Los sitios con material radiactivo son más vulnerables porque el cambio climático incrementa riesgos
Los laboratorios e instalaciones militares podrían verse afectadas por incendios, inundaciones y otros desastres.
AP.- Mientras los incendios forestales de Texas ardían hacia la principal instalación de armas nucleares del país, los trabajadores se apresuraron para asegurarse de que no hubiera nada inflamable alrededor de los edificios y áreas de almacenamiento.
Como los incendios no mostraron signos de disminuir, los funcionarios de la planta Pantex llamaron con urgencia a contratistas locales que llegaron en cuestión de minutos con maquinaria para excavar trincheras y ampliar los cortafuegos del extenso complejo donde se ensamblan y desmontan armas nucleares, y se almacenan peligrosos núcleos de plutonio, esferas huecas que desencadenan ojivas y bombas nucleares.
“Los vientos pueden aumentar muy (pronto) aquí y pueden moverse realmente rápido”, dijo Jason Armstrong, gerente de la oficina federal de Pantex, en las afueras de Amarillo, quien se mantuvo despierto 40 horas seguidas para monitorear los riesgos. Los trabajadores fueron enviados a casa y la planta cerró cuando el humo comenzó a cubrir el sitio.
Esos incendios de febrero —incluido el más grande en la historia de Texas— no alcanzaron a Pantex, aunque las llamas llegaron a 5 kilómetros. Y Armstrong dice que es muy poco probable que los núcleos de plutonio, almacenados en tambores y refugios resistentes al fuego se hubieran visto afectados por un incendio forestal.
Pero el tamaño y la velocidad de los incendios de pastizales —y la respuesta urgente de Pantex— subrayan cuánto está en juego a medida que el cambio climático aviva el calor extremo y las sequías, y genera temporadas de incendios más largas con fuegos más grandes e intensos y tormentas torrenciales que pueden provocar inundaciones catastróficas.
La temporada de incendios de Texas suele comenzar en febrero, pero más al oeste todavía falta que tome fuerza y suele ser peor en verano y otoño.
Docenas de laboratorios e instalaciones militares y de fabricación —activos e inactivos— en todo el país que utilizan, almacenan o están contaminados con material radiactivo son cada vez más vulnerables a las condiciones climáticas extremas. Muchos también realizan investigaciones y manufacturas críticas de energía y defensa que podrían verse interrumpidas o paralizadas por incendios, inundaciones y otros desastres.
Están el Laboratorio Nacional de Los Álamos, de 103,6 kilómetros cuadrados, en Nuevo México, donde un incendio forestal en 2000 arrasó hasta llegar a 0,8 kilómetros (media milla) de un sitio de desechos radiactivos; el altamente contaminado Laboratorio de Campo de Santa Susana, en el sur de California, donde un incendio forestal en 2018 quemó el 80% del sitio, y le faltó poco para llegar a un área contaminada por un accidente nuclear de 1959; y el sitio nuclear contaminado con plutonio de Hanford, en el estado de Washington, donde Estados Unidos fabricaba bombas atómicas.
“Creo que aún estamos en una etapa temprana para reconocer el cambio climático y ... cómo lidiar con estos eventos climáticos extremos”, dijo Paul Walker, director de programa de la organización ambientalista Green Cross International (Cruz Verde Internacional) y exmiembro del personal del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes. “Creo que es demasiado pronto para asumir que tenemos resueltos todos los peores escenarios... (porque) lo que podría haber resultado seguro hace 25 años probablemente ya no sea seguro”.
Esa comprensión ha comenzado a cambiar la manera en que el gobierno aborda las amenazas en algunos de los sitios más sensibles del país.
En 2022, el Departamento de Energía exigió que sus sitios existentes evaluaran los riesgos que representa el cambio climático para “funciones y operaciones de misión crítica” —incluido el almacenamiento de desechos— y que desarrollaran planes para abordarlos. Citó los incendios forestales en los laboratorios nacionales de Los Álamos y Lawrence Livermore, y una helada profunda en 2021 que dañó “instalaciones críticas” en Pantex.
No obstante, la agencia no considera específicamente los riesgos climáticos futuros cuando emite permisos o licencias para nuevos sitios o proyectos, o en las evaluaciones ambientales que se revisan cada cinco años y que rara vez se actualizan. En cambio, sólo considera cómo los sitios mismos podrían afectar al cambio climático, una paradoja que los críticos consideran miope y potencialmente peligrosa.
De la misma manera, la Comisión Reguladora Nuclear (NRC, por sus siglas en inglés) sólo considera datos climáticos históricos en lugar de proyecciones futuras en sus decisiones de concesión de licencias y supervisión de las plantas de energía nuclear, según un estudio de la Oficina de Rendición de Cuentas (GAO, por sus siglas en inglés) de abril que recomendó a la NRC “considerar plenamente los posibles efectos del cambio climático”. La GAO encontró que 60 de 75 plantas de Estados Unidos se encuentran en áreas con alto riesgo de inundaciones, y 16 en áreas con alto potencial de incendios forestales.
“Estamos actuando como si ... (lo que) está sucediendo ahora fuera lo que podemos esperar que ocurra dentro de 50 años”, dijo Caroline Reiser, abogada de clima y energía del Natural Resources Defense Council (Consejo de Defensa de los Recursos Naturales). “La realidad de lo que nuestro clima está haciendo ha cambiado dramáticamente y necesitamos cambiar nuestra planificación ... antes de que experimentemos más y más eventos climáticos extremos”.
La división de salud y seguridad ambiental de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA, por sus siglas en inglés), que supervisa los sitios activos del Departamento de Energía (DOE, por sus siglas en inglés), conducirá una revisión interna y convocará a un grupo de trabajo para desarrollar metodologías “cruciales” para abordar los riesgos climáticos en los permisos, las licencias y las evaluaciones de los sitios en su totalidad, reportó John Weckerle, director de asuntos regulatorios ambientales de la división, a The Associated Press.
La agencia dijo el año pasado que el cambio climático podría “poner en peligro la misión de la NNSA y representar una amenaza a la seguridad nacional”.
“Todos sabemos que el clima está cambiando. Todo el mundo piensa sobre qué efecto estamos teniendo en el clima”, agregó Weckerle. “Ahora tenemos que darle la vuelta a eso y decir: ‘OK ... pero, ¿qué creemos que va a pasar como resultado del clima en un sitio en particular?’”.
Las evaluaciones antes y después de la construcción de los proyectos son fundamentales para proteger la infraestructura y los materiales de desecho, explicó Dylan Spaulding, científico sénior de la Union of Concerned Scientists (Unión de Científicos Preocupados).
“Sabemos que el cambio climático hace probable que estos eventos ocurran con mayor frecuencia, y eso conlleva la posibilidad de consecuencias sin precedentes”, añadió Spaulding. Los sitios “pueden estar mejor protegidos si anticipas estos problemas”.
-
Uno de los materiales radiactivos más peligrosos es el plutonio, advirtió Edwin Lyman, director de seguridad de la energía nuclear de la Unión de Científicos Preocupados. Puede causar cáncer, es más peligroso cuando se inhala y sólo unos pocos cientos de gramos dispersos en una región amplia podrían representar un peligro significativo, agregó.
Los expertos dicen que los riesgos varían según el sitio. La mayor parte del plutonio y otros materiales radiactivos están contenidos en estructuras de hormigón y acero o en depósitos subterráneos diseñados para resistir el fuego. Y muchos sitios se encuentran en grandes extensiones en áreas remotas donde el riesgo para el público por una liberación de radiación sería mínimo.
Aun así, han surgido amenazas potenciales.
En 2000, un incendio forestal quemó un tercio del sitio de Hanford de 1.502 kilómetros cuadrados (580 millas cuadradas), que produjo plutonio para el programa de armas atómicas de Estados Unidos y es considerado el lugar más radiactivo del país.
El monitoreo del aire detectó plutonio en zonas pobladas cercanas a niveles más altos que los de referencia, pero solo durante un día y en niveles no considerados peligrosos, según un informe del Departamento de Salud del Estado de Washington.
La agencia dijo que el plutonio probablemente provenía de la superficie del suelo y que fue arrastrado por el viento durante y después del incendio, a pesar de que los funcionarios del sitio explicaron que los desechos radiactivos están enterrados a varios metros (pies) de profundidad o almacenados en estructuras de hormigón.
Debido a que el sitio de Hanford es propenso a los incendios —con 130 incendios forestales entre 2012 y 2023—, los funcionarios dicen que son diligentes a la hora de excavar cortafuegos y eliminar la vegetación inflamable.
El incendio de Woolsey de 2018, en California, fue otra llamada de atención.
Alrededor de 150.000 personas viven en un radio de 8 kilómetros del Laboratorio de Campo de Santa Susana, un antiguo sitio de investigación de energía nuclear y pruebas de motores de cohetes.
El incendio ardió a pocos cientos de metros (algunos cientos de pies) de los edificios y el suelo contaminados, y a unos 183 metros de donde el núcleo de un reactor nuclear se derritió parcialmente hace 65 años.
El Departamento de Control de Sustancias Tóxicas del estado dijo que las muestras realizadas por múltiples agencias no encontraron radiación fuera del sitio ni ningún otro material peligroso atribuibles al incendio. Pero otro estudio, que utilizó cientos de muestras recolectadas por voluntarios, encontró micropartículas radiactivas en las cenizas justo fuera de los límites del laboratorio y en tres sitios más alejados que, según los investigadores, provenían del incendio.
El estado ordenó la demolición de 18 edificios al citar “un peligro inminente y sustancial para las personas y el medio ambiente porque los incendios imprevistos y cada vez más probables podrían resultar en la liberación de sustancias radiactivas y peligrosas”.
También ordenó la limpieza de viejos pozos de quema contaminados con materiales radiactivos. Aunque el área fue cubierta con lonas permeables y no se quemó en 2018, el estado temió que pudiera resultar dañada por los incendios forestales, las inundaciones o los vientos fuertes “mucho más severos”.
“Es como en estos lugares (donde) pensamos que eso nunca ocurrirá”, dijo Melissa Bumstead, fundadora y codirectora de Parents Against Santa Susana Field Laboratory (Padres Contra el Laboratorio de Campo Santa Susana). “Pero ... las cosas están cambiando muy rápidamente”.
Jay Coghlan, director ejecutivo de Nuclear Watch New Mexico (Vigilancia Nuclear Nuevo México), dijo que él y otros instaron exitosamente a los funcionarios federales de seguridad nuclear a incluir un plan contra incendios forestales en una declaración final de impacto ambiental de 1999 para el Laboratorio Nacional de Los Álamos.
Al año siguiente, el incendio Cerro Grande de 19.000 hectáreas quemó 3035 hectáreas en el laboratorio, incluidas estructuras, y se acercó a 0,8 kilómetros de un área con más de 24.000 contenedores a nivel de suelo de desechos en su mayoría contaminados con plutonio.
El incendio hipotético del plan “coincidió inquietantemente con el incendio real”, dijo Coghlan, y agregó que “pudo haber sido catastrófico” si los contenedores hubieran quedado comprometidos y el plutonio se hubiera dispersado por el aire. Pero el laboratorio había excavado cortafuegos alrededor del área y desde entonces, la mayoría de los contenedores han sido enviados a un sitio de almacenamiento permanente en el sur de Nuevo México.
El material radiactivo restante —incluido el del Proyecto Manhattan de la Segunda Guerra Mundial—, ahora se encuentra bajo tierra con barreras para evitar la degradación, o en contenedores almacenados bajo cúpulas de tela y acero que retardan el fuego y sobre pisos pavimentados hasta que pueda ser procesado para su eliminación.
La cantidad de material radiactivo en cada contenedor se mantiene baja para evitar una liberación significativa si resultara comprometido, explicó Nichole Lundgard, gerente del programa de ingeniería y seguridad nuclear del contratista N3B del Departamento de Energía.
El laboratorio también enfatiza la preparación contra incendios, incluido el raleo de los bosques para reducir la intensidad de futuros incendios, dijo Rich Nieto, gerente del programa de incendios forestales del sitio.
“Lo que solía ser una temporada (de incendios) de tres meses, a veces será una temporada de seis meses”, agregó.
Los incendios forestales no son el único riesgo relacionado con el clima. Las inundaciones provocadas por tormentas cada vez más intensas pueden arrastrar sedimentos, especialmente en áreas que se han quemado. Las inundaciones y el frío extremo también pueden afectar las operaciones y han obligado al cierre de varios sitios del DOE en los últimos años.
El Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, en el norte de California, fue evacuado durante un incendio forestal en 2020, y el año pasado se vio obligado a cerrar durante tres semanas debido a inundaciones severas.
Al incendio de 2000 en Los Álamos le siguieron fuertes tormentas que arrastraron sedimentos con plutonio y otros materiales radiactivos.
En 2010, Pantex se vio inundada con 25 centímetros de lluvia que obligaron a la planta a cerrar, lo que afectó sus operaciones durante casi un mes. El área de almacenamiento de plutonio se inundó y después se encontró corrosión en algunos contenedores, lo que desde entonces “ha sido abordado”, refirió Armstrong, el gerente de la oficina de campo.
En 2017, las tormentas inundaron instalaciones que procesaban material nuclear y provocaron cortes de energía que afectaron un panel de control de alarma contra incendios.
Y después, en 2021, Pantex fue cerrada durante una semana debido al frío extremo que, según los funcionarios, provocó “fallas relacionadas con el congelamiento” en 10 instalaciones nucleares y otras plantas. Eso incluyó la falla de un rociador en el sistema de extinción de incendios de un área de almacenamiento seguro de radiación.
Desde entonces, Pantex ha adoptado medidas de protección contra el congelamiento y un plan de respuesta al clima frío. Y Armstrong dice que ha habido mejoras incluso en sus sistemas eléctricos y de protección contra incendios y con la instalación de generadores de respaldo.
Otros sitios del DOE también invierten en infraestructura, dijo Weckerle de la agencia de seguridad nuclear, porque lo que alguna vez se consideró seguro puede ser vulnerable ahora.
“Vivimos en una época de mayor riesgo”, puntualizó. “Ese es simplemente el meollo del asunto (y) ... mucho de eso tiene que ver con el cambio climático”.
AP