Los millonarios negocios detrás de la nueva carrera espacial
En los últimos casi 65 años, las tres grandes potencias de hoy tuvieron su momento de pico en la carrera espacial que inauguraron, durante la Guerra Fría, Estados Unidos y China.
En algún momento u otro, las tres fueron pioneras en la exploración más allá de la Tierra: en 1957 Rusia fue el primer país en lanzar un satélite artificial al espacio; en 1969, EE.UU. fue la primera Nación en poner un hombre en la Luna, y este año, China fue el primer país en alcanzar el lado oscuro de la Luna.
La última vez que un hombre pisó la Luna fue en 1972, pero hace unos años los tres gobiernos aceleraron sus planes para que sus vehículos y hombres regresen a la Luna.
Trump anunció el año pasado que la NASA apura su plan para que los astronautas norteamericanos vuelvan a hacer el viaje de tres días a la Luna en 2024; Rusia hará lo mismo en 2025 y China, en 2030.
Obviamente detrás de esas ambiciones está la rivalidad –hoy fundamentalmente entre Washington y Pekín- por alimentar y afianzar el poder geopolítico y militar en una nueva guerra fría.
Sin embargo, hay también un creciente interés comercial por los recursos que hay en la Luna que moviliza no sólo a esas potencias sino también a otras como Israel, la India, Japón y Francia, que no se quieren quedar fuera de lo que ya se anticipa como una "fiebre del oro lunar" y de los derechos sobre la superficie lunar.
La energía del futuro
La exploración espacial de la última década determinó que la Luna cuenta con agua, probablemente oxígeno y una serie de metales que son difíciles de encontrar en nuestro planeta y ayudarían a potenciar una serie de industrias clave.
Pero el objetivo primordial de la "comercialización" de la Luna es el helio-3, un isotopo que es un potencial combustible para plantas de fusión nuclear y que está regado por todo el regolito lunar. Tal sería el reservorio que el satélite contaría con un millón de toneladas de helio-3.
Muchos científicos creen que el helio-3 es el combustible del futuro y que una cuarta parte de lo que se encuentra en la Luna serviría para abastecer al mundo entero de energía durante siglos. El Instituto de Tecnología de Fusión incluso le puso precio a esa potencial industria: una tonelada de helio-3 costaría cinco billones de dólares.
La logística de la Luna
Por ahora, el helio-3 es una ilusión y algunos expertos creen incluso que se trata incluso de una fantasía irrealizable. Pero el negocio de la Luna tiene otro costado ya en la actualidad, uno que será el cimiento de la minería lunar y que ya mueve, en EE.UU. al menos, 2000 millones de dólares anuales.
En 2021, la empresa norteamericana Astrobotic será la primera firma privada que alunice una nave para transportar carga científica destinada a levantar bases de investigación. La creación de líneas de suministro hacia la Luna es ya un negocio en marcha.
Competencia de millonarios
El transporte de carga espacial es una realidad para el excéntrico millonario Elon Musk. Su empresa, Space X, es la dueña del Falcon 9, un cohete que viaja con intensa frecuencia al espacio para llevar materiales a la Estación Espacial Internacional.
Musk no es el único magnate que no quiere quedarse afuera de la industria lunar. Si las potencias quieren anticiparse a lo que podría ser el gran negocio del futuro, los empresarios quieren ser parte también de una industria que podría cambiar la economía global.
La compañía Blue Origins, de Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, está fabricando una nave para aterrizar en el polo sur de la Luna (donde se encontró agua) mientras que Planetary Resources, una empresa que contó con inversiones de Larry Page, fundador de Google, apunta a dedicarse a la minería de los asteroides.
El trampolín hacia Marte
La exploración espacial ve también a la Luna como un trampolín hacia Marte, que queda a unos siete meses de viaje. La conquista del planeta rojo figura en las prioridades de países y empresarios; Musk, por ejemplo, fundó su empresa precisamente con la intención de colonizar Marte.
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