Los mercados globales están desbocados, pero los economistas dicen que todavía no hay razones para entrar en pánico
El derrumbe del lunes puede tener más que ver con la sobrevaluación de las acciones que con problemas de fondo
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WASHINGTON.- La repentina ola de pánico global que sacude los mercados financieros está hundiendo el valor de las acciones, las monedas nacionales y hasta el bitcoin, pero los economistas dicen que no es una señal inequívoca de que Estados Unidos vaya camino a la recesión.
Según los analistas económicos, el desprendimiento de activos que se verificó este lunes responde a la necesidad de los inversores de desarmar posiciones complejas y fuertemente apalancadas que había inflado artificialmente el valor de las acciones. El flojo panorama del empleo en Estados Unidos que se difundió el viernes pasado echó más leña al fuego y muchos empezaron a preguntarse si la economía norteamericana no es menos sólida de lo que se pensaba y si la Reserva Federal (Fed) no debería haber rebajado mucho antes y más agresivamente su tasa de interés de referencia.
El lunes por la mañana, los tres principales indicadores bursátiles cayeron de manera significativa, hasta un 4%, a medida que los inversores empezaron a cambiar sus acciones por bonos. Y los mercados globales también están desbocados: el índice japonés Nikkei 225 se hundió un 12%, su mayor caída diaria en casi 40 años, tras la suba de la tasa de interés aplicada por el Banco de Japón la semana pasada.
Aunque existe la posibilidad de que la actual turbulencia pueda llevar a una “profecía autocumplida” desaceleración económica, los analistas y economistas dicen que todavía no hay que entrar en pánico. Según la mayoría de los indicadores, la economía de Estados Unidos sigue en buena forma, los norteamericanos siguen gastando y el mercado de valores se mantiene cerca de los máximos históricos que había alcanzado recientemente.
“Este no es el tren de la recesión, es simplemente una corrida de mercado a la antigua”, dice Joe Brusuelas, director y economista en jefe de RSM US. “Este evento no es fruto de lo que pasa en Washington, no tiene que ver con la desaceleración del mercado laboral ni implica que a la Reserva Federal se le haya escapado la tortuga. Se trata de un cambio de régimen más amplio, donde los inversores tratan de adaptarse al fin de la plata dulce a nivel mundial”.
Japón mantiene desde hace añares sus tasas de interés negativas, y por lo tanto resulta muy atractivo endeudarse en yenes para invertir en activos de mayor rendimiento, como las acciones tecnológicas. Pero la semana pasada el Banco de Japón elevó las tasas de interés al 0,25% y dio a entender que seguirá haciéndolo, provocando que el valor del yen se disparara frente al dólar y enviara ondas expansivas a toda la economía global.
El efecto inmediato fue un desprendimiento masivo de acciones de tecnología e inteligencia artificial, incluidas las favoritas como Apple y Nvidia, aunque los analistas dicen que no es del todo una sorpresa, dadas las repetidas advertencias que se hicieron sobre el inflado valor de esos papeles mucho antes de la medida del banco central japonés.
“Los inversores se acostumbraron tanto a que el mercado de valores solo se mueva para arriba que la gente ahora parece haberse dado cuenta de que también pueden bajar”, dice Torsten Sløk, economista en jefe de Apollo Global Management. “Es un nuevo cuadro de situación donde alcanzó un solo dato malo —las cifras del empleo en Estados Unidos que se conocieron el viernes— para que salieran de su letargo”.
Los datos nuevos de la semana pasada mostraron que en julio los empleadores norteamericanos crearon 114.000 puestos de trabajo, mucho menos que lo esperado. A su vez, la tasa de desempleo subió al 4,3%, su nivel más alto en casi tres años, y muchos empezaron a preguntarse con urgencia si la Fed no está ejerciendo una presión indebida sobre la economía y esperando demasiado tiempo para quitar el pie del freno.
La semana pasada, la Fed decidió dejar las tasas sin cambios, argumentando que hace falta un poco más de tiempo para comprobar que la inflación siga cayendo, antes de bajar el costo del endeudamiento, que actualmente se encuentra en su nivel más alto en 23 años. En ese momento, la expectativa de la abrumadora mayoría de los analistas e inversores era que la Fed finalmente recortaría las tasas en su próxima reunión, programada para septiembre, una vez que los banqueros centrales estuvieran seguros de que la inflación estaba en una confiable senda descendente.
Pero los flojos datos de empleo y con la masiva venta global de acciones trastocaron rápidamente el panorama. En cuanto al desprendimiento de acciones masa del lunes por la mañana, a los críticos ahora no solo les preocupa que en septiembre la Fed tenga que rebajar su tasa de referencia más de lo previsto, sino que también se preguntaban si el banco podría activar una medida de emergencia antes de eso.
La vara para ese tipo de intervenciones de emergencia es muy alta: la última vez que los funcionarios de la Fed modificaron la tasa de interés sin esperar a las reuniones oficiales programadas fue al comienzo de la pandemia, cuando la economía iba en caída libre. Además, el latiguillo constante de los banqueros centrales es que no reaccionarán por un solo dato económico negativo o por alguna sacudida repentina del mercado. Por el contrario, se supone que deben analizar pequeños cambios hacia arriba o hacia abajo y dar tiempo suficiente hasta que los datos reflejen el cuadro completo.
En su aparición en la cadena de noticias CNBC, el lunes por la mañana, el presidente de la Fed de Chicago, Austan Goolsbee, dijo que el papel del banco central era ayudar al mercado laboral, mantener los precios estables y preservar la estabilidad financiera, y todo con la vista puesta en el futuro. Hasta ahora, la economía de Estados Unidos no solo ha podido resistir el combate contra la inflación que lleva adelante la Fed, sino también mantenerse sólida en general, a pesar de la caída de las acciones.
“Nosotros miramos hacia el futuro”, dijo Goolsbee. “Por lo tanto, si las condiciones colectivas comienzan a alinearse de esa manera y hay un deterioro en cualquiera de esas puntos, vamos a intervenir para solucionarlo”.
Sea como fuere, la mayoría cree que la Fed va camino a rebajar la tasa de interés varias veces antes de que termine el año. Goldman Sachs predice tres recortes, en septiembre, noviembre y diciembre, durante las reuniones oficiales de la Fed para lo que resta del año. La posibilidad de un recorte en noviembre es particularmente llamativa, ya que esa reunión cae la semana de la elección presidencial, cuando la Fed normalmente evitaría a toda costa cualquier medida que pudiera convertirse en una noticia de corte político.
De todos modos, los economistas advierten que el desplome de los mercados globales podría desencadenar una reacción en cadena que lleve a los consumidores y las empresas a replegarse repentinamente y profundizar la actual desaceleración de la economía mundial.
“La economía de Estados Unidos sigue siendo sólida”, apunta Sløk, de Apollo. “Pero si el mercado de valores está a punto de entrar en un período de corrección del 10% o el 15%, existe claramente el riesgo de que esto derive en una situación mucho peor”.
Por Abha Bhattarai y Rachel Siegel
Traducción de Jaime Arrambide
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