Los militares intensifican la represión en Egipto: 11 muertos
La plaza Tahrir fue otra vez escenario de violentos choques con las fuerzas del régimen
EL CAIRO.- Cualquiera que conozca el gas lacrimógeno y se asome a la plaza Tahrir, epicentro del movimiento que derrocó al dictador Hosni Mubarak el 11 de febrero y que ahora desafía a la junta militar egipcia, se sorprendería al ver la cantidad que los soldados lanzaron aquí. A última hora anoche, el viento parecía incapaz de dispersar las enormes nubes tóxicas que se alzaban en ese espacio abierto.
Eso hacía difícil distinguir qué pasaba: quién perseguía a quién, si los militares atacaban o los manifestantes recuperaban terreno.
El panorama político del país es similar: en este momento, nadie sabe qué puede pasar. ¿El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) que controla Egipto está contra las cuerdas o a punto de soltar un derechazo brutal?
¿Los partidos de oposición se sumarán a las demandas de constituir un gobierno de salvación nacional integrado por civiles, como propuso el candidato presidencial Mohammed el-Baradei, o se dividirán entre quienes quieren participar en la serie de elecciones legislativas que empiezan el 28 del actual y aquellos que van a boicotearlas?
La ruptura entre la juventud de la revolución y el ejército no podía ser más clara. A lo largo de sus nueve meses de gobierno, el CSFA ha sometido a juicio ante tribunales militares a más de 12.000 civiles por motivos políticos.
La represión contra quienes se manifiestan en las calles fue desde humillante (varias jóvenes fueron sometidas a "pruebas de virginidad" realizadas por soldados) hasta criminal, con el caso extremo del ataque de soldados y vándalos contra una marcha de cristianos el 9 de octubre. Dispararon sobre ellos y lanzaron camiones blindados a toda velocidad sobre la multitud, lo que dejó un saldo de 28 muertos, siete de ellos por aplastamiento.
La junta militar, que prometió entregar el poder a los civiles en un plazo muy breve, definió un calendario que le permitirá retenerlo por más de dos años, con un complicado proceso por partes que debería empezar el 28 de este mes y prolongarse hasta marzo, para elegir un Parlamento, del que emanaría un comité encargado de redactar una nueva Constitución.
Los militares, sin embargo, presentaron a los más de 50 partidos una serie de "principios" a los que se deben someter. Así, se reservan las fuerzas armadas el derecho de intervenir decisivamente en el debate constitucional y se imponen como órgano supralegal, ya que tanto sus decisiones como su presupuesto quedarían fuera del control civil.
Presencia religiosa
La mayoría de organizaciones políticas que se opusieron, desde los islamistas hasta los grupos laicos de izquierda y derecha, realizaron una manifestación en la plaza Tahrir de El Cairo y en muchas otras ciudades, el viernes pasado. Las protestas recordaron a las del movimiento contra Mubarak por sus enormes dimensiones, pero fueron distintas porque hubo una presencia religiosa mucho más notoria.
Los islamistas quieren elecciones ya, porque están mejor organizados que otras agrupaciones y se cree que ganarán amplios espacios. Después del acto, sus simpatizantes se retiraron.
Unos cuantos jóvenes de la revolución, por contraste, se quedaron a acampar en la plaza Tahrir. La policía los expulsó anteayer por la madrugada. Miles de ellos regresaron, volvieron a ocupar la plaza y resistieron por más de 24 horas los ataques de la policía paramilitar.
Pero ésta recibió apoyo militar y, a las 17 de ayer, las tropas atacaron Tahrir con el apoyo de vehículos blindados y la inundaron de gas.
La Nacion vio personas caer entre espasmos a causa de un gas lacrimógeno inusualmente agresivo, tanto que dejó siete muertos por asfixia sólo ayer. Muchas más fueron heridas por balas de acero recubiertas de caucho y por perdigones de caza.
Anoche, médicos voluntarios en la plaza Tahrir calculaban en por lo menos 11 las víctimas fatales de ayer, cuatro de ellas por disparos, más unos 1700 heridos. Estos muertos se suman a los dos que hubo el sábado.
Pero pueden ser más. Los opositores difundieron fotos tomadas ayer por la tarde desde balcones sobre la plaza, en las que aparecen ocho cuerpos amontonados. En un video similar, se ve a un policía que arrastra un cadáver hasta abandonarlo en una pila de basura.
En respuesta a la violencia, varios partidos decidieron suspender sus campañas políticas o anunciaron que no participarán en las elecciones.
El candidato El-Baradei, un liberal de gran prestigio por sus 16 años al frente del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), hizo pública su disposición a encabezar el gobierno de salvación nacional.
Nadie sabe lo que puede pasar. La situación se ha vuelto tan opaca como el gas que nubla la plaza Tahrir.
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