Los pasos en política exterior, menos radicales de lo que prometía en la campaña
WASHINGTON.- En diciembre, cuando Donald Trump recibió la llamada del líder de Taiwán y le dijo que Estados Unidos tal vez dejaría de sujetarse a la política de "una sola China" -según la cual solo hay una nación-Estado llamada China y, en consecuencia Hong-Kong, Macao, Taiwán y la China continental son todos parte de esa única entidad nacional denominada «China»-, los partidarios del republicano lo celebraron como una muestra de fortaleza: otro tema delicado en el que el entonces presidente electo estaba dispuesto a desafiar muchas décadas de ortodoxia diplomática.
El jueves pasado, Trump volvió a encarrilarse. Durante una llamada con el presidente chino, Xi Jinping, prometió fidelidad a "una sola China", una política que rige desde hace 44 años, cuando Estados Unidos reconoció a Pekín como único gobierno chino y cortó relaciones diplomáticas con Taiwán.
Con Israel, Trump también viró hacia el centro. Tras presentarse como un férreo defensor del primer ministro, Benjamin Netanyahu, y rechazar la campaña de presión contra los asentamientos israelíes en Cisjordania, el presidente norteamericano les advirtió esta semana a los israelíes que, a su entender, "avanzar con esos asentamientos no es bueno para la paz".
También hubo cambios en cuanto a Irán. Trump candidato amenazó con romper en pedazos el tratado nuclear alcanzado por Barack Obama, pero los asesores del flamante presidente le dijeron a Federica Mogherini, alta funcionaria de política exterior de la Unión Europea, que Estados Unidos cumpliría al pie de la letra con el acuerdo.
A medida que Trump va delineando su política exterior, demuestra ser menos radical de lo que sugerían tanto sus afirmaciones de campaña como sus intempestivas primeras llamadas con líderes extranjeros. Anteayer, al recibir en la Casa Blanca al primer ministro japonés, Shinzo Abe, Trump calificó la alianza de Estados Unidos y Japón como "un pilar de la paz y la estabilidad". Esas palabras -que superaron la prueba del tiempo- se parecen muy poco a sus amenazas de campaña de dar de baja esa alianza.
"Todo presidente descubre que las cosas se ven distintas desde el Salón Oval que desde el atril de campaña", dijo Martin Indyk, vicepresidente ejecutivo de la Brookings Institution. "Que Trump demuestre ser flexible en cuestiones clave de política exterior sugiere que se mueve por motivos menos ideológicos de lo que se entreveía en sus primeros movimientos."
En cierto sentido, Trump está experimentando la misma evolución de sus predecesores. Obama, que se presentó como candidato antiguerra, luego recurrió a los ataques con drones y a otras operaciones encubiertas de antiterrorismo que había estrenado George W. Bush.
En el caso de Trump, sin embargo, el reajuste es más flagrante por el extremismo que había manifestado en sus posturas frente a China, Rusia y la OTAN, así como por la escasez de asesores en política exterior en su equipo de campaña y por su demora en cubrir los puestos del gabinete de seguridad nacional. Además, el reajuste en política exterior contrasta con su enfoque más inflexible sobre cuestiones internas, como los cuestionamientos legales a su decreto sobre inmigración.
Influencia
"Llegó al día de asunción sin haber hecho una reconsideración profunda de sus propuestas políticas y sin los debates internos que todos los gobiernos exitosos hacen durante la campaña y la transición", dijo Peter Feaver, ex integrante del Consejo de Seguridad Nacional de George W. Bush.
Funcionarios del gobierno dicen que el secretario de Estado, Rex Tillerson, era uno de los que instaba a Trump a apoyar públicamente la política de "una sola China" como manera de distender las relaciones con Xi. Hasta el jueves, ambos líderes no habían vuelto a hablar desde el 14 de noviembre. Funcionarios del gobierno norteamericano afirman que el líder chino no estaba dispuesto a dialogar nuevamente con Trump sin garantías de que Estados Unidos refrendaría esa histórica política.
Según fuentes del gobierno, otro que despunta como un jugador político influyente es Jim Mattis, secretario de Defensa. Mattis acaba de volver de una gira por Asia, en la que garantizó el apoyo de Estados Unidos a sus aliados, como Japón y Corea del Sur. Entre sus compañeros de viaje se encontraba Matthew Pottinger, que se convirtió recientemente en director para Asia del Consejo Nacional de Seguridad.
"Finalmente, alrededor de Trump se está formando un gobierno, en especial por las figuras de Tillerson y Mattis", dijo Jeffrey Bader, ex alto asesor de Obama en asuntos chinos. "Durante la transición, nadie tenía el temple o la experiencia para contradecirlo."
En las semanas previas a su asunción, Trump dejó entrever que los pilares fundamentales de sus relaciones con China y Japón -la política de "una sola China" y el tratado de defensa mutua, respectivamente-, estarían en juego sobre la mesa, como monedas de cambio para una negociación más amplia. El cambio fue recibido con alivio en la región Asia-Pacífico.
Traducción de Jaime Arrambide
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