Los jueces italianos apuntan a Berlusconi
Enfrentamiento sin precedente
ROMA.- A diez años de Tangentópolis, cuando jueces de Milán empezaron a investigar el financiamiento ilegal de los partidos y destaparon la olla de la corrupción que llevó a la muerte a la tradicional clase política italiana, aunque suene extraño a oídos argentinos, aquí se habla de "golpe judicial".
En los últimos días estalló un choque sin precedente entre la Magistratura, es decir, el Poder Judicial, y el gobierno de centroderecha de Silvio Berlusconi, es decir, el Poder Ejecutivo.
Para simplificar una virtual ruptura entre dos instituciones del Estado, fruto de un debate sumamente complicado que viene desde hace meses, podría decirse lo siguiente: el gobierno del magnate Silvio Berlusconi -imputado en al menos tres procesos judiciales por escándalos de corrupción- se siente víctima de una conspiración del poder judicial, que acusa de responder a sectores de izquierda. A su vez, el poder judicial asegura que su autonomía e independencia están siendo atacados como nunca por el cuestionado poder ejecutivo del Cavaliere .
Un dramático "j´accuse"
El recrudecimiento de la polémica ocurrió este fin de semana, cuando durante las ceremonias de inauguración del año judicial más de 500 jueces y fiscales de toda la península vistieron sus togas negras para protestar en contra del gobierno, en lo que la prensa bautizó como "la rebelión de las togas".
La gota que colmó el vaso, sin embargo, fue el dramático "j´accuse" del procurador general de Milán, Francesco Saverio Borrelli. En un discurso inflamado -el último, antes de jubilarse en abril próximo-, este magistrado que encabezó el famoso "pool" de jueces anticorrupción de la operación Manos Limpias, criticó sin medias tintas a la centroderecha, y a lo que hizo en materia de justicia en los ocho meses que estuvo en el poder.
En lo que fue considerado "un grito de dolor de los jueces", llamó a "resistir, resistir, resistir", como en una batalla, contra "quienes pretenden cambiar por interés las reglas y los principios". "Hay que resistir a los daños de un peligroso desmoronamiento de la voluntad general, al naufragio de la conciencia civil", dijo. Y, en una virtual estocada, cuestionó la decisión del Ejecutivo de suprimir los guardaespaldas de los jueces que, "casualmente", son fiscales en los procesos contra el jefe de gobierno.
Las reacciones a las palabras de Borrelli, que fue ovacionado por sus colegas -y recibió un comentadísimo abrazo del famoso fiscal Antonio Di Pietro-, no se hicieron esperar. La centroderecha puso el grito en el cielo, habló de "un delirio", de "golpe judicial", de "guerra" de los jueces, que "tienen un proyecto político", y el ministro del Interior, Claudio Scajola, denunció al procurador de Milán por difamación.
La oposición de centroizquierda, en cambio, se alineó con los magistrados, defendiéndolos. "El gobierno está haciendo una batalla política para sujetar la Justicia a su poder", acusó el líder del Olivo, Francesco Rutelli.
Cargos contra el Cavaliere
En los últimos meses, el gobierno de Berlusconi, cuya coalición cuenta con una amplia mayoría en el Parlamento, no sólo aprobó leyes sumamente cuestionadas en materia de justicia, sino que también fue acusado de obstruir, a través de típicos intríngulis legales, los procesos en curso en contra del premier. La idea es atrasar estos juicios para que los delitos que se imputan al Cavaliere -corrupción, balances falsos-, caigan en prescripción. Muchos creen, en efecto, que si Berlusconi llega a ser condenado por algunos de estos casos, su dimisión sería algo inevitable.
Lo cierto es que ayer Roberto Castelli, el más que criticado ministro de Justicia (de la Liga Norte), intentó bajar los decibeles de este choque sin precedente, invitando al diálogo. "Hay que seguir buscando el diálogo. No hay otro camino", dijo.
La tensión política, de todos modos, siguió. Respondiendo a las acusaciones del supuesto "golpe judicial", el líder de los Demócratas de Izquierda, Pietro Fassino, sentenció: "Los únicos golpes que veo son los del gobierno".
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