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Mientras buena parte de los ojos del planeta seguían la emoción del fútbol en el Mundial de Qatar, este país lograba un pacto clave con Alemania que nada tenía que ver con el deporte.
El acuerdo de 15 años, firmado el 29 de noviembre, contempla el envío de hasta 2 millones de toneladas de gas natural licuado qatarí a la potencia europea a partir de 2026.
Esa fue una de las últimas señales de que, pese a las críticas que surgieron desde Alemania y sus vecinos a la organización del Mundial en Qatar por su historial en derechos de las mujeres, grupos LGBTQ+ y trabajadores inmigrantes, los vínculos de este país con Europa van mucho más allá del fútbol e inciden en la vida de millones de personas.
De hecho, todo indica que esos lazos tienden a fortalecerse por la guerra en Ucrania tras la invasión rusa, aunque con el Mundial algunos europeos cuestionaran si está bien fomentar relaciones con un régimen cuyos valores parecen contrarios a los suyos. Mientras tanto, este fin de semana estalló el escándalo por la presunta trama de corrupción orquestada por Qatar en el Parlamento Europeo, por el que ya hay cuatro imputados, entre ellos, la vicepresidenta del órgano, la griega Eva Kaili.
Los lazos entre país del golfo Pérsico y Europa pasan por diversas áreas, pero el gas está en el centro de ellos. Si bien Qatar es un país pequeño, posee una de las mayores reservas de gas natural en el mundo. Y tiene clientes importantes en Europa.
Desde que comenzó la guerra en Ucrania y Rusia redujo sus envíos de gas natural a países europeos que apoyaron a Kiev, éstos han buscado fuentes alternativas de ese fluido, crucial para el funcionamiento de sus economías y la calefacción de sus hogares.
Qatar ha ganado así relevancia para Europa.
Alemania, tras su acuerdo con la empresa estatal Qatar Energy y con la participación de la multinacional ConocoPhillips, prevé que crecientes cantidades del gas qatarí lleguen a su ciudad de Brunsbüttel, donde está una de las terminales construye para reemplazar los envíos de Rusia.
Vital para Reino Unido
Reino Unido, por su lado, importa cerca de la mitad del gas que usa, la mayoría por un gasoducto desde Noruega. Pero Qatar es su segundo proveedor extranjero: suministra cerca de 9% de sus importaciones de energía.
“En teoría, esa es la cantidad necesaria para alimentar las calderas de alrededor de un millón de hogares británicos. En menos de 20 años, Qatar se ha convertido en una parte vital de nuestra matriz energética”, señala Dharshini David, corresponsal de comercio mundial de la BBC.
Y apunta que la dependencia británica del gas qatarí podría aumentar en el futuro, ya que Londres ha fomentado la relación con Doha para garantizar el suministro a medida que disminuyen las reservas del Mar del Norte.
En los últimos meses, Reino Unido consiguió reducir las importaciones desde Rusia, que representan un 4% del total, lo cual vuelve aún más crucial el gas que obtiene de Qatar.
Este país es propietario mayoritario de la terminal de South Hook, en Gales, donde el gas natural licuado se descarga en contenedores especiales. El gobierno qatarí invirtie millones para aumentar una cuarta parte esa capacidad hacia 2025.
Para entonces, Qatar espera duplicar su producción de gas natural licuado. Y no le faltarán clientes.
“La Unión Europea depende mucho más del gas ruso, por lo que asegurar alternativas es aún más urgente”, señala David.
Pero advierte que las negociaciones para aumentar el gas que la UE recibe de Qatar —5% del total que obtiene el bloque— han sido complicadas.
Es que Qatar prefiere suministrar gas con acuerdos a largo plazo como el que firmó con Alemania, de entre 15 y 20 años, lo cual puede contrastar con los objetivos de descarbonización en Occidente.
Por otro lado, varios países asiáticos compiten con Europa para lograr suministros y seguridad energética, con Qatar visto como una opción relativamente fiable y geopolíticamente tranquila.
Las alternativas pueden no ser atractivas. Por ejemplo, mientras parte del mayor yacimiento de gas del mundo está en aguas qataríes, el resto se encuentra en las de Irán (los dos países producen gas de forma independiente).
Grandes empresas europeas como la francesa TotalEnergies y la italiana Eni alcanzaron en los últimos meses acuerdos con Qatar Energy para aumentar la producción de gas en ese gran yacimiento, por miles de millones de dólares.
Inversiones millonarias
Al mismo tiempo, Qatar ha usado su floreciente riqueza proveniente del gas para invertir en otros países y lograr una influencia externa mucho mayor al tamaño de su territorio.
En Europa, el principal destino de las inversiones qataríes ha sido Reino Unido, según indicaron representantes de ambos lados en años recientes.
En total, el brazo inversor del Estado qatarí ha volcado unos 40.000 millones de libras (equivalentes a unos US$48.500 millones) en áreas que afectan a millones de vidas británicas.
Y el gobierno de Reino Unido está dispuesto a que esos fondos aumenten.
En mayo, el entonces primer ministro británico Boris Johnson anunció un acuerdo para que Qatar invirtiera 10.000 millones de libras (unos US$12.000 millones) en los siguientes cinco años en el país, en sectores que van desde las ciencias biológicas a la ciberseguridad.
Las autoridades qataríes han cultivado relaciones con las altas esferas del establishment británico.
El emir qatarí Tamim bin Hamad al Thani fue uno de los pocos líderes del Golfo que asistió al funeral de la reina Isabel II en septiembre.
Y el actual rey Carlos III aceptó una donación para su fundación benéfica por más de 2 millones de libras (unos US$2,4 millones) parte de la cual presuntamente fue entregada en bolsos por un exlíder político qatarí en 2015.
En septiembre, Qatar adquirió 24 aviones de combate construidos en el condado inglés de Lancashire, parte de un acuerdo de 5.000 millones de libras (unos US$6.000 millones) con la británica BAE Systems.
El gobierno qatarí es también uno de los 12 mayores propietarios de inmuebles británicos.
Su imperio inmobiliario incluye lugares emblemáticos de Londres como el rascacielos Shard, los grandes almacenes de lujo Harrods y el hotel de cinco estrellas Claridge’s.
Qatar tiene además importantes participaciones en algunas de las mayores marcas británicas: cada vez que alguien realiza operaciones en el banco Barclays o utiliza el aeropuerto londinense de Heathrow, el país árabe se beneficia.
Pese a todo esto —o tal vez debido a ello— algunos cuestionamientos al anfitrión del Mundial parecen haber causado molestias.
Después de que la autoridad transportadora de Londres prohibiera la publicidad turística qatarí en buses, taxis y trenes subterráneos de la ciudad debido a su inquietud por los derechos humanos en el país, Qatar decidió revisar sus inversiones en la capital británica, según informó el diario Financial Times a fines de noviembre.
Una herramienta clave
La estrategia de inversiones Qatar en Reino Unido se repite en menor escala en otras partes de Europa.
El país cuenta para ello con una herramienta extraordinaria: un fondo soberano de estimado en US$450.000 millones, que maneja la Autoridad de Inversiones de Qatar (QIA, por sus siglas en inglés).
Francia es el segundo mayor destino del dinero qatarí en Europa, de acuerdo con un estudio reciente del Círculo económico franco-qatarí.
En total se estima que los activos qataríes en Francia ascienden a unos US$26.000 millones.
Además de la famosa adquisición del club de fútbol París Saint-Germain (PSG) hecha por una subsidiaria de QIA, Qatar ha comprado acciones en varias empresas francesas: desde el grupo de medios Lagardère hasta los grandes almacenes Printemps.
En Alemania se estima que las inversiones qataríes superan los US$24.000 millones, e incluyen participaciones en el capital de grandes firmas del país como Volkswagen, Deutsche Bank y Siemens.
Al visitar España y reunirse con autoridades locales en mayo, el emir de Qatar anunció planes para invertir allí unos US$5.000 millones, lo que aumentaría en cerca de 50% el capital qatarí colocado en este país europeo.
Distintos analistas señalan que detrás de todo esto hay algo más que la búsqueda de influencia en Occidente.
Qatar ha trazado una estrategia para diversificar su economía y hacerla menos dependiente de los hidrocarburos. Sus inversiones en distintos sectores de la economía global podrían ayudarle en ese sentido.
La organización del Mundial de fútbol este año también buscó atraer atención y turismo al país. Pero, con la polémica que ha generado, todo indica que esa está lejos de ser su mayor apuesta para afianzar vínculos con Europa.
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