Los Ortega Murillo: dos reyes y ocho príncipes que tienen sometida a Nicaragua
Los familiares directos del hombre fuerte se reparten el poder y los negocios distribuidos en altos cargos públicos; la residencia familiar de El Carmen es el verdadero centro de las decisiones a nivel nacional
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SAN JOSÉ.- “Aquí tenemos dos presidentes porque respetamos el principio de 50-50. Aquí tenemos una copresidencia con la compañera Rosario”, adelantó Daniel Ortega en plena campaña sobre su compañera de candidatura de cara al próximo mandato que renueva en las elecciones de mañana, que lo llevará si lo acompaña la salud a cumplir 30 años al frente del país.
Murillo es su mujer y su alter ego. El poder en la sombra. La Constitución nicaragüense no contempla semejante figura, pero poco importa para los jefes del clan Ortega Murillo, una familia “real”, dictadura dinástica como la bautizó el periodista Carlos Fernando Chamorro, con ocho “príncipes”, sus hijos, que se han repartido buena parte del poder en el país centroamericano pese a las sanciones de Estados Unidos.
No solo han monopolizado el Poder Ejecutivo. Padres e hijos se reparten presupuestos millonarios, negocios petroleros, televisiones, radios, granjas de bots, oficinas publicas y empresas privadas, centralizadas en la residencia familiar de El Carmen, convertida en palacio presidencial y en símbolo de su poder al margen del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Han impuesto incluso su propia estética entre el morado y rosa, tan alejada del rojo y negro histórico de los revolucionarios.
“Lo de copresidenta es un recurso retórico para dotar a Murillo de una legitimidad que nunca ha tenido. Sus niveles de aprobación son incluso más bajos que los de Ortega. El título obedece, sin duda, al afán dinástico de traslado de poder a una figura familiar”, advierte la socióloga Elvira Cuadra desde su exilio en Costa Rica.
“Quieren hacer de Nicaragua el reino para toda la vida”, sentencia Zoilamérica Narváez, la única hija de Murillo, hijastra de Daniel, que no forma parte del clan. Fue rechazada tras denunciar las abusos sexuales que durante años sufrió por parte del cabecilla de la saga familiar. La hija expulsada del paraíso por “traidora” a la revolución.
Es la única que no disfruta de las mieles del poder, pero lo acontecido en el siglo pasado es clave para descifrar al clan: su apartamiento esconde un pacto entre madre y padrastro para olvidar el caso Zoilamérica. “Definitivamente que sí, pues aparte de ese motivo, Ortega no tendría ninguna otra razón válida para entregarle a Rosario el ejercicio del poder en términos de igualdad. Rosario no cuenta con ningún mérito personal, aparte de complacerlo maritalmente. Ella no era revolucionaria, ni había luchado, ni formaba parte de la estructura de poder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Murillo maneja los hilos del poder y a sus propios hijos como si fueran marionetas de la misma representación. Rafael, también hijastro, adoptado por Ortega, tiene 53 años, pero no ejerce como hermano mayor. Ni siquiera se escuchó una sola palabra suya tras conocerse la denuncia de su hermana Zoilamérica.
Lo suyo son los negocios, sobre todo los petroleros: es el encargado de administrar por orden presidencial la Distribuidora Nicaragüense de Petróleos (DNP). La sanción de Estados Unidos hace dos años contra DNP por “ser utilizada por miembros de la familia Ortega para su enriquecimiento personal” forzó su nacionalización, ordenada por el patriarca. Rafael dirige un entramado de empresas a través del cual maneja los fondos familiares, como denunció Washington en su día. Los opositores boicotean las gasolineras de DNP: están convencidos que de esta forma sufragan a la dinastía.
Rafael no entra en la quiniela de la sucesión de Ortega (cumple 76 años la semana que viene) y Murillo (70), que parece cosa de dos hermanos: Laureano y Juan Carlos. Laureano es el tenor de ópera que desafina bastante y que viste de Armani y Gucci, un bon vivant que ha perdido enteros en la carrera por el poder.
“Vacunando con Sputnik Light. Gracias a nuestro gobierno sandinista que nos garantiza este derecho y gracias a nuestros hermanos rusos por la cooperación de nuestro pueblo”, publicó en sus redes sociales, luciendo tatuajes, cuando miles de sus compatriotas se escabullen a Honduras para ser vacunados.
Oficialmente, Laureano (39) es asesor para inversiones, comercio y cooperación internacional del presidente. También está vinculado a ProNicaragua, agencia que busca capitales en el exterior, donde se germinó uno de las grandes fracasos de la “familia real”: el gigantesco canal interoceánico que nunca se hizo pero que fue ideado por el polémico empresario Wang Jing. El negociante chino anda en la ruina.
“Mi mundo es la música”, ha insistido Laureano más de una vez. Para mantenerse en él, incluso traerse al país óperas desde Italia, necesita ser un eslabón más en la maquinaría del poder familiar. Al frente de la Fundación Incanto se siente feliz y realizado con sus óperas. Para este mes tiene previsto volver a subirse a las tablas para representar ´La verbena de la paloma´.
Al igual que su hermano mayor y su madre, Laureano está sancionado por Estados Unidos por “sus papeles en la corrupción y el lavado de dinero para beneficio personal del régimen”.
Juan Carlos (40) es el favorito de su madre y, por lo tanto, máximo candidato para la sucesión. Y lo es por su beligerancia y por sus constantes trifulcas a través de las redes sociales. Su beligerancia es tal que su madre ha visto en él a una reencarnación de Sandino, el héroe nacional que combatió a los estadounidenses. A nadie sorprendió que Estados Unidos y la Unión Europea le sancionaran, por su complicidad con la violación de derechos humanos.
“No hay ni habrá fuerza imperial o colonialista capaz de doblegar a este pueblo que avanza en unidad en la construcción de sus propios sueños”, arengó Juan Carlos esta semana tras conocer que Facebook había eliminado mil cuentas trolls sandinistas, en las que él y sus hermanos tienen mucho que ver.
Al igual que el resto del clan es amante de la buena vida, que suele mostrar a través de sus redes sociales. “La gente rechaza estas exhibiciones ostentosas de forma sistemática. Los memes son la forma más popular de combatirlas”, señala resume Cuadra.
Juan Carlos controla el Canal 22 y de Difuso Comunicaciones, encargada de las campañas publicitarias del gobierno y del partido. Casado con una antigua miss Nicaragua, insiste en su pasión por el rock (es guitarrista del grupo Ciclo) y por el cine. The New York Times denunció en su día que el gobierno gastó 400.000 dólares para que el joven participara en una producción de Hollywood, que pasó sin pena ni gloria por las pantallas.
Camila (34) es la hermana más conocida por el país, la mano derecha de su madre, inseparables, tanto que a veces asemeja más a una secretaria privada. Incluso bajo la lluvia, aguantando un chaparrón tropical para cubrir a la jefa con un paraguas. Antigua modelo de pasarela, también diseñadora, no ha abandonado su mundillo y se mantiene al frente de Nicaragua Diseña, plataforma pública que promociona la moda local y que ella misma creó en 2012.
También tiene sus propios medios de comunicación, entre ellos el canal Viva Nicaragua, junto a la pequeña Luciana (32), la hermana que menos aparece públicamente. “Trata de silenciar los medios independientes”, resumió la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) sobre Camila tras sumarla a la lista de sancionados por Estados Unidos.
Los tres hermanos restantes, Maurice (36), Carlos Enrique (44) y Daniel Edmundo (41), además de dirigir varios canales de televisión, han acompañado el despliegue de bots en las redes sociales. El primero es el más cercano de todos ellos al régimen bolivariano, incluso se lo suele ver por Caracas.
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