Los países pequeños, gigantes de la energía verde
La cumbre del clima de París destacó las políticas verdes de los últimos años
PARÍS.- Hay países que provocan la admiración del mundo por su capacidad de convertirse a la energía renovable. Citados como ejemplo en la conferencia sobre el clima (COP21) que se realiza en París hasta el 11 de diciembre, muchos de ellos son latinoamericanos. Es el caso de Uruguay, Paraguay o Costa Rica.
Mientras el mundo se debate en la capital francesa para acordar la mejor manera de pasar de los combustibles fósiles a una energía verde, numerosas naciones lograron esa transición con facilidad, como si fuera un juego de niños.
Costa Rica consiguió este año pasar 94 días consecutivos sin utilizar energía fósil para producir electricidad, gracias a una mezcla de 78% de energía hidráulica, 12% de geotérmica y 10% de eólica. El objetivo es alcanzar el 100% de energía verde para 2021. Paraguay, por su parte, obtiene el 90% de su energía de la central hidroeléctrica de Itaipú.
Islandia cuenta con la ventaja de ser un país de volcanes, que le permite obtener el 85% de su calefacción de la geotermia y, con ayuda de la energía hidráulica, 100% de su electricidad. Esto la transformó en el principal productor per capita de energía verde del mundo.
Lesoto obtiene 100% de su energía de una cascada de represas con capacidad para exportar a Sudáfrica.
Los enormes recursos hidráulicos de Bután también producen un consistente excedente que representa más del 40% de sus ingresos de exportación. Depender de una sola fuente energética representa sin embargo un problema: el país tiene que importar energía de la India en la temporada de sequía.
Uruguay es el caso más sorprendente, el que todos mencionan como emblemático en la COP21. En menos de 10 años, fue capaz de reducir su huella de carbono y sus costos de electricidad en forma drástica.
Según el ex responsable del área Ramón Méndez, las energías renovables proveen el 94,5% de la electricidad que se utiliza en el país, mientras que los precios, ajustados a la inflación, son sensiblemente inferiores que en el pasado. También hay menos cortes, porque una diversificada mezcla de energías procura mayor resistencia a las sequías.
Hace 15 años la historia era muy diferente. A comienzos del siglo XXI, el país importaba 27% del petróleo y un nuevo gasoducto se disponía a recibir gas de la Argentina. Ahora, el principal producto de importación son las turbinas de viento, que desembarcan en los puertos uruguayos esperando su instalación.
La biomasa y la energía solar también aumentaron drásticamente. Cuando se las suma a la energía hidroeléctrica se obtiene un total de 55% de fuentes renovables; una cifra exuberante comparada al modesto 12% a nivel mundial.
Gracias a su espectacular progreso en la descarbonización de su economía, el Banco Mundial, la Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su sigla en inglés) proclamaron a Uruguay como uno de sus líderes en energías limpias.
Gracias a esa política, la inversión destinada en Uruguay a esa energía verde, pero también al gas líquido, alcanzó los 7000 millones de dólares en los últimos cinco años. Es decir el 15% del PBI del país. Eso representa cinco veces el promedio de América latina y tres veces lo recomendado a nivel global por los economistas.
"Nos hemos dado cuenta de que las energías renovables son un excelente negocio", aseguró Méndez al periódico británico The Guardian. Y agregó que, comparado con el período 2009-2013, el país conseguirá reducir 88% de sus emisiones de carbono en 2017.
Para los responsables uruguayos no hay milagros en este proceso, la energía nuclear está totalmente ausente y en los últimos 20 años no se construyó ninguna central hidroeléctrica. La clave del éxito reside -afirman- en un esquema simple pero eficaz: un proceso claro de decisión, una política de incentivos y una sólida colaboración entre el sector público y privado.
El resultado es una afluencia considerable de firmas extranjeras interesadas en obtener contratos para instalar parques eólicos. La competencia es tanta -señalan- que los costos de electricidad se redujeron 30% en los últimos tres años.
A juicio de los expertos, comparado con otros pequeños países con altos porcentajes de energías renovables, la ventaja de Uruguay es la utilización de múltiples fuentes. Eso -afirman- lo protege mucho más de eventuales cambios climáticos.
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