Los secretos de otra forma de control: la censura china
Todo un ejército de especialistas controla a la ciberpoblación más grande del planeta
PEKÍN.- China tiene el mayor número de internautas del mundo. A su vez, cuenta con una de las maquinarias más grandes del planeta destinada a controlar esta ciberpoblación de 500 millones de usuarios .
Para mantener la censura de la información, el gobierno chino emplea desde mecanismos masivos, como la great firewall , un sistema para bloquear páginas de Internet -como Facebook, Twitter o YouTube-, hasta un ejército de censores que se dedican día y noche a leer páginas chinas y encontrar voces disidentes y registros pornográficos.
En un país cerrado y donde el disenso público es rechazado y el régimen comunista es todopoderoso, las redes sociales son una poderosa herramienta de control del gobierno. Decenas de funcionarios públicos fueron denunciados por corrupción con tuits que se vuelven virales y obligan a las autoridades locales a juzgarlos penalmente.
De igual forma, las redes son usadas por el gobierno para anunciar fechas especiales, visitas oficiales y hasta el estado del tráfico y de contaminación. Y no sólo eso, tienen también un ejército de mensajeros pagados para hablar bien del gobierno e incluso mal de las redes sociales.
Qing forma parte del ejército de censores que supervisan la Red, otra cara del control de las comunicaciones que ejercen los gobiernos como el norteamericano con su programa de espionaje. No quiere revelar su nombre completo y prefiere no dejar registro de la conversación. En 2011 se topó con un aviso clasificado que llamaba a personas hábiles para Internet, para trabajar en la reputada compañía tecnológica china Sina.
Sina, propietaria de uno de los portales de noticias con más tráfico y además creadora de Sina Weibo, la red de microblogging más famosa de China, con 300 millones de usuarios registrados y 100 millones de tuits al día, parecía una de las mejores oportunidades a nivel profesional.
Diariamente se borran 20 millones de mensajes en Weibo, o sea, el 20% del total, según un estudio realizado por la Universidad de Nuevo México, publicado en 2012.
Al comienzo Qing no tenía claro cuál era su función, pues sólo cuando estaba totalmente comprometido y había iniciado la etapa de entrenamiento, le revelaron su misión: debía controlar miles de posts en el microblog para luego borrarlos. Además tenía tres criterios para cortarlos: si eran pornográficos o de alto contenido sexual; si eran mensajes violentos, o si contenían críticas políticas que pudieran incomodar al gobierno.
Por un momento, lo dudó. Los censores, esos personajes sin rostros que, siguiendo órdenes, silencian a personas que pueden ser sus amigos, no son bien vistos en la sociedad china. Qing dudó, ya que con ese trabajo podía ser considerado un soldado del "ejército de los cinco maos", un grupo invisible de internautas que recibe de manos del gobierno chino 50 centavos de yuan (menos de 10 centavos de dólar) por cada comentario negativo que borra de la Red. Pero sus dudas desaparecieron rápidamente: Sina es una empresa privada que no responde directamente al gobierno. "La labor era mantener la reputación de la compañía, más que censurar", comenta. Al final, aceptó porque necesitaba el dinero.
El salario era básico, 3000 yuanes (488 dólares) por 40 horas semanales. Y como la máquina de la censura funciona 24 horas al día, debía cumplir con turnos rotativos compartidos entre otros 600 censores que trabajan en su mismo departamento. Qing solía trabajar tres jornadas durante el día y dos por la noche.
Recuerda haber sentido vergüenza al principio. No les decía claramente a sus amigos en qué consistía su trabajo porque se sentía humillado. Pasaron varios meses hasta que sus funciones se convirtieron en una tarea "normal". "Pero algo siempre hizo que me resistiera", cuenta. Ese "algo", unido a la monotonía y el bajo salario, hicieron que en abril pasado renunciara a su trabajo.
"Cada día leía 6000 mensajes; borraba 10% de ellos", relata. Aún hoy, desempleado, lleva su oficio en el cuerpo: gris, delgado y de mirada huidiza, como si no quisiera dejar huella de sus pasos. Por momentos, Qing se entusiasma, hablando de su antiguo trabajo, especialmente cuando cuenta los tipos de mensajes pornográficos que borraba. "No puedo creer que exista gente tan loca, mostrando sus partes íntimas a toda la Red", ríe.
Qing dice que los mensajes pornográficos llueven durante toda la noche. En cambio, los mensajes políticos llegan a las 10 de la noche, justo después de los noticieros.
Un sitio político
Sina Weibo se convirtió en la plataforma de opinión de los cibernautas chinos. Además, los 140 caracteres expresan más en mandarín que en otras lenguas, pues cada carácter es casi una palabra.
Cuando hablan de temas sensibles, los usuarios usan apodos para los políticos. Cuando la primera dama Peng Liyuan apareció con su elegante vestido en Rusia hace tres meses, fue llamada "la dama de las peonías"; cuando la fortuna de Wen Jiabao fue descubierta por The New York Times, fue llamado "el baobao" (que significa bebé), o cuando Ai Weiwei fue llevado a prisión, reemplazaron su apellido por el carácter de amor, que también se lee "ai".
Estos juegos les dan a los cibernautas un espacio para hablar libremente hasta que algún censor descubre el cambio de palabras e incluye los términos en las palabras vetadas.
Sin embargo, después de haber leído y censurado miles de mensajes, Qing cree que en el futuro la apertura es una acción inevitable para el gobierno. "Hay demasiada gente muy disconforme", dijo.