Los "principitos" y su descontrol, foco de la furia popular
Los millonarios hijos de la cúpula del partido protagonizan cada vez más escándalos
PEKIN.- Sábado en la madrugada. Un Ferrari Spider 458 negro choca contra el muro de concreto de un puente en la zona universitaria de Pekín. El golpe ocurre a tal velocidad que la parte trasera del auto queda destrozada. El conductor muere en el acto y sus dos pasajeras son llevadas al hospital, heridas de gravedad.
La noticia no aparece en ningún medio y, sin embargo, se vuelve comidilla en las redes sociales como Weibo, la plataforma de microblogging inhabilitada ayer. Horas más tarde desaparecen todas las referencias al accidente y "Ferrari" queda bloqueada, enviando a la marca al desván de palabras prohibidas al lado de nombres como Liu Xiaobo (el disidente y premio Nobel de la Paz), Dalai Lama o Wukan (el pueblo que se rebeló contra la autoridad central).
Pero cuanto más se suprimen los comentarios, más tracción gana la historia del choque. La conclusión es casi obvia: el conductor no puede ser un simple millonario imprudente, sino que debe ser el hijo de un alto funcionario. Hoy, dos semana después, abundan las hipótesis, pero su identidad sigue siendo un misterio. La versión más sólida es que el joven es el hijo ilegítimo de Jia Qinglin, el número cuatro en la nomenclatura política china.
El problema no es el accidente del Ferrari, sino la suma de incidentes protagonizados por los hijos de funcionarios públicos en un país donde la fortuna de muchos de ellos aumenta a medida que la brecha entre ricos y pobres se acentúa cada vez más. Impera la sensación de que las reglas no son las mismas para los fuerdai -ricos de segunda generación- y de que, cuando las rompen, no están sujetos a las mismas leyes que un ciudadano ordinario. A eso se le suma la indignación que genera el tren de vida de los "principitos", como suelen ser llamados los hijos de los altos jerarcas del Partido Comunista.
"Ahora sí me da mucha curiosidad saber quién conducía ese Ferrari. A propósito, ¿alguien ha visto a Guagua en los últimos días?", escribió, hace unos días, el reconocido escritor y bloguero Kaiser Kuo en Twitter.
Kuo se refería a Bo Guagua, uno de los "principitos" más visibles, hijo de Bo Xilai, el ex líder del Partido Comunista en Chongqing y ex ascendente estrella política desplazada por un misterioso caso de corrupción y por las luchas de poder que rodean la sucesión del presidente Hu Jintao, prevista para comenzar en octubre. Guagua, un playboy educado en Oxford y Harvard, fue visto conduciendo un Ferrari rojo por Pekín, pese a que su familia lo ha desmentido.
Cualquiera que sea la identidad del conductor del Ferrari accidentado, la indignación crece en China con cada nuevo incidente. Y mientras más arriba estén el padre o la madre, mayor es la ira digital. La mayoría de los hijos de los altos jerarcas del partido estudiaron en el extranjero, lo que los mantuvo lejos de la opinión pública. Muchos intentan mantener el mismo bajo perfil tras regresar al país, aunque con Internet la información sobre el difuso gobierno chino circula cada vez más rápidamente, a pesar de las medidas de Pekín para limitarla.
Muchos de los hijos de los personajes fuertes del partido ocupan importantes cargos en el sector empresarial: en algunos casos cuentan con una preparación que los hace candidatos apropiados para el cargo; en otros, el nepotismo es más evidente.
La lista es llamativamente larga, especialmente cuando inicia una nueva era el próximo octubre con el cambio de gobierno. Xi Jinping, probable próximo presidente de China, es precisamente eso: un "principito", hijo de Xi Zhongxun, miembro de la primera generación de líderes chinos, que combatió junto a Mao Tsé-tung.
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