Los mismos desafíos globales, con un cambio de estrategia
WASHINGTON.-No habían pasado nueve meses desde su llegada a la presidencia cuando Barack Obama se despertó con la noticia de que había ganado el Premio Nobel de la Paz, no por algo que ya hubiese hecho, sino por la promesa de que terminaría con la guerra de Irak, ganaría esa "guerra necesaria" de Afganistán, avanzaría en la eliminación de las armas nucleares, atacaría el problema del cambio climático y dialogaría con los enemigos de Estados Unidos.
Sin embargo, los logros de su primer mandato en esa lista han sido escasos. En un mundo dividido, Obama tuvo dificultades para definir una gran estrategia sobre el papel global de Estados Unidos, que no sea sólo la continuidad del predominio norteamericano, que a su vez depende cada vez más de un cambiante elenco de aliados.
Sus colaboradores dicen que es consciente de que su ambiciosa agenda para recuperar la influencia norteamericana y su imagen en el mundo quedó paralizada casi en el momento en que le otorgaron el premio. Pero ha manifestado que planea retomar su agenda original, aunque de una manera diferente y menos abiertamente ambiciosa.
La amarga experiencia de gobierno -desde haber conseguido un tibio acuerdo en el Senado sobre el control de armas, hasta el descubrimiento de su poca influencia en Egipto, Paquistán e Israel- está empujando a Obama a una estrategia que recuerda la de uno de sus predecesores republicanos, Dwight D. Eisenhower. Se trata de una estrategia por la cual intentará redirigir los eventos mundiales más sutilmente, y no con grandes tratados, grandes intervenciones militares ni grandes paquetes de ayuda.
"El enfoque de Eisenhower es atractivo, porque planteaba una mirada hacia nuestro propio país, para reconstruir nuestra fortaleza desde el interior y preservar el poderío norteamericano", dijo un asesor de Obama. Según algunos de sus colaboradores, a Obama le preocupa haberse pasado su primer mandato apagando incendios, y no construyendo instituciones duraderas.
Los presidentes Franklin D. Roosevelt y Harry S. Truman consolidaron el papel de Estados Unidos en la posguerra al colaborar en la creación de la ONU, los organismos financieros internacionales y el Plan Marshall para reconstruir Europa. John F. Kennedy emergió de la crisis de los misiles en Cuba con tratados que limitaban la proliferación de armas nucleares. Y Bush padre supo seducir a nuevos aliados de entre las ruinas de la Unión Soviética.
En comparación, los mayores logros de Obama han sido defensivos: un retiro de Irak y letales ataques contra los líderes de Al-Qaeda.
Thomas E. Donilon, asesor en seguridad nacional de la Casa Blanca, dice que el presidente cimentó una alianza contra Irán mucho más amplia que la de cualquiera de sus predecesores. Eso es cierto, pero no consiguió que los iraníes den un solo paso atrás.
En cuanto a Egipto, se ofreció alternativamente a aumentar su ayuda o a recortarla si ese país toma una senda de cercenamiento de las libertades. Pero ninguno de los dos enfoques le dio a Obama el poder necesario para influir en el nuevo gobierno de los Hermanos Musulmanes. Y el promisorio inicio de construcción de una alianza con China derivó en una discusión sobre las intenciones de Estados Unidos de poner coto a la ambición de Pekín.
La gran apuesta de Obama en este mandato podría tener lugar en Asia. El explosivo e inesperado aumento de la producción de gas y petróleo en Estados Unidos lo convenció de que su país tiene la oportunidad de rescatarse a sí mismo de su excesiva dependencia de Medio Oriente. En Asia, el presidente encontró una región mucho más abierta a la influencia de Estados Unidos, en gran parte debido a que una mayor presencia norteamericana -o sea de más barcos de guerra y más inversiones- puede contrarrestar el auge del poderío chino.
La cautela de Obama durante su primer mandato tuvo su costo. Para gran parte del mundo, su presidencia no se parece en nada a lo que esperaban. Obama había prometido "un diálogo cara a cara" con sus enemigos de larga data, incluidas Cuba, Irán, Myanmar, Corea del Norte y Venezuela. Obtuvo una de cinco: sólo los generales birmanos respondieron a sus cartas.
¿Y las grandes iniciativas?
Hace meses que está en manos de la Casa Blanca una propuesta para reducir las armas nucleares desplegadas, pero el presidente no hizo nada al respecto. Así que Obama, según sus colaboradores, tendrá que encontrar otra forma, como Eisenhower, de reorientar calladamente la política exterior norteamericana, desde la Oficina Oval.
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