Los residentes del edificio hermano a la que colapsó en Miami no saben si irse o quedarse
El derrumbe parcial del Champlain Towers South atemoriza a los vecinos de su complejo de edificios hermano, el Champlain Towers North, pero hasta ahora nadie ordenó su evacuación
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SURFSIDE, Florida.- Philip Zyne se asoma por el balcón de su departamento cerca de Miami Beach y señala una inmensa rajadura en el piso del estacionamiento que se ve desde su unidad.
En circunstancias normales, no le habría dado la menor importancia. Pero Zyne, de 71 años, vive en las Champlain Towers North, el complejo hermano del que se desplomó el jueves y quedó convertido en una montaña de escombros que hasta el momento dejó nueve muertos y 159 desaparecidos. Así que ahora Zyne está en alerta máxima: ¿Y si el que sigue es el edificio donde vive?
Es una pregunta que atormenta a muchos residentes del sur de Florida, sobre todo los que viven en edificios entrados en años situados sobre la primera línea de playa, y que están expuestos día y noche a condiciones externas similares a las del complejo Champlain Towers South: aire cargado de salitre, nivel de agua en ascenso, hormigón deteriorado.
El sábado, Daniella Levine, alcaldesa del condado de Miami-Dade, anunció una auditoría de 30 días de todos los edificios de 40 años o más que están bajo la jurisdicción del condado, que no incluye la ciudad de Miami o la localidad de Surfside, donde se derrumbó el edificio.
Charles W. Burkett, alcalde de Surfside, dijo que estaba analizando pedirles a los residentes de las Champlain Towers North una evacuación voluntaria y precautoria hasta que se inspeccione minuciosamente el edificio, donde no se han reportado problemas serios. El sábado a la tarde, inspectores de la localidad y del condado pasaron varias horas realizando una inspección preliminar del edificio, según informaron funcionarios de Surfside y el consorcio del edificio.
Desde fuera, el complejo Champlain Towers North, en 8877 Collins Ave, parece idéntica al Champlain Towers South, con el mismo diseño y constructor, salvo que fue construida un año más tarde. Lo que más aterra a Zyne es que su unidad está en la misma parte del edificio que se derrumbó en el complejo sur, con vista a la pileta y al océano Atlántico.
“Tengo miedo”, dice Bud Thomas, de 55 años, su vecino de arriba, mientras mira por la ventana. “Espero que nuestro edificio no tenga los mismos problemas estructurales que el otro”.
Los miembros del consejo de administración, vecinos históricos de la Champlain Towers North, dicen confiar en que su edificio está en mucho mejores condiciones que el complejo sur, gracias a un mantenimiento constante y sin demoras.
Pero eso no deja tranquilos a todos los residentes, que en algunos casos hicieron las valijas a las apuradas y se buscaron un lugar para dormir durante por lo menos unos días tras el desastre ocurrido al lado.
Los Zyne dejaron su departamento y se fueron a la casa de su hija, pero el sábado volvieron. Recuerdan que el jueves a la noche los despertó una alarma que señalaba que se había cortado la luz en el condominio. Recién entonces se dieron cuenta que la luz se había cortado en el mismo momento que colapsó el edificio vecino. Nora Zyne, de 69 años, perdió tres amigos que siguen desaparecidos.
“Estoy devastada, los conocía desde hace treinta años”, dice. “Éramos muy amigos. ¿Quién puede imaginar que le va a pasar una cosa así estando en su casa, el lugar donde uno se siente más seguro? Ruego que estuvieran durmiendo y no se hayan dado cuenta de nada. Perdí gente con la que compartía mi vida. No puedo entender cómo pudo pasar algo así”.
Ruby Issaev, fue inquilina durante varios años en la torre sur y hace cuatro años compró un departamento con su marido en la torre norte. Tras el derrumbe, se fue a la casa de su hija, a unos kilómetros de distancia. No sabe si va a regresar, y ya extraña a la comunidad de su edificio, que tanto la apoyó durante la pandemia.
“Aunque en mi edificio esté todo bien, va a ser difícil de superar la desaparición de las torres sur. Me pregunto si el barrio volverá a ser el mismo”, se pregunta Issaev.
El sábado, una familia de cuatro integrantes dejó el edificio cargando sus pertenencias y bolsas con comestibles, para instalarse en un hotel cercano. “Nos vamos por un tema de seguridad”, dijo un miembro de la familia, que se negó a dar su nombre.
La atmósfera en el hall del edificio era un poco tensa, porque algunos vecinos habían escuchado hablar de una posible evacuación y les exigían más información a los miembros del consejo de administración.
“¿Vino alguien a ver el agua que hay en el subsuelo?” le preguntó Betty Clarick, de 82 años y vecina del quinto piso, a la señora Gandelman. De todos modos, Clarick aclaró que el mantenimiento y la gestión del edificio como “excelentes”.
“Por supuesto que estoy preocupado”, dice Rafik Ayoub, de 76 años, que vive en el segundo piso desde hace 17 años. “Solo queremos asegurarnos de que se inspeccione minuciosamente el edificio, que está muy bien gestionado”, agregó Ayoub.
Reportes de deficiencias
Las actas de una reunión de consorcio celebrada en noviembre revelan que se estaban realizando algunos trabajos de mantenimiento en los pasillos, donde habían retirado los zócalos. El consejo también se ocupó de resolver el tema de unos maceteros colocados a la pileta que filtraban agua hacia el garaje, situado abajo, un problema similar a una de las deficiencias más graves identificadas en un reporte de ingeniería de 2018 sobre la oxidación y de los desprendimientos del hormigón en la torre sur.
Un tercer edificio, las Champlain Towers East, que fue levantado en 1994 con un diseño diferente, se sitúa entre la torre norte y los restos de la torre sur.
La Champlain Towers North fue construida en 1982, un año después de las Champlain Towers South. Su recertificación edilicia obligatoria a los 40 años vence el año que viene. Naum Lusky, presidente del consejo del condominio norte, dice que empezaron a trabajar con inspectores previo a esa fecha, pero tras la tragedia en la torre sur acelerarán todos sus esfuerzos.
Lusky recalca que el consejo de administración de su edificio se ocupa de los problemas de envejecimiento y deterioro apenas surgen, para no tener que hacer grandes reparaciones como las que eran necesarias en el edificio sur antes de venirse abajo. El sábado, Lusky acompañó a los inspectores de la localidad y del condado en una visita por el edificio y dijo que no parecía haber grandes problemas.
“El edificio está impecable”, dice Lusky. “No hay punto de comparación con el edificio hermano”. Como muestra de su confianza, Lusky, de 81 años, que vive en la torre norte desde hace 22 años, se quedó en el edificio luego del colapso de la torre vecina.
El año pasado, el edificio encargó la inspección de todos los balcones en busca de filtraciones de agua, que fueron reparadas. Y las obras en el deck de la pileta terminaron hace unos seis meses, dice Hilda Gandelman, otra integrante del consejo.
Gandelman conoce a tres personas desaparecidas de la torre sur. Recuerda que cuando venían a visitarla, sus amigos de la torre sur siempre recalcaban que el complejo norte estaba mucho mejor mantenido. “Cuando venían al edificio se sorprendían del mantenimiento y decían que su edificio necesitaba una revisión a fondo”, dice.
John Pistorino, un ingeniero de estructuras de Miami, dice que el derrumbe de la torre sur no significa que la torre norte –o cualquier otro edificio de la zona– estén especialmente en riesgo de caerse.
“Este derrumbe es muy inusual y no creo que sea representativo de todos los edificios que están a lo largo de la costa”, dice Pistorino. Pero agrega que el derrumbe “es sin duda una advertencia para hacer lo que hay que hacer en todos los edificios, incluido el edificio vecino” y así asegurarse que todos estén bien mantenidos.
Es difícil no preocuparse por un edificio de 39 años tan similar a un edificio de 40 años que se desplomó de ese modo tan espantoso. Burkett, alcalde de Surfside, dice haber recibido innumerables llamados y consultas de vecinos preocupados que viven sobra la costa.
La pregunta se repetía: “¿Son seguros los edificios que están sobre la línea de playa?”, preguntaban ansiosamente los vecinos.
Las medidas a tomar se decidieron el viernes en una reunión especial en el Consejo Municipal. El sábado, tras consultar con otros funcionarios, incluida Levine Cava, Burkett dijo que la evacuación voluntaria era una buena idea y que se comunicaría con el consejo de administración del edificio, que tiene una reunión agendada para este domingo a la mañana.
“Preferiría que la evacuación no sea obligatoria”, dijo Burkett. “Si en el edificio hay personas que están tranquilas y se quieren quedar, yo creo que las chances de que pase lo mismo son mínimas. De todas maneras, yo, personalmente, no me arriesgaría”.
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
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