"Confirmo la respuesta escrita presentada en mi nombre", dijo Netanyahu, de pie ante el panel de tres jueces en el fuertemente custodiado Tribunal de Distrito de Jerusalén, en referencia a un documento que sus abogados entregaron el mes pasado en el que argumentaban que el líder, de 71 años, no era culpable de los cargos de soborno, abuso de confianza y fraude.
Netanyahu fue procesado el año pasado por fraude, abuso de confianza y aceptar sobornos en tres casos separados. En los últimos meses se han celebrado protestas semanales pidiendo su renuncia por las acusaciones y criticando la gestión de su gobierno a la crisis del coronavirus. Mientras se celebraba la vista del lunes en la sala del tribunal se oía a los manifestantes reunidos fuera del edificio.
El mandatario está acusado de aceptar valiosos regalos de amigos adinerados y de ofrecer favores a magnates de los medios a cambio de una cobertura favorable sobre él y su familia. La última vista se pospuso el mes pasado debido a las restricciones a aglomeraciones públicas para combatir los contagios de coronavirus.
El jefe de gobierno que más tiempo ha servido en Israel es también el primero juzgado por corrupción durante su mandato. La ley israelí exige que los ministros renuncien cuando están acusados de delitos penales, pero no menciona de forma explícita el caso de un primer ministro acusado.
Netanyahu niega cualquier mala práctica y ha tachado los cargos en su contra de "caza de brujas'' orquestada por unos medios y fuerzas de seguridad prejuiciosos. Se ha negado a renunciar y aprovechado su puesto para arremeter contra sus críticos y contra el sistema de justicia penal.
Sus abogados argumentaron durante más de una hora que no se habían seguido los procedimientos constitucionales, aunque los jueces parecían escépticos y les invitaron varias veces a terminar el alegato. La fiscalía rechazó esos argumentos, afirmando que el secretario de Justicia había aprobado las pesquisas en docenas de reuniones.
Netanyahu lleva en el cargo desde 2009 y en los últimos dos años ha logrado aferrarse al poder en tres accidentadas elecciones con resultados inconcluyentes. Su frágil coalición de gobierno se derrumbó en diciembre y ahora afronta una dura lucha por la reelección en las parlamentarias de 23 de marzo.
Al entrar en la sala, Netanyahu se sentó en un rincón con sus abogados, de espaldas a las cámaras. La sesión no fue transmitida, pero los reporteros pudieron seguirla a través de un circuito cerrado en otra parte del edificio.
Su rápida salida del edificio del tribunal parecía tener como objetivo mostrar al público que no permitiría que el juicio interfiriera con los asuntos del gobierno, ya queIsrael comienza a salir de un confinamiento de un mes como consecuencia de la pandemia de coronavirus.
El caso Bezeq
En este caso, que lleva el número 4000, el primer ministro está acusado de tres cargos: corrupción, fraude y abuso de confianza.
Se le acusa de haber intentado hace unos años conseguir una cobertura favorable del sitio de noticias Walla. A cambio, concedió supuestamente favores gubernamentales que podrían haber aportado millones de dólares a Shaul Elovitch, entonces jefe del principal grupo de telecomunicaciones de Israel, Bezeq, del que Walla forma parte.
En el corazón de la investigación está la fusión en 2015 de Bezeq con el proveedor de televisión por satélite Yes, una decisión que necesitaba la aprobación de las autoridades de supervisión. Justo en esa época Netanyahu también ocupaba la cartera de Comunicaciones.
Según Netanyahu, la fusión Bezeq-Yes fue considerada pertinente por los servicios del ministerio y las autoridades de supervisión. También niega haber buscado una cobertura privilegiada de Walla.
El 2 de diciembre de 2018, la policía ya había recomendado imputar a Netanyahu en este caso. La investigación también apunta a Shaul Elovitch, todavía principal accionista de Bezeq, y a su esposa, así como a Stella Handler, la directora general del grupo en aquel momento.
Cigarros y champán
El "caso 1000" tiene como protagonistas a puros de lujo, botellas de champán y joyas.
Los investigadores tratan de averiguar si el primer ministro y los miembros de su familia recibieron más de 700.000 séqueles (unos 175.000 euros, 215.000 dólares) en regalos de personalidades adineradas, como el productor Arnon Milchan y el multimillonario australiano James Packer, a cambio de favores económicos o personales.
En este caso, Netanyahu está acusado de fraude y abuso de confianza. Él afirma que lo único que hizo fue aceptar regalos de amigos sin solicitarlos.
Sus abogados habían indicado en octubre de 2019 que habían recibido un dictamen jurídico de expertos según el cual tenía derecho a aceptar regalos de amigos cercanos.
Mediagate
En el "caso 2000", el primer ministro, según los investigadores, intentó asegurarse una cobertura favorable por parte del mayor diario de pago de Israel, el Yediot Aharonot.
Netanyahu habría intentado llegar a un acuerdo con el propietario del periódico, Arnon Moses. A cambio, el primer ministro habría planteado la posibilidad de aprobar una ley que limitaría la circulación del diario gratuito Israel Hayom, principal competidor del Yediot.
El acuerdo nunca se llegó a cerrar pero Netanyahu fue acusado de fraude y abuso de confianza.
Ari Harow, un antiguo jefe de gabinete de Netanyahu, aceptó testificar para beneficiarse de un régimen de clemencia.
Netanyahu dice que fue el principal opositor a la ley en cuestión y afirma que incluso provocó las elecciones anticipadas de 2015 para bloquearla.
Los submarinos
El fiscal general de Israel también anunció en diciembre su intención de acusar a allegados de Benjamín Netanyahu, entre ellos su exjefe de gabinete David Sheran y su exabogado David Shimron, por blanqueo de dinero en la compra de submarinos a la compañía alemana ThyssenKrupp.
En este caso, bautizado como "3.000", la policía israelí había investigado las sospechas de corrupción en torno a la venta por parte de Alemania a Israel de submarinos militares y otras barcos diseñados por el gigante industrial alemán ThyssenKrupp, por un importe total de unos 2.000 millones de dólares.
Sin embargo, este caso no es uno de los tres que están siendo juzgados por el tribunal de Jerusalén desde la apertura del juicio en mayo de 2020.
Agencias AFP, AP Y Reuters.
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