Lucas Molfino: "La tragedia de Mozambique nos sobrepasa a todos"
El coordinador general de Médicos Sin Fronteras detalla la destrucción que dejó el paso del ciclón Idai y los desafíos humanitarios que enfrenta el país africano
El argentino Lucas Molfino lleva años trabajando como médico en Mozambique y había visto todo lo que había por ver en cuestión de desastres naturales. Pero le faltaba el ciclón Idai, que en unos días se llevó volando casi medio país como hojas al viento y sometió a la otra mitad a inundaciones bíblicas.
Coordinador general de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Mozambique, este santafesino de 41 años, de la ciudad de Rafaela , está a su vez sumergido en el desafío de ayudar a paliar la situación de emergencia en la que quedaron más de dos millones de personas tras el azote del ciclón diez días atrás. "La dimensión de esta tragedia nos sobrepasa a todos", dijo Molfino desde la castigada ciudad portuaria de Beira, en diálogo con LA NACION.
¿Cómo quedó Mozambique después del ciclón?
-Los daños son de una magnitud gigantesca. Es una catástrofe humanitaria muy difícil de poner en perspectiva. En la ciudad de Beira el panorama es desolador. Porque prácticamente el 90% quedó destruido. Y no solo eso, sino que después el ciclón siguió y fue arrasando las provincias a su paso. De manera global, el ciclón afectó a 2,1 millones de personas y dejó daños incalculables. Yo nunca vi una ciudad 90% destruida. Se llevó todo.
Muchos países tienen ciclones, pero no siempre son tan graves. ¿Por qué pegó así en Mozambique?
Mozambique es un país muy predispuesto a catástrofes naturales, por su ubicación geográfica y con casi 2000 kilómetros de costa. Que tenga un ciclón no es algo fuera de lo común. Cada dos o tres años hay un gran ciclón. Y hay muchas inundaciones, porque tiene todas las cuencas de los ríos que desembocan en el Índico. Pero el Idai fue distinto. Entró por la ciudad de Beira en una categoría muy alta. Empezó como tormenta, pasó a Malawi y Zimbabwe, se desplazó de vuelta al mar y entró como ciclón. En diez días trazó un círculo muy particular.
Con una década en la zona habrá visto otros desastres...
Nunca vi una catástrofe natural de esta dimensión. Porque sumado al ciclón mismo, que destruyó las ciudades, después vino el agua y prácticamente desaparecieron superficies enteras de gran parte del centro del país. Las zonas más bajas quedaron bajo siete o diez metros de agua.
-¿Cómo van los operativos de emergencia?
Como el área afectada es tan grande hay distintas fases. En la zona sur del país, donde predominan las inundaciones, básicamente tenemos miles de personas que tienen que ser rescatadas. Gente que está en los techos de las casas o colgadas de los árboles o aglutinadas donde pudieron, en un lugar un poco más alto. La gente lleva más de una semana aislada, sin agua, sin comida, sin cuidados médicos básicos.
¿Y qué pasa en Beira, con sus 400.000 habitantes?
Beira y otras ciudades están en una fase de ubicar a las personas desplazadas. Todavía no se restituyó el agua potable, no tiene corriente eléctrica, ningún servicio funciona y la gente no tiene dónde quedarse. Hay centros de acomodación donde las familias están aglutinadas.
-¿Cuál es el peligro de infecciones y epidemias?
En esta parte del mundo tenemos malaria, una alta prevalencia de VIH y varias cosas que estas catástrofes un poco exacerban. Nos preparamos para un gran incremento en los casos de malaria y de las enfermedades relacionadas con el agua. Va a haber una explosión en los casos de diarrea, fiebre tifoidea, el tipo de enfermedades transmitidas por falta de sanidad y falta de agua limpia con que la gente se pueda higienizar.
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