Los países ricos de Asia-Pacífico se ponen al día en sus campañas de vacunación
Aunque comenzaron sus planes con demoras, Japón ya tiene un ritmo diario superior a EE.UU. y Corea del Sur dio más vacunas per capita que la UE
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WASHINGTON.- Hasta hace apenas un mes, al epidemiólogo Kentaro Iwata le parecía inconcebible que Japón pudiera ser un anfitrión seguro de los Juegos Olímpicos de Verano 2020: los casos de Covid trepaban y la vacunación iba lenta, muy lenta. Pero a los pocos días Iwata vio que el establishment históricamente conservador de su país daba un giro drástico, y a partir de ese momento la cantidad de vacunados por día se multiplicó de manera exponencial.
“Cambiaron el papeleo, cambiaron la normativa, cambiaron la tradición”, dice Iwata con relación al nuevo y agilizado proceso de vacunación en Japón. “Me sorprendió mucho ver la desesperación del gobierno por acelerar de inmediato el programa de vacunación.”
Cuando la pandemia cumplió su primer año, hace un par de meses, muchos países ricos de la cuenca del Pacífico parecían estar paralizados, incapaces de hacer arrancar sus campañas de vacunación, mientras otras regiones del mundo desarrollado los miraban por el espejo retrovisor.
Pero ahora los países criticados por su lentitud se están poniendo al día. Corea del Sur está administrando más dosis per cápita que la Unión Europea, mientras que la tasa de vacunación diaria en Japón superó en estos días la de Estados Unidos, alentando entre los japoneses la esperanza de un pronto retorno a la normalidad.
(Estados Unidos y los países miembros del Unión Europea llevan vacunadas a muchas más personas que Japón o Corea del Sur.)
En Nueva Zelanda y Australia, donde la contención exitosa de los pequeños focos iniciales había alimentado cierta complacencia en la población, las campañas de vacunación también se están acelerando.
El demorado impulso vacunatorio se debe en parte al aumento de la provisión de vacunas, que llega en un momento crucial para la región Asia-Pacífico. La crisis sanitaria de la India, que alcanzó su pico el mes pasado, dejó demostrado el feroz poder de contagio de las nuevas variantes del virus, y un reciente y leve aumento de casos en Taiwán puso en claro que cualquier estrategia puede fracasar, hasta en lugares que parecen inexpugnables.
“Esa región realmente aplicó una estrategia de eliminación o fuerte contención del virus”, dice Michael Baker, experto en enfermedades infectocontagiosas de la Universidad de Otago, Nueva Zelanda. Muchos países siguieron el ejemplo de China, donde el brote inicial de Wuhan fue sofocado con una estricta cuarentena, señala Baker.
Australia y Nueva Zelanda se plegaron exitosamente a ese enfoque: sellaron las fronteras a la mayoría de los viajeros y así lograron sofocar los pequeños focos de infección. Japón y Corea del Sur, por su parte, lograron mantener bajos los niveles de contagio durante gran parte del año pasado, pero han tenido que desistir de su idea original de erradicar el virus, ante el irreductible auge de casos de estos últimos meses.
Si bien ese éxito inicial les compró un tiempo muy valioso, los cuatro países han tenido problemas para encarar sus programas de vacunación.
Un comienzo difícil
En Japón, la baja confianza de la gente en la vacuna -resabios de una ola de efectos secundarios a principios de la década de 1990- y al engorroso proceso de aprobación de las vacunas, complicaron el arranque de las inoculaciones, dice Iwata.
En Australia y Nueva Zelanda, como había casi cero casos de Covid, tampoco había una sensación de urgencia, a lo que se sumó la escasez de vacunas.
“En el tema vacunas, no hay que correr hacia el fracaso”, dijo en enero el primer ministro australiano, Scott Morrison. “Sería muy peligroso para los australianos.”
“Teníamos la sensación de estar pudiendo manejar la pandemia con medidas no farmacéuticas”, dice Baker, que asesora al gobierno de Nueva Zelanda sobre la respuesta a la pandemia. “El relativo éxito de esas otras medidas seguramente hizo que nos dejáramos estar con el tema de conseguir vacunas más rápidamente.”
Cuando Estados Unidos ya había inmunizado completamente a una cuarta parte de su población, a mediados de abril, Corea del Sur le había administrado apenas una sola dosis a menos del 3% de sus habitantes, y menos del 1% de los neozelandeses y japoneses había recibido dos dosis de la vacuna.
Pero a medida que quedan expuestos los peligros de ese abordaje con pie de plomo, especialmente en lugares antes reacios a la vacuna, como Taiwán, los países ricos de Asia-Pacífico empezaron a redoblar sus esfuerzos de vacunación.
Seúl ya lanzó incentivos para quienes se vacunen, como el levantamiento de las restricciones a los viajes y del uso obligatorio de barbijo. La cantidad de surcoreanos que recibieron al menos una dosis casi se ha duplicado, del 7% al 14%, en las últimas dos semanas, según el sitio de datos Our World in Data.
En Japón, el promedio semanal de dosis aplicadas se ha cuadruplicado en las últimas dos semanas, desde que el gobierno agilizó radicalmente el trámite para ser vacunado.
“Frente a la situación que plantea el coronavirus, la administración de gobierno debe cambiar”, dijo a mediados de mayo el director de vacunación de Tokio.
La transformación sorprendió al propio Iwata, que dice venir presionando infructuosamente desde hace años a los funcionarios para que reduzcan las barreras para acceder al tratamiento del sida.
“No cambiar nunca nada: la actitud de base de un burócrata siempre fue esa”, dice Iwata. “Ahora cambian las cosas casi todos los días”.
El motivo: los Juegos Olímpicos.
“Ahora el gobierno recurre a la vacunación como la herramienta definitiva para garantizar la realización de los Juegos Olímpicos”, dice Iwata. “Están liberando todos los obstáculos que había para vacunarse.”
En Nueva Zelanda la campaña de vacunación está ahora adelantada respecto del cronograma previsto, que de todas maneras no es vertiginoso. Y el ritmo de las inoculaciones también se ha acelerado en Australia, aunque el país sigue muy atrasado respecto de su objetivo.
Al mismo tiempo, los países con altos porcentajes de personas vacunadas pero pocas medidas de prevención podrían ser más vulnerables a cualquier nueva variante resistente a la vacuna.
“Los más vulnerables serían países como Estados Unidos y el Reino Unido, porque perderían su única línea de defensa”, dijo Baker.
Todavía son muchos los riesgos que acechan a los países de la Cuenca del Pacífico. En Nueva Zelanda y Australia, la escasez de dosis podría echar por la borda estos últimos avances de la vacunación. Por su parte, a Iwata le preocupa que el gobierno japonés, que en vísperas de los Juegos Olímpicos empezó a escuchar más a los científicos, deje de hacerlo no bien sean inaugurados.
“Ahora la carrera es entre las vacunas y las variantes”, dice el científico japonés.
The Washington Post
(Traducción de Jaime Arrambide)
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