Los indígenas se radicalizan: rechazan el diálogo y elevan su desafío a Moreno
El movimiento que protagonizó las protestas retuvo a policías en la capital y derribó los puentes de contacto que había lanzado el gobierno; Quito reconoce dos muertos en los ocho días de protestas
QUITO.- Los indígenas ecuatorianos no solo se niegan a dar el brazo a torcer, sino que se muestran dispuestos a doblegárselo al presidente Lenín Moreno. Cueste lo que cueste. Una muchedumbre iracunda retuvo ayer a la fuerza a 31 periodistas y ocho policías en el Ágora de la Casa de la Cultura de Quito, convertida en su cuartel general, en una escalada de la crisis en el país.
Convirtieron ese lugar en su cuartel general: allí se han hecho fuertes 5000 miembros llegados de provincias de todo el país.
En tanto, la principal organización indígena de Ecuador dio un portazo al diálogo abierto con el gobierno para resolver la crisis por las reformas económicas. "Nada de diálogo con un gobierno asesino hasta que se cumplan los requisitos", proclamó la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) en un comunicado firmado por su presidente, Jaime Vargas.
La pacífica marcha multitudinaria -con algunos focos de disturbios en Quito- de anteayer dio paso así a una nueva pulseada más radical, cuyo alcance es difícil de vaticinar. Los radicales violentos del día anterior que durante horas asediaron el palacio presidencial de Carondelet y que el gobierno de Moreno sitúa en la órbita del correísmo dieron ayer un paso al costado, dejando a los indígenas el liderazgo de la lucha contra el gobierno. No obstante, anteanoche intentaron asaltar un cuartel militar, ante los rumores de que el presidente se encontraba allí. Moreno permaneció ese día unas horas en Quito antes de regresar a Guayaquil.
Freddy Paredes, periodista de Teleamazonas, fue golpeado duramente en la cabeza con una piedra al lograr evadir el cerco indígena, cuyos miembros obligaban a declarar que se encontraban retenidos libremente, algo muy alejado de la realidad. Fue una agresión brutal que forzó su hospitalización. En un comunicado, la dirigencia indígena afirmó que la agresión ocurrió en el exterior y que sus bases no tuvieron nada que ver.
"Los periodistas no están secuestrados, están con el pueblo para garantizar el derecho a la información, ya que existe una guerra mediática de ocultamiento y descontextualización de lo que pasa en el país", aseguró la Conaie en un ejercicio eufemístico muy alejado de la realidad.
Mucho más claro lo tiene la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión Nacional, que exigió la libertad de sus compañeros ante las agresiones "verbales, físicas y morales" contra los periodistas que "están retenidos y vejados".
Respecto de los policías, el presidente de la Conaie dijo que iban a cumplir una misión. "Van a cargar los ataúdes de los muertitos y vamos a hacer unas caminatas. Después se irán a sus casas y vamos a entregarlos así de santos", advirtió Jaime.
La primera parte se cumplió ayer. Una calle humana de honor se extendió a las fueras del Ágora, hasta donde llegaron los féretros con los cuerpos de las víctimas. "¡Hemos aprendido de nuestras mamas y taitas que a los muertos se los honra multiplicando nuestra lucha!", enfatizaron desde la dirigencia.
La tensión, instalada en Ecuador desde hace ocho días a pesar de la declaración de estado de sitio y los toques de queda nocturnos decretados por Moreno, se concentró ayer en esas instalaciones mientras cinco de las 24 gobernaciones permanecían en manos de grupos de resistencia indígena. Según el gobierno, el 70% de los municipios estaban en paz.
"El diálogo que plantea Lenín es una fantochada. Por eso, compañeras y compañeros, a radicalizar las acciones", ordenó la Conaie a sus militantes. Los requisitos que exige ya son únicamente la derogación de las medidas económicas.
Los dirigentes de la Conaie ahora también quieren la cabeza política de María Paula Romo, ministra de Interior y pieza clave para Moreno, y Oswaldo Jarrín, titular de Defensa ecuatoriano.
A ambos los acusan de la represión, que se habría cobrado tres vidas entres sus miembros, unos fallecimientos que no reconoce el gobierno, que insistió en su llamado de paz y en la libertad de los detenidos.
Críticas
Los excesos cometidos por las fuerzas policiales en los últimos días han enervado al máximo los ánimos de los rebeldes. Las bombas lacrimógenas lanzadas contra las universidades Salesiana y Católica, convertidas en centros de acogida para los emigrantes, fueron criticadas incluso desde dentro del propio gobierno.
Así de contundente fue la respuesta de los rebeldes al gobierno ecuatoriano, que había adelantado una batería de "compensaciones para los hermanos indígenas para que salgan de la pobreza".
"Riegos, maquinarias, equipos, insumos, renovación de créditos y la reapertura de escuelas y centros médicos [cerrados durante la etapa del expresidente Rafael Correa]", precisó el actual presidente.
De muy poco han servido hasta ahora las primeras aproximaciones entre gobierno y el movimiento indígena, con la ONU y la Iglesia Católica como mediadores.
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