Lucía Topolansky, de la lucha armada a la vicepresidencia de Uruguay
La historia de la esposa de Mujica, que mañana asume el cargo que dejó Raúl Sendic en Uruguay
MONTEVIDEO.- A los cuatro años fue al cine por primera vez y salió llorando, impresionada por la imagen de una ballena que se tragaba a Pinocho. Era el Punta del Este de fines de los años 40 y aquella chica nacida en una familia acomodada empezaría a mostrar inquietudes como para no conformarse a un escenario de confort. Así se moldearía el perfil de Lucía Topolansky , la mujer que se involucró en la lucha armada a fines de los '60 en Uruguay y que mañana llegará la vicepresidencia del país.
Los padres de Topolansky tenían otra historia. María Elia Saavedra, descendiente del gobernador colonial Hernando Arias, se casó a finales de los años '30 con el ingeniero Luis Topolansky, a quien el ente petrolero estatal uruguayo, Ancap, encargó viajar a Berlín para asesorar en la compra de las máquinas de lo que sería la Refinería de la Teja. Tuvieron dos hijos varones en Alemania, pero la guerra los devolvió en forma anticipada a Montevideo, donde tuvieron dos mellizas, que nacieron el 25 de septiembre de 1944: María y Lucía.
Muchos años después, las hermanas Topolansky serían requeridas por la justicia como unas de las principales guerrilleras de un movimiento que buscaba convertir a Uruguay en un Estado socialista.
Una de ellas, Lucía, lograría por las urnas lo que no pudo con las armas, y sería diputada, senadora, presidenta interina y vicepresidenta en funciones. Y, además, esposa de uno de los presidentes uruguayos que más atención internacional suscitó: José "Pepe" Mujica .
Luego dela renuncia de Raúl Sendic por un escándalo de corrupción, Lucía Topolansky asumirá mañana la vicepresidencia y será la presidenta del Poder Legislativo, tanto de la Asamblea General como de la Cámara de Senadores.
El camino hacia la política
Los primeros años de Lucía fueron en el coqueto barrio montevideano de Pocitos, y con vacaciones en los campos de los abuelos Saavedra. También disfrutaba del Este en aquellos años, porque su padre trabajaba con su empresa constructora en el armado de Punta Ballena.
Fue allí cuando se dio su primera visita a un cine, que le dejó un sabor amargo.
La enseñanza primaria fue en el Colegio Sacré Cœur de las Hermanas Dominicas. En su camino hacia el establecimiento, Topolansky se sorprendía con la cárcel de Punta Carretas, que años después sería símbolo de una fuga de guerrilleros, entre los que estuvo el propio Mujica.
En ese barrio estaba la embajada de la Unión Soviética. Al pasar por ahí fue que Lucía recibió el regalo de las típicas muñecas rusas.
Sus estudios de bachillerato siguieron en el Instituto Alfredo Vásquez Acevedo (IAVA), donde se contagió de la efervescencia de la militancia gremial, lo que se profundizaría en la facultad de arquitectura de la Universidad de la República, donde la militancia era de izquierda radical.
Mientras trabajaba en una empresa financiera, Topolansky se enteró de que su hermana se había convertido en guerrillera y quiso seguir el camino. Y expresó su sentimiento revolucionario con piedrazos contra los vidrios de la financiera que la empleaba.
Afiliada al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) participó en una primera acción armada el 14 de febrero de 1969. Topolansky salió de ese asalto en ómnibus y pasó a la clandestinidad. Se refugió en una casa del popular barrio de La Unión, le hicieron documentos falsos con el nombre falso de “Ana”, se tiñó el pelo y pasó a usar anteojos sin aumento, para cambiar su aspecto.
Ganaba peso en la organización y por sus características en la lucha la bautizaron con el apodo guerrillero de “La Tronca”.
En esa guerrilla urbana de izquierda influida por la revolución cubana y el marxismo, Topolansky participó en diferentes operativos. En el verano de 1971, cuando la policía seguía las pistas del embajador británico que había sido secuestrado por los tupamaros, Topolansky cayó presa por primera vez, pero luego pudo escaparse con otras 37 guerrilleras por la red de cloacas que pasaba por debajo de la prisión. Se operó la nariz y siguió en la militancia.
El 14 de abril de 1972 sufriría la caída de su pareja, Armando Blanco, que murió en un allanamiento. Topolansky comenzaría entonces una relación con Mujica, pero casi cuatro meses después sería recapturada.
El MLN-Tupamaros perdía la batalla con muchos guerrilleros muertos.
Un año más tarde, el 27 de junio de 1973, un golpe de Estado instalaría una dictadura militar durante 13 años en Uruguay.
Topolansky sufrió aislamiento y torturas en sus 13 años de prisión. Recuperó la libertad en 1985 (año del regreso de la democracia en Uruguay), por una ley de amnistía. A partir de allí rearmaría su vida afectiva con Mujica y su vínculo con la política, en el MLN-T.
En 1989, el grupo entró al Frente Amplio (FA) y Mujica empezó a destacarse como un dirigente político que ganaba adeptos. Tanto, que resultaría electo presidente en las elecciones de 2009 (para el periodo 2010-2015).
Topolansky fue legisladora departamental, en 1995; diputada, de 2000 a 2005, y senadora, desde 2005. Ese año se casó con Mujica, con quien vivía en una chacra del Montevideo rural.
El MPP la llevó como primera senadora en 2009 y como esa lista fue la más votada, Topolansky asumió la presidencia de la Asamblea General Legislativa, en febrero de 2010.
Fue la encargada de tomar la promesa constitucional al nuevo presidente de Uruguay, es decir, a su esposo. Aquella escena parecía de película. Una cinta que no terminaría ahí, y que seguiría con escenas como la de mañana, cuando Topolansky asuma formalmente la vicepresidencia. Será la primera mujer en ese cargo en Uruguay.
En 2015 sufrió una dura derrota cuando se postuló a gobernadora de Montevideo y perdió con el socialista Daniel Martínez. Pero ahora tiene una revancha.
Curiosamente, la planta de La Teja que marcó a sus padres en aquel viaje a Berlín fue una de las causas de la investigación sobre la petrolera Ancap, que determinaron la caída de Raúl Sendic, hijo del fundador de la guerrilla tupamara, y que el sábado pasado cayó acorralado por su partido y la justicia. Eso abrió el camino para que Topolansky asumiera un nuevo desafío, cuando faltan pocos días para que cumpla 73 años.
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