Los nuevos planes militares de EE.UU. para Irán traen ecos de la guerra de Irak
Ante un nuevo escenario con un régimen más agresivo, su equipo de seguridad nacional prevé desplegar hasta 120.000 hombres
WASHINGTON.- El jueves pasado, en una reunión del equipo de seguridad nacional de Donald Trump, el secretario de Defensa interino, Patrick Shanahan, presentó una actualización de sus planes militares que prevé el envío de hasta 120.000 soldados a Medio Oriente en caso de que Irán ataque a las fuerzas norteamericanas o acelere su fabricación de armas nucleares, según revelaron funcionarios de la Casa Blanca.
Esa revisión de planes fue ordenada por los funcionarios de línea dura, encabezados por John Bolton, asesor en seguridad nacional. Según las mismas fuentes, esa revisión no habla de una invasión por tierra de Irán, algo que demandaría un número de tropas mucho mayor.
El cambio refleja la ascendente influencia de Bolton, uno de los más virulentos detractores de Irán dentro de la Casa Blanca, cuyas presiones para confrontar con Teherán fueron ignoradas hace más de una década por el entonces presidente George W. Bush.
Imposible saber si Trump, que ha intentado desenredar a Estados Unidos de la situación en Siria y Afganistán, estaría en definitiva dispuesto a enviar de vuelta a Medio Oriente a semejante número de soldados norteamericanos. Tampoco queda claro si el presidente fue informado de la cifra de tropas que se baraja y demás detalles de los nuevos planes. Cuando le preguntaron si buscaba un cambio de régimen en Irán, Trump dijo: "Ya veremos lo que pasa con Irán. Si hicieran algo, cometerían un grave error".
En su gobierno existen opiniones contrapuestas sobre cómo responder al aumento de las tensiones con Irán por su política nuclear y sus intenciones en Medio Oriente. Algunos altos funcionarios de la Casa Blanca dicen que los planes militares, aunque se encuentren en su fase preliminar, dan cuenta de la peligrosidad de la amenaza que representa actualmente Irán. Otros urgen una solución diplomática para las renovadas tensiones y dicen que advertir a Irán por sus potenciales agresiones futuras equivale a una táctica de amedrentamiento.
Los aliados europeos que se reunieron anteayer con el secretario de Estado, Mike Pompeo, se manifestaron preocupados por la posibilidad de que las fricciones entre Washington y Teherán se desmadren, incluso involuntariamente.
La media docena de funcionarios de seguridad nacional con acceso a los detalles del nuevo plan militar solo aceptaron hablar con la prensa de forma anónima. Para algunos de ellos, lo sorprendente fue el número de tropas involucradas: la cifra de 120.000 soldados se acerca mucho al tamaño de la fuerza norteamericana que invadió Irak en 2003.
El despliegue por agua, tierra y aire de una fuerza tan numerosa también le regalaría a Teherán más blancos para atacar y tal vez más razones para hacerlo, con el riesgo de que Estados Unidos quede enredado en un conflicto bélico eterno. También revertiría el largo proceso de retiro de tropas norteamericanas de Medio Oriente que empezó con Irak en 2011, durante el gobierno de Barack Obama.
Pero dos de esos asesores en seguridad nacional dicen que el anuncio de Trump de diciembre sobre el retiro de fuerzas de Siria y la menor presencia naval norteamericana en la región parecen haber envalentonado a los líderes de Teherán y haber convencido a los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de que Estados Unidos no tiene ganas de pelearse con Irán.
Durante este fin de semana, fueron atacados o saboteados varios buques petroleros frente a las costas de los Emiratos Árabes Unidos, lo que suscitó el temor de que los corredores marítimos del Golfo Pérsico se conviertan en focos de conflicto. "Si pasa algo, Irán va a tener serios problemas", dijo Trump.
Las autoridades emiratíes investigan un presunto sabotaje, y la Casa Blanca intuye la participación de Irán. Varios funcionarios advierten, sin embargo, que todavía no hay videncia directa que vincule a Irán.
La profunda reformulación de los planes del Pentágono fue presentada durante una reunión más amplia sobre la política hacia Irán, pocos días después de que el gobierno de Trump informó, sin brindar evidencia, que nuevos datos de inteligencia indicaban que Irán estaba movilizando a sus células en Irak y Siria para atacar a las fuerzas norteamericanas en esos países. Como precaución, el Pentágono movilizó a la región del Golfo Pérsico un portaaviones, bombarderos B-52, una batería interceptora de misiles Patriot y fuerzas navales adicionales.
Según los presentes en la reunión, Shanahan dio un pantallazo de los planes del Pentágono y luego le cedió la palabra a Dunford para que detallara las opciones de las distintas fuerzas. El escenario de máxima prevé un despliegue de 120.000 soldados que tardaría semanas o meses en completarse.
Incluso hasta fines de abril los analistas de la inteligencia norteamericana señalaban que a corto plazo Irán no tenía intenciones de provocar un conflicto. Pero los nuevos partes de inteligencia, que incluyen pinchaduras telefónicas, imágenes y otras evidencias, indicarían que ahora Irán está alentando a sus células y grupos aliados para que se preparen a atacar a las fuerzas norteamericanas en la región.
Según dijo Shanahan ante el Congreso la semana pasada, los nuevos partes de inteligencia se conocieron el 3 de mayo. Dos días después, Bolton anunció el primero de los nuevos despliegues en el golfo.
Los espías norteamericanos no tienen claros los motivos del cambio de postura de Irán, pero funcionarios de inteligencia y del Departamento de Defensa dicen que las sanciones impuestas por Estados Unidos están funcionando mejor de lo esperado, paralizando la economía iraní, sobre todo después de las restricciones sobre todas las exportaciones petroleras del país que se anunciaron el mes pasado.
Parte del renovado plan del Pentágono parece concentrarse en las acciones militares que tomaría Estados Unidos si Irán reanudara la producción de combustible nuclear que quedó congelada tras el acuerdo de 2015. Para el gobierno de Trump sería difícil argumentar que Estados Unidos está bajo una inminente amenaza nuclear, ya que en 2016 Irán se desprendió del 97% de su combustible nuclear y ya no tiene suficiente para fabricar una bomba. Si Irán retomara la producción de uranio enriquecido, el panorama sería otro. Pero producir una cantidad significativa de ese material le llevaría por lo menos un año, y fabricar con él una bomba, mucho más. Al menos en teoría eso le daría tiempo suficiente a Estados Unidos para elaborar una respuesta, como un corte aún más drástico de los ingresos por petróleo, un operativo encubierto o un ataque militar.
La versión previa del plan de guerra del Pentágono incluía un apartado clasificado cuyo nombre clave era Nitro Zeus, un ciberoperativo destinado a dejar incomunicadas y sin luz a las fuerzas armadas y las principales ciudades de Irán.
La idea era usar ciberarmas para paralizar a Irán en las primeras horas de un eventual conflicto, con la esperanza de evitar tener que arrojar bombas o llevar adelante un ataque tradicional. El plan demandaba la fuerte presencia de agentes en las redes desde el interior de Irán -llamados "implantes" o "balizas"-, que allanaran el camino para la inoculación de virus disruptivos en los sistemas informáticos iraníes.
Dos funcionarios confirmaron que esos planes fueron actualizados constantemente en los últimos años. Pero incluso un ciberataque sin bombas entraña riesgos significativos. Irán ya tiene una fuerza de ciberataque muy efectiva, que en 2012 atentó exitosamente contra los mercados financieros, un casino de Las Vegas y una variedad de objetivos militares. En enero, los agentes de inteligencia norteamericanos declararon ante el Congreso que los hackers iraníes ahora son considerados operadores sofisticados con creciente habilidad para atacar ciberobjetivos norteamericanos.
Traducción Jaime Arrambide
Eric Schmitt y Julian E. Barnes
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