Los líderes de la UE confirman para los principales cargos a Von der Leyen, Costa y Kallas en medio de tensiones con la extrema derecha
La conservadora alemana tendrá un segundo mandato como presidenta de la Comisión; la decisión fue calificada de “surrealista” por Giorgia Meloni y otros líderes de extrema derecha
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PARÍS.– Humo blanco salió ayer de Bruselas en el primer día del Consejo Europeo: los jefes de Estado y de gobierno de la Unión acordaron dar a Ursula von der Leyen un segundo mandato como presidenta de la Comisión, puesto clave en la repartición de los “top jobs” de la UE. Una decisión calificada de “surrealista” por la marginalizada italiana Giorgia Meloni y sus allegados de extrema derecha.
La conservadora alemana, a quien muchos consideran una “estratega fuera de lo común y la mujer más poderosa de Europa”, deberá aún ser confirmada por el Parlamento Europeo en julio, al igual que la primera ministra estonia Kaja Kallas, propuesta como jefa de la diplomacia europea. Adversaria determinada del Kremlin, esa liberal de 47 años sucederá al español Josep Borrell.
Los dirigentes de la UE también nombraron al socialista portugués Antonio Costa como presidente del Consejo Europeo, organismo que reúne a los 27 jefes de Estado y de gobierno del bloque. Mientras que otra conservadora, la maltesa Roberta Metsola, aparece como favorita para obtener también un segundo mandato de dos años y medio como presidenta del Parlamento Europeo, a mediados de julio en Estrasburgo.
“Es surrealista que los nombres de los principales puestos de la UE sean decididos sin siquiera fingir que uno tiene en cuenta el voto de los electores”, declaró la primera ministra italiana poco después de iniciado en Consejo Europeo que, entre ayer y este viernes debía decidir los puestos clave de la nueva Comisión.
La cólera de Meloni cristaliza las tensiones que rodean este ejercicio crucial para los próximos cinco años en el bloque. Mientras que seis dirigentes europeos de los partidos mayoritarios (el polaco Donald Tusk y el griego Kyriakos Mitsotakis por el conservador Partido Popular Europeo (PPE); el alemán Olaf Scholz y español Pedro Sánchez por los social-demócratas y el francés Emmanuel Macron y el holandés Mark Rutte por los liberales de Renew) anunciaron su apoyo a un “paquete de nominaciones”, que incluía a Von der Leyen, la dirigente italiana denunció una “ausencia de democracia”.
En el centro de la controversia, los recientes resultados de las elecciones europeas. El PPE de Von der Leyen fue el gran ganador con 189 bancas, aunque sea verdad que el Parlamento se haya orientado aun más hacia la derecha con el avance de la ultra-derecha a la cual pertenece Meloni. Pero, aunque su agrupación, los Conservadores y Reformistas Europeos (CRE), ganó diputados (83) convirtiéndose en la tercera fuerza política delante de los liberales y centristas de Renew (74), su agrupación se ubica decididamente en minoría frente a la gran alianza de los tres partidos que desde hace décadas gobiernan el Parlamento.
“Algunos pretenden que los ciudadanos no son lo suficientemente inteligentes como para tomar ciertas decisiones y que la ‘oligarquía’ es la única forma aceptable de democracia. Pero yo no estoy de acuerdo”, insistió Meloni la víspera de la cumbre. La primera ministra italiana acusa a los dirigentes de la UE de querer “esconder el polvo debajo de la alfombra” en vez de reconocer el descontento de los electores.
Y Giorgia Meloni no se contenta con criticar, sino que formula reclamos precisos: una cartera económica de primer orden para Italia en la próxima Comisión, y un puesto de vicepresidente ejecutivo. Italia, como tercera economía del bloque, obtendrá seguramente una cartera importante.
“No hay ninguna razón para que Von der Leyen se olvide de Meloni. No obstante, la presidenta de la Comisión aún no ha prometido nada. A ningún país miembro”, asegura un alto funcionario de Bruselas. Un argumento difícil de creer para quienes conocen los mecanismos del ejecutivo europeo.
Pero, fina política, Meloni exagera un poco la provocación cuando exige tener un comisario que se ocupe de limitar la “burocracia” de la UE, si se tiene en cuenta hasta qué punto Italia, debido a su propia burocracia, no consigue cumplir con las etapas exigidas para recibir su parte del gigantesco plan de reactivación de -con 196.000 millones de euros, Italia es la principal beneficiaria- decidido por el bloque después de la pandemia.
Como Giorgia Meloni, también el primer ministro ultra-nacionalista húngaro Viktor Orban, que pretende tener más peso en la futura orientación del ejecutivo europeo, calificó de “vergonzosa” la decisión de otorgar ese segundo mandato a Von der Leyen sin tenerlos en cuenta.
Un “auténtico rompecabezas”
Frente a esas críticas, los defensores del proceso actual subrayan la complejidad del ejercicio.
“Armar el equipo dirigente de la Comisión es un auténtico rompecabezas”, confía la misma fuente europea. “Debemos tener en cuenta equilibrios geográficos, políticos, entre hombres y mujeres, reflejando al mismo tiempo las nuevas realidades políticas salida de las urnas”, agrega.
Como dicho más arriba, el partido de Giorgia Meloni, Fratelli d’Italia, no forma parte de la coalición parlamentaria tripartita mayoritaria (PPE, SD y Renew). Ubicándose junto a los soberanistas, al margen del centro-izquierda y el centro-derecha, la primera ministra italiana debilita así su posición en la distribución de los “top jobs” de la UE. Y como formalmente esos puestos son atribuidos por mayoría calificada, Meloni y Orban no tienen forma de bloquear la designación. Esto dicho, las buenas costumbres hacen que sea el consenso que prevalga entre los 27.
El problema en realidad es más profundo y la promesa de campaña de Ursula von der Leyen lo explicita: “Haré todo lo posible para frenar a la extrema derecha”, prometió. Los dirigentes europeos democráticos saben que, por primera vez en su historia, la idea de una Europa como unión supranacional entre 27 países basada en el Estado de derecho y los principios de democracia liberal, está amenazada por el avance de otro modelo: el proyecto alternativo de la extrema derecha, que niega la existencia de un “pueblo europeo” y se proclama descendiente de una mitológica y secular Europa “de Atenas y Roma”.
Su objetivo es realizar una alianza de naciones basada en la identidad de los pueblos y la cooperación voluntaria de los Estados, que así recuperan todos los aspectos de sus respectivas soberanías. En otras palabras: se trata de hacer desaparecer la Unión para remplazarla por un espacio de libre cooperación entre naciones soberanas, que recuperan el control absoluto de su política, su economía y su defensa. Un proyecto inimaginable para la mayoría de los proeuropeos del continente.
Más allá de los futuros miembros de la Comisión, el Consejo Europeo que concluye este viernes debía adoptar “la agenda estratégica” del mandato. Un documento de varias páginas aún en discusión cuyos ejes definirán el refuerzo de la defensa y la seguridad comunes, la reactivación de la competitividad económica e industrial, la protección de la democracia y los derechos fundamentales, así como la adopción de una estrategia más pragmática y flexible en la puesta en marcha del Pacto Verde.
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