Los primeros blancos: Estonia, Georgia e Irán
Los tres países sufrieron ataques informáticos de países “enemigos”
Fue el primer ciberataque en alcanzar la dimensión de auténtica guerra contra un Estado. El blanco: Estonia, un pequeño país báltico enfrentado con Rusia que, por su altísimo nivel de informatización, es conocido como "E-stonia".
En abril de 2007, recibió presiones del gobierno ruso por haber trasladado un monumento que recordaba a los soldados soviéticos que lucharon contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial de un parque de Tallin, la capital de Estonia. El episodio generó, primero, fuertes protestas callejeras. Luego, la violencia derivó en un masivo ciberataque contra el corazón del sistema informático del país: organismos estatales, bancos, medios de comunicación, partidos políticos y redes de telefonía móvil se vieron afectados. Las pérdidas fueron millonarias.
Por lo menos un millón de computadoras fueron utilizadas para lanzar el ataque contra Estonia, donde la cuarta parte de la población (de 1,3 millones de personas) es de origen ruso y habla su idioma original.
El ataque se produjo mediante el bombardeo de los sitios web con cientos de miles de mensajes simultáneos, que saturaron los servidores e hicieron colapsar las computadoras. Los cañones del gobierno estonio -un "e-gobierno", según lo califican sus funcionarios- no tardaron en apuntar contra el Kremlin. Rápidamente, Rusia negó estar involucrada en el caso de "terrorismo cibernético".
Pero no fue la única vez que Moscú fue acusada por un ciberataque. En 2008, el conflicto entre Georgia y Rusia -declarado luego de que tropas georgianas atacaran la provincia de Osetia del Sur, un enclave independentista- también derivó en una ofensiva vía Internet.
Un fotomontaje en el que se comparaban imágenes del presidente de Georgia, Mikhail Saakashvili, con otras de Adolf Hitler en poses similares sustituyó el contenido original de la web del Banco Nacional. También la página del jefe de Estado fue bloqueada durante días y se cerró el acceso a la de la cancillería. Tbilisi acusó a Moscú de los bloqueos y manipulaciones. Pero el Kremlin, otra vez, se desentendió del asunto.
Y este año, la víctima fue un aliado estratégico de Rusia: Irán, cuyas instalaciones nucleares -fuente de conflicto con las potencias occidentales- fueron atacadas por un poderoso virus informático.
Según Teherán, los esfuerzos de sus "enemigos" por infectar los sistemas nucleares del país con el virus Stuxnet fracasaron. Sin embargo, admitió que sí lograron penetrar en computadoras portátiles privadas de algunos técnicos de la central atómica de Bushehr, construida por Rusia. Según expertos internacionales en materia de seguridad, el Stuxnet podría haber sido lanzado desde Estados Unidos o Israel.
Más allá de la alerta que generó en Irán, los especialistas en ciberseguridad consideran que el Stuxnet representa una amenaza para industrias clave en todo el mundo, de plantas de agua y energía a fabricantes de automotores. El virus es tan complejo que sólo "unos pocos atacantes selectos" podrían desarrollar una amenaza similar, pero de todos modos pone de relieve que "los ataques directos para controlar infraestructuras clave son posibles y no necesariamente ficción sacada de novelas de espionaje", señaló Dean Turner, director de la red mundial de inteligencia Symantec. "Las implicaciones que tiene Stuxnet en el mundo real están más allá de cualquier amenaza que hayamos visto en el pasado", advirtió.