Los líderes de Israel hicieron una tregua para combatir juntos a Hamas, pero eso puede terminar en cualquier momento
Un equipo de rivales unidos en el gabinete de guerra del Primer Ministro Benjamin Netanyahu, pero bajo la apariencia de unidad, hay diferencias políticas y viejos resentimientos
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JERUSALÉN.- Los cinco hombres que integran el Gabinete de Guerra de Israel suman más de un siglo de experiencia militar y décadas de práctica política y diplomática.
El Gabinete fue conformado cinco días después de que Israel le declarara la guerra a Hamas, con el objetivo de unificar temporariamente a las facciones políticas del país y garantizar que la crisis actual sea manejada por las manos más firmes y capaces. Sus miembros tienen una historia compartida de feroces enfrentamientos y traiciones, lo que convierte al flamante gabinete en la quintaesencia de un equipo de rivales.
De tanto en tanto, las señales de esas tensiones interpersonales salen a la superficie, sobre todo cuando uno de sus integrantes se corta solo para dar una conferencia de prensa, o por la incomodidad y las muecas que hacen cuando enfrentan juntos a los medios y los periodistas les preguntan si se llevan bien.
Pero en contraste con el gobierno ultranacionalista y polarizador que estaba a cargo el 7 de octubre, cuando Hamas lanzó su embate a través de la frontera desde la Franja de Gaza, mató a 1200 personas y secuestró a otras 240, este escueto cuerpo colegiado de toma de decisiones es visto por todos como un equipo profesional y eficaz.
Trabajando con total discreción, el Gabinete de Guerra se ha ido ganando la confianza de la opinión pública israelí, según señalan los analistas políticos, y agregan que su diversidad política de origen le ha dado mayor legitimidad al gobierno en el extranjero y ha ganado tiempo para que los militares alcancen sus objetivos en Gaza -destruir a Hamas y liberar a los rehenes- en medio de las crecientes presiones de la comunidad internacional.
También ha servido para ganarle tiempo al primer ministro Netanyahu frente a la indignación de los israelíes por las fallas de su gobierno en relación con el ataque del 7 de octubre, aunque también ha generado nuevos riesgos políticos.
“El Gabinete de Guerra ha generado una sensación de confianza en que las decisiones no se toman en base a consideraciones políticas, sino que son equilibradas y enfocadas en objetivos nacionales”, dice Tzipi Livni, que fue ministra de gobierno durante dos guerras anteriores que libró Israel. “En Israel son muchos los que tienen algún familiar luchando en Gaza y en peligro de muerte”, agrega Livni.
El Gabinete está formado por el conservador Netanyahu y su ministro de Defensa, el general retirado Yoav Gallant, dos políticos centristas y exjefes del Estado Mayor Conjunto, Benny Gantz y Gadi Eisenkot, que saltaron por encima de las divisiones parlamentarias para unirse al gobierno de Netanyahu como medida de emergencia, y Ron Dermer, un experimentado confidente de Netanyahu y exembajador de Israel en Estados Unidos.
Tras las fallas de inteligencia y los errores que rodearon el ataque del 7 de octubre, la confianza de los israelíes en su dirigencia política y militar era nula. El gabinete de seguridad usual de Netanyahu, que normalmente habría estado a cargo de supervisar la guerra, resultaba inmanejable y políticamente conflictivo: estaba integrado por 10 miembros y varios observadores adicionales, incluidos los extremistas de ultraderecha que sueñan a restablecer los asentamientos judíos en la Franja de Gaza.
Por el contrario, el actual Gabinete de Guerra fue creado con apenas cinco miembros para tomar decisiones militares de manera rápida y eficiente. En una nación que depende de un ejército de reclutas y voluntarios, eso ha sido clave para lograr y mantener el consenso.
Sin embargo, por más que el país se ha encolumnado detrás del esfuerzo bélico de Netanyahu, el primer ministro ha sido criticado por aprovechar la situación para jugar a la política. Eterno sobreviviente político, el 7 de octubre Netanyahu vio peligrar como nunca su larga carrera: al recurrir a sus rivales de la oposición y encumbrarlos en su Gabinete de Guerra, el primer ministro ha visto crecer el riesgo político contra su persona.
Una reciente encuesta entre casi 700 adultos israelíes reveló que el partido Unidad Nacional, al que pertenece Gantz, estaba creciendo en apoyo, y que hoy obtendría 37 de los 120 escaños del Parlamento israelí, frente a los 18 que conseguiría el Likud, el partido de Netanyahu. Sin embargo, no hay fecha fijada para la celebración de nuevas elecciones y es posible que aparezcan otros partidos que trastoquen el tablero político.
Pero la guerra sin duda ha modificado la trayectoria política del país. Hasta el 7 de octubre, la sociedad israelí estaba polarizada por el plan de limitar los poderes del Poder Judicial impulsado por Netanyahu, que estaba siendo juzgado por cargos de corrupción. Tras meses de masivas protestas, miles de reservistas del ejército amenazaron con renunciar, incluidos muchos integrantes de las unidades de élite, argumentando que de concretarse la reforma, Israel ya no sería el tipo de democracia que habían jurado servir.
Los ultranacionalistas de la coalición de gobierno encabezada por Netanyahu estaban decididos a afianzar el control permanente de Israel sobre la ocupada Cisjordania. Y los partidos ultraortodoxos habían exigido una ley que eximiera del servicio militar obligatorio a los estudiantes de la Torá, una medida que, según los críticos, implicaría el fin del así llamado “Ejército popular”.
En el momento político más frágil después del ataque del 7 de octubre, y rodeado de sus inexpertos socios de coalición, Netanyahu necesitaba reconstruir rápidamente su legitimidad interna.
“Netanyahu entendió que había perdido la confianza del pueblo y que necesitaba integrar a los centristas”, dice Ehud Ya’ari, miembro del Instituto Washington para la Política de Cercano Oriente, con sede en Israel.
Condiciones y desafíos
Gantz ofreció incorporar a su alianza de Unidad Nacional para formar un gobierno de emergencia más amplio, con la condición de que Netanyahu aceptara conformar un gabinete de guerra pequeño y competente.
Los jefes de seguridad del país suelen participar de las reuniones del Gabinete de Guerra, que se reúne varias veces por semana. Eisenkot y Dermer son técnicamente miembros observadores sin derecho a voto. Las personas familiarizadas con el funcionamiento del equipo dicen que en su seno hay diferencias de opinión, pero los miembros rara vez someten los asuntos a votación. Por el contrario, debaten todos los temas hasta llegar a un consenso. En los casos en que para tomar alguna medida la ley exige una aprobación más amplia de parte del Gabinete de Seguridad, este ha actuado como una escribanía, sin oponer objeciones.
Además de contar con el respaldo de sus partidos, los miembros del Gabinete también aportan una experiencia militar y diplomática esencial.
El pasado militar de Gallant incluye haber estado a cargo del frente de Gaza. Eisenkot fue el arquitecto de una doctrina militar de 2006 que defendía el uso de fuerza desproporcionada en caso de una guerra asimétrica. Y Dermer, a cargo de las relaciones internacionales, está en contacto regular con Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional del gobierno de Joe Biden, y con el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken.
Netanyahu ha chocado de frente con la administración Biden por el así llamado “día después”. El primer ministro rechazó la propuesta norteamericana para que la Autoridad Palestina, que administra partes de la ocupada Cisjordania, tome el mando de Gaza después de la guerra, argumentando que la Autoridad Palestina les enseña a sus hijos a odiar a Israel, que se negó a condenar el ataque del 7 de octubre, y que apoya el terrorismo.
Gantz y Eisenkot guardan silencio al respecto.
Netanyahu les ha confiado la planificación del futuro de Gaza a Dermer y Tzachi Hanegbi, su leal asesor de seguridad nacional.
“Dentro del Gabinete de Guerra hay dos visiones del mundo totalmente contrapuestas sobre el día después y las consecuencias que dejará la guerra”, dice Livni, y señala que Gantz y sus aliados no descartan la idea de Estados Unidos de un proceso de paz que conduzca a la creación de algún tipo de Estado palestino.
O sea que es probable que en algún momento el Gabinete de Guerra se quiebre, ya sea por el manejo mismo del conflicto bélico o debido a ese desacuerdo profundo sobre el destino de Gaza. Entonces, Israel volverá a estar en guerra consigo mismo.
Por Isabel Kershner
(Traducción de Jaime Arrambide)
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