Los militares levantan el perfil y hacen una gran incursión política
Son 90 los veteranos que compiten por cargos; consideran que hay que limpiar al país de la corrupción
RÍO DE JANEIRO.- Las fuerzas armadas de Brasil se han mantenido mayormente al margen de la vida política de su país desde el final de la dictadura, hace 30 años, pero ahora están haciendo su primera gran incursión en la política en décadas, y algunos de sus miembros hasta lanzan advertencias sobre un golpe.
Generales retirados y otros exoficiales con fuertes lazos con los altos mandos actuales están armando una amplia campaña electoral para dar apoyo a unos 90 veteranos militares que en las elecciones de octubre competirán por diversos cargos, incluida la presidencia del país. Según afirman, lo hacen ante la necesidad de rescatar al país de un liderazgo político atrincherado, que ha hecho estragos en la economía, no ha logrado frenar la ola de violencia delictiva y ha robado descaradamente miles de millones de dólares a través de la corrupción.
Y si el cambio no viene rápidamente por la vía de las urnas, algunos prominentes exgenerales advierten que los altos mandos actuales tal vez se sientan forzados a intervenir por la fuerza para barajar y dar de nuevo en todo el sistema político del país.
"El momento es crítico; caminamos sobre el filo de la navaja", dice Antonio Mourão, un general que se retiró el año pasado, después de haber sugerido, cuando todavía vestía el uniforme, que tal vez fuese necesaria una intervención militar para purgar a la corrupta clase política. "Seguimos creyendo que el proceso electoral será una solución previa que nos permitirá cambiar de rumbo".
El avance de las botas en la política brasileña es una alteración de fondo, y para algunos, preocupante. En Brasil, la dictadura militar duró 21 años, hasta 1985. Desde entonces, el país más extenso de América Latina ha experimentado su período más largo de gobiernos democráticos, y muchos brasileños defienden ferozmente la separación entre políticos y fuerzas armadas.
Pero los exoficiales y veteranos a cargo de las campañas para las elecciones nacionales de octubre dicen que los "valores militares" como la disciplina, la integridad y el patriotismo son vitales para enderezar a Brasil, al que consideran mal gobernado, peligrosamente polarizado y vergonzosamente irrelevante en el concierto de las naciones.
Tanto los analistas como los políticos dicen que las posibilidades de una intervención militar tal vez sean remotas, pero a todos les preocupa el perfil cada vez más alto de ciertos militares, en especial porque el país nunca terminó de asimilar su pasado autoritario.
Según el informe de 2014 de la comisión de la verdad, durante la dictadura brasileña los militares asesinaron o desaparecieron al menos 434 personas, y torturaron a sospechosos de ser disidentes con la picana, con golpes y colgándolos de las paredes. Pero Brasil ha hecho mucho menos que el resto de sus vecinos latinoamericanos para castigar las violaciones a los derechos humanos cometidas durante las décadas de 1960 y 1970, así que entregarles más poder político a actuales o exmiembros de las fuerzas armadas es un motivo de preocupación adicional.
"La eventual elección de estos oficiales puede llevar a la adopción de medidas autoritarias, especialmente en lo referido a seguridad de la población", dice Carlos Fico, historiador de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
El creciente arrastre de las fuerzas armadas en la política de Brasil se produce en medio de un giro derechista en América del Sur y al auge del autoritarismo en países como Polonia, Hungría, Turquía y las Filipinas.
"En cada país ese fenómeno manifiesta una faceta diferente, pero en el fondo siempre están el desencanto y el miedo", dice Fico.
El exgeneral Mourão y otros oficiales retirados han salido a apoyar fervientemente la apuesta presidencial del legislador de ultraderecha Jair Bolsonaro, un excapitán del ejército que propone mano dura para restaurar el orden, como darle a la policía más libertad para matar discrecionalmente a los delincuentes.
Según los analistas, la ley de amnistía impidió que después de la dictadura Brasil atravesara el mismo proceso de concientización que mantuvo lejos de la política a los militares de la Argentina, Chile y Uruguay.
"Como esos problemas no fueron enfrentados a tiempo, el recuerdo de la dictadura se fue apagando con el tiempo, y ahora el peligro es que los jóvenes brasileños terminen idealizando los efectos que podría tener una nueva intervención militar", dice Pedro Dallari, jurista supervisor de la comisión de la verdad.
Traducción de Jaime Arrambide
Ernesto Londoño y Manuela Andreoni
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