Los nuevos constituyentes chilenos, debutantes en política
Solo el 22% de quienes redactarán la futura Constitución compitieron en el pasado para un cargo; las mujeres son las grandes ganadoras
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Esta nota fue publicada originalmente en Americas Quarterly.
NUEVA YORK.- Ya en 2019, cuando la ola de protestas encendió la chispa de un movimiento para reescribir la Constitución de Chile, era innegable que el país estaba cansado de los políticos tradicionales y quería algunas caras nuevas. Tras las elecciones del 15 y 16 de mayo, queda claro que los chilenos tendrán precisamente eso: nuestro análisis de datos para Americas Quarterly revela que de los 155 delegados elegidos para redactar la nueva Constitución, solo 34 (22%) habían competido anteriormente para algún cargo, y apenas 20 (12,9%) habían ocupado un cargo electivo.
Para muchos, esta camada de debutantes de la política es una luz de esperanza, y de incógnitas, sobre el tipo de estatuto de gobierno que reemplazará a la actual Constitución de la era de Augusto Pinochet.
Antes de la votación, las agrupaciones feministas y de pueblos originarios, los estudiantes, la izquierda, los jubilados, los sindicatos y muchos otros grupos venían reclamando que la nueva convención constituyente reflejara al chileno común. Tras meses de negociaciones, el Congreso acordó mecanismos más inclusivos, como permitir que se presentaran candidatos independientes no afiliados a ningún partido político, exigir la paridad de género entre los delegados constituyentes de cada distrito, y reservar 17 lugares para representantes indígenas.
En un país donde apenas el 23% de los legisladores de la Cámara baja elegidos en 2017 son mujeres –a pesar del cupo femenino del 40% en las listas– puede decirse que las mujeres han sido las grandes ganadoras de esta elección. Una convención constituyente con equilibrio de género implica poner los intereses de las mujeres en el frente y centro de la escena. Las agrupaciones feministas, por ejemplo, elaboraron la Plataforma Feminista Constituyente y Plurinacional, que incluye reclamos de sustentabilidad ambiental, seguridad social para los trabajadores precarizados y fin de la impunidad de la violencia contra las mujeres.
Al pedir una Constitución “plurinacional”, las feministas se alían con los pueblos indígenas, que en Chile sufren una marginación profunda y generalizada. Muy pocos indígenas han ocupado un cargo electivo a nivel nacional. La Plataforma Constitucional Indígena pide el reconocimiento del derecho de los pueblos indígenas a la autonomía territorial, a su lenguaje y a su cultura.
Nuestros datos muestran que no solo la etnia y el género aportan una perspectiva fresca a la nueva constituyente, sino también que la abrumadora mayoría de los delegados son debutantes en política electoral. Según el relevamiento de todos los candidatos que aspiraron o accedieron a un cargo electivo desde que Chile volvió a la democracia, en 1989, el 82% de los 1468 candidatos a la constituyente nunca había competido por un cargo anteriormente. Y ese patrón se traslada a los resultados: según la lista de ganadores de Chile Decide, el 78% de los convencionales elegidos fueron candidatos por primera vez en su vida.
Descontados los escaños reservados para los delegados indígenas, había 138 lugares en juego para el resto de los candidatos. Los independientes –que compiten en coaliciones o solos– se quedaron con la parte del león: 48 escaños. Y es la primera vez que todos y cada uno de ellos ocupará un cargo público. Sumados, están a pocos votos de controlar un tercio de la convención, y ese umbral es importante, porque cualquier norma introducida en la Constitución requerirá la aprobación de dos tercios de los constituyentes.
Pero los independientes no necesariamente hablan con una sola voz, y los partidos políticos tradicionales siguen jugando un rol, aunque entre sus delegados también hay muchos recién llegados. La coalición más nueva, la izquierdista Apruebo Dignidad, conquistó 28 escaños, y solo 18% de sus delegados –apenas cinco de los 28– había competido u ocupado un cargo antes.
La Lista del Apruebo –integrada básicamente por miembros de la tradicional coalición de centroizquierda, la Concertación– quedó justo detrás de Apruebo Dignidad con 25 delegados, pero ese resultado es considerado devastador para la Concertación, la alianza que más candidatos llevó a la presidencia de Chile en la posdictadura, incluida la socialista Michelle Bachelet. La delegación de la Lista del Apruebo también tiene menos caras nuevas que Apruebo Dignidad: el 28% de sus delegados –siete de los 25– ya se habían presentado o ganado una elección. Los delegados elegidos por la Lista del Apruebo, además, son casi exclusivamente hombres.
El premio a la nostalgia, sin embargo, se lo lleva la coalición derechista Vamos por Chile: el 43% de sus delegados habían competido al menos una vez por un cargo, y el 57% de sus delegados son hombres. Algunos de esos experimentados delegados arrancaron su carrera política a principios de la década de 1990, lo que convierte a Vamos por Chile en la delegación constituyente con más políticos del establishment.
Pero evocar el pasado no es necesariamente una ventaja y los resultados de Vamos por Chile fueron en general penosos. Los analistas habían predicho que la coalición del presidente Sebastián Piñera obtendría suficientes escaños para convertirse en el Gran Elector de la convención, pero al final Vamos por Chile consiguió la magra cifra de 37 delegados, muy por debajo del tercio que les daría un poder de veto.
La composición de la convención constituyente refleja el reclamo de los manifestantes de borrar hasta el último vestigio de la dictadura de Pinochet. Para quienes buscan un Chile más inclusivo, las caras nuevas le dan legitimidad al proceso constitucional. Y para esos debutantes, empieza el arduo trabajo de ganarse la confianza de los votantes.
Americas Quarterly
(Traducción de Jaime Arrambide)
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