Los ocho años de Francisco: “Algunas reformas de saneamiento del Vaticano requieren rupturas drásticas con el pasado”
En una entrevista con LA NACION, el veterano vaticanista español Juan Vicente Boo analizó el pontificado de Francisco en su nuevo aniversario
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ROMA.- Cubrió el pontificado de Juan Pablo II, el de Benedicto XVI, papa emérito y ahora el del papa Francisco, que cumple el octavo aniversario de su elección, la primera de un jesuita, un sudamericano y un outsider, ocurrida el 13 de marzo de 2013. Por eso nadie mejor que Juan Vicente Boo, veterano vaticanista y corresponsal en Roma del diario español ABC desde hace 22 años, para analizar este nuevo aniversario de la llegada de Jorge Bergoglio, de 84 años, al trono de Pedro. Boo, de 66 años, es autor de varios libros sobre Francisco y de uno recién publicado, Descifrando el Vaticano, en el que explica cómo es el longevo, misterioso, complicado y desconcertante mundo que lo rodea. En una entrevista con LA NACION dio las claves para entender estos ocho años del papa venido desde el fin del mundo.
-Pasaron ocho años, que no son pocos. ¿Qué balance traza?
-Me atrevería a decir que grandioso. Aparte de reorientar poderosamente la mirada de los católicos a rasgos esenciales de Dios como la misericordia, la ternura o la alegría, se han dado numerosos pasos históricos. Como el primer encuentro con un Patriarca de Moscú- la mayor de las Iglesias ortodoxas-, el primer discurso de un Papa ante el Congreso de Estados Unidos -el parlamento más poderoso del mundo-, la primera encíclica social sobre protección de la naturaleza, el primer viaje a la península Arábiga y la firma del Documento de Fraternidad Humana en Abu Dhabi, el primer encuentro en Irak con el gran ayatollah de los chiitas, Ali al-Sistani…
-¿ Cuáles son para usted los cambios más importantes que el papa Francisco ha hecho?
-En primer lugar, el cambio de estilo: sencillez, cercanía, aire familiar, alegría… Pero también la primera llamada a grandes consultoras internacionales para reorganizar la economía del Vaticano, hacer limpieza de evasores fiscales en el banco del Vaticano (IOR), etc. A esto se suma la gran apuesta por un estilo sinodal de gobierno de la iglesia y el nombramiento de mujeres como subsecretarias -”número tres”- de departamentos en el Vaticano, que esperemos llegue pronto a jefaturas como ha intentado ya en una ocasión.
-Jorge Bergoglio fue electo después de la renuncia bomba de Benedicto XVI, con el mandato de hacer limpieza sobre todo en la economía: ¿cree que ha podido avanzar en esto?
-En ese terreno ha habido muchos altibajos. De la concentración inicial de responsabilidades en la nueva secretaría de Economía se ha pasado a reunir en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA) la gestión del gigantesco patrimonio inmobiliario y de los fondos de inversión, incluso los fondos reservados que gestionaba la secretaría de Estado hasta que se ha descubierto el escándalo de malversación. La raíz de muchos disgustos es que la información que publica el Vaticano sobre su presupuesto es muy exigua, la de los contratos públicos es mínima y la de su patrimonio es nula. En la administración de fondos públicos la alternativa es: o transparencia o corrupción. Sin transparencia, los escándalos seguirán repitiéndose periódicamente.
-Estamos a la espera de una reforma de la curia: ¿usted, que acaba de publicar un libro esencial para descifrar el Vaticano, qué espera, cómo ve esta reforma?
-La veo con mucha esperanza pues algunas partes de la reforma -la cultural y la organizativa - están ya parcialmente hechas. Tengo miedo a que la “poda” de docenas de departamentos de escasa utilidad pueda quedarse corta. En todo caso, se nota ya más espíritu de servicio al Papa y a los obispos de todo el mundo en departamentos que antes se autoconsideraban “virreinatos”. Falta todavía el decidido cambio de rumbo hacia la evangelización que se espera llegue cuando promulgue la Constitución Apostólica “Predicad el Evangelio”.
-¿Cómo interpreta la oposición al papa Francisco que proviene más del cristianismo, del seno de la Iglesia católica, que desde las demás religiones?
-El papa Francisco es considerado una luz para el mundo entero, como hemos podido ver en sus encuentros con líderes espirituales de las grandes religiones: judaísmo, Islam, budismo, etc. Paradójicamente ha sufrido hostilidad muy fuerte de sectores católicos conservadores y de medios ultraconservadores pseudo-católicos financiados sobre todo por intereses económicos y políticos de Estados Unidos que no toleran la encíclica Laudato si o sus críticas al macronegocio de los armamentos. Más recientemente, el gobierno de [Jair] Bolsonaro y algunas compañías extractivas le han hostigado por su defensa de la Amazonia. Esas resistencias no lo han frenado, pero han hecho imposible que una parte de los católicos reciba su mensaje espiritual renovador.
-¿Cómo juzga el último viaje del Papa a Irak?
-Me ha parecido épico. Dejando aparte algunos viajes “rompedores” de Juan Pablo II, diría que ha sido, por su contenido y valor simbólico, “el viaje” de los dos últimos pontificados. Y una gran lección constructiva para el mundo. Lo veo como la parábola del Buen Samaritano en el siglo XXI. A pesar de los riesgos, el Papa se detiene para ayudar a un país entero gravemente malherido por malhechores y abandonado en el borde del camino, por el que otros han pasado de largo.
-¿Debilidades del papa Francisco y fortalezas?
-Francisco reconoce albergar un temor a ser duro o a ser drástico desde que dejó atrás su etapa de liderazgo carismático de los jesuitas en la Argentina. Pero algunas reformas de saneamiento del Vaticano requieren rupturas drásticas con el pasado, aunque desaten un avispero. Sus puntos fuertes son muchos. Yo destacaría la humanidad, la paciencia y la tenacidad.
-¿Qué espera de los próximos años del pontificado?
-Espero que Francisco consolide todavía más su liderazgo espiritual en un mundo que necesita a gritos más fraternidad para encontrar soluciones a las cuatro crisis de la pandemia -sanitaria, económica, ecológica y social- justo cuando estamos, como dice él, “no en una era de cambios sino en un cambio de era”. Y, dentro del cristianismo, que continúe su línea de unir la espiritualidad con la caridad práctica en ayuda a las personas necesitadas. De modo que haya cada vez menos católicos “solo de teoría”.
-Francisco tiene fuertes dolores de ciática, que fueron evidentes en el último viaje. ¿Crees que seguirá el ejemplo de su predecesor y renunciará?
-Creo que sí. En los viajes internacionales nos ha dicho varias veces a los periodistas que renunciará cuando note que carece de las fuerzas necesarias para su tarea, como hizo Benedicto XVI. A mí me gusta mucho su carta apostólica del 15 de febrero de 2018 “Aprender a despedirse”. Todo cargo es de servicio, y hay que saber apartarse cuando ya no es posible prestarlo. La renuncia es, en realidad, un gran gesto de servicio.
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