"Los rebeldes sirios combaten con terror y pánico en la cara"
El fotógrafo argentino Rodrigo Abd reveló detalles de su cobertura en Idlib
La conferencia telefónica con varios jefes de Associated Press (AP) fue tensa, pero finalmente cedieron y respaldaron su ingreso en Siria. Rodrigo Abd, fotógrafo argentino de la agencia norteamericana, se metió a ciegas en las fauces del régimen de Bashar al-Assad horas después de la muerte de su colega francés Remi Ochlik y de la periodista Marie Colvin, hace poco más de tres semanas.
"Hasta llegar a Idlib no sabíamos dónde se iba a desatar el drama. Había una calma extraña mientras las células rebeldes nos entregaban la una a la otra. Era una suerte de pasamanos, y todo muy lento, entre rumores de que se preparaba otra ofensiva del ejército. Pero no pasaba nada", contó Abd, desde Estambul, a LA NACION.
Una vez en Idlib, a donde llegó acompañado por el camarógrafo Ahmed Bahaddou, se enteraron de la caída de Homs y la devastación del barrio de Baba Amro, la plaza fuerte del Ejército Libre de Siria (ELS).
"Entonces empezaron los preparativos para defender Idlib del ejército. Nosotros vimos mucha desorganización. Prácticamente eran vecinos armados, sin táctica ni estrategia. Ni siquiera preparados para una guerra de guerrillas."
-¿Viste combatientes extranjeros o supuestos terroristas como denuncia Al-Assad?
-Ninguno y muy pocos milicianos. Tienen armas livianas o fusiles. Lo más pesado que vi fue algún que otro RPG. En Homs, en cambio, sabíamos que tenían mejores armas, carros, armas pesadas y buena logística.
La captura de Homs parecería ser un punto de inflexión en el conflicto para Abd. "Demoraron tres semanas en doblegarlos. Idlib la volvieron a controlar en tres días: el ejército avanzaba con tanques y lo único que se interponía eran fusiles."
-¿Tuvieron contacto con grupos o gente partidaria del gobierno?
-No. Para nosotros era peligroso porque habíamos entrado ilegalmente, y encima con ayuda de los rebeldes. Intentar un contacto así para los periodistas era mortal.
Abd, por seguir el consejo de Ahmed, mantuvo la muerte a escasos metros. "Había un grupo rebelde festejando en una esquina la destrucción de un tanque. Cuando estaba por encarar hacia esa gente, Ahmed me frena y me dice que no. El tanque los cañoneó. Después de que se disipó la nube negra, había siete cadáveres."
-¿Los civiles se quedaban o se iban?
-Yo no vi ningún éxodo masivo. Algunos se encerraban en sus casas y otros estaban en refugios de los rebeldes.
-¿Cómo estaba el ánimo entre los combatientes disidentes?
-Me parece que saben que tienen pocas oportunidades. Combaten con el terror y el pánico en la cara. Y digo esto porque, a diferencia de otras revoluciones en las que se muestran abiertamente, acá no querían que les fotografiara el rostro.
Mientras hablaba por teléfono y se escuchaba de fondo el llamado del muftí a uno de los últimos rezos del día, Abd, de 36 años, dijo que las defecciones del ejército fueron pocas, según le contaron en Siria.
-¿El ejército tiene apoyo aéreo?
-No de combate. En 20 días vi volar un solo helicóptero, y muy alto. Creo que monitoreaba el movimiento de tropas. Creo que Al-Assad no quiere dar excusas para la intervención militar extranjera.
Abd dejó Siria y llegó a Turquía tras una fuga de varias horas en las que se consumieron decenas de vidas y varias cuotas de esperanza que sostenía la resistencia rebelde frente a la aceitada maquinaria asesina del régimen.
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