Los países que antes querían entrar al euro ahora lo miran de reojo
Por el avance de la crisis griega, ser socio de la moneda única parece menos atractivo
VARSOVIA.- En un tiempo era un club exclusivo del que casi toda Europa aspiraba a ser parte. Ahora, con la crisis financiera griega y la respuesta dura de muchas potencias del continente, ser socio de la moneda común europea parece cada vez menos atractivo para muchos de los países que hacen fila.
Desde Polonia, pasando por la República Checa hasta Hungría, y puntos más al Sur y el Este, ingresar al euro se ve cada vez más como algo lleno de riesgos y costos que superan los beneficios. Y aunque muchos de los países que aún no adoptaron la moneda única tenían dudas antes de que estallara la crisis griega, las pesadas penalidades en las que incurrió Atenas dejaron aún más en claro cuál es el costo del ingreso.
Los reparos respecto de asociarse a la unión monetaria plantean nuevos interrogantes acerca de la capacidad de la Unión Europea (UE) de mantener la dinámica de avance hacia la meta largamente sostenida de una unión cada vez más estrecha. Más que ninguna otra política, la moneda única debía ser un factor que uniera a los miembros económica y políticamente, reduciendo al mismo tiempo las posibilidades de conflicto, y la declinación del entusiasmo por esa unión va de la mano con una reevaluación más general de la integración europea.
Las dudas ahora se dan primordialmente en los países que se sumaron más recientemente a la UE, en particular en Europa Central y Oriental.
Polonia tiene la mayor economía de la UE que no ha adoptado la divisa multinacional, excluyendo aquellos que, como Gran Bretaña y Dinamarca, decidieron no ser parte de la eurozona.
El partido gobernante en Polonia, Plataforma Cívica, desde hacía mucho promovía el ingreso al euro, pero últimamente adoptó un tono más cauto. "Nunca dije que adoptaría el euro", dijo el primer ministro polaco, Ewa Kopacz, en una entrevista en la televisión estatal. "Introduciremos el euro cuando beneficie a los polacos y al país."
"Rechazamos esta mala idea, a menos que se quiera que Polonia se convierta en una segunda Grecia", dijo Beata Szydlo, candidata a primera ministra en las próximas elecciones parlamentarias.
Dado que se profundizan estas actitudes políticas, la perspectiva de que Polonia o cualquier otro país adopte el euro en cualquier momento próximo parece remota, dijo Sebastian Plociennik, analista del Instituto de Asuntos Internacionales de Polonia que se especializa en la integración europea y cuestiones económicas.
"Sí al euro, pero no hay apuro", señaló Ales Michl, jefe de asesores económicos del ministro de finanzas de la República Checa.
Eventualmente, la crisis griega podría inspirar cambios en la eurozona que harían más beneficioso abrazar la moneda común, dijo Lubomir Lizal, miembro del directorio del Banco Nacional Checo. "Pero es demasiado pronto, en el punto álgido de la crisis, para predecir cambios que sean consecuencia de la misma."
A otros países con más problemas financieros les preocupa que la adopción del euro pueda obligarlos a tener que hacerse cargo de la irresponsabilidad fiscal griega.
"También tenemos que dar fondos a Grecia", indicó Boiko Borisov, primer ministro de Bulgaria, el miembro más pobre de la UE. "Los más pobres les tenemos que dar a los más ricos. No le veo lógica a eso."
Pero aunque Bulgaria y otros países en problemas deciden seguir adelante, la crisis griega puede hacer que las naciones que ya son miembros de la eurozona estén menos dispuestas a aceptarlos como socios.
El nuevo presidente de Croacia, Kolinda Grabar-Kitavoric, dijo que el país adoptará el euro dentro de cinco años, pero esto fue rechazado prontamente por el primer ministro, Zoran Milanovic. Como sea, Croacia está retrasada en sus esfuerzos por implementar el tipo de reformas fiscales requeridas para calificar para el euro, y la opinión pública respecto de la moneda única se hundió a partir de la crisis griega.
Rumania fijó 2019 como el año para adoptar el euro, pero pocos creen que ésta sea una meta realista. Mugur Isarescu, gobernador del Banco Nacional de Rumania, dijo que ve que el proceso llevará diez años más.
Por su parte, Zoltan Pogatsa, economista política de la Universidad de Hungría Occidental, dijo que los mayores beneficios del ingreso a la eurozona provienen de implementar las reformas financieras requeridas para ser miembro. Una vez lograda esa estabilidad, dijo, puede ser más sabio conservar la divisa local y atarla al euro, como lo hicieron Dinamarca y Suecia. "De ese modo, uno preserva su alternativa de devaluar y no se cae bajo la dictadura tecnócrata de la austeridad", señaló.
Traducción de Gabriel Zadunaisky
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