Los hobbits y los halcones de la derecha: la fantasía que inspira a la probable nueva líder italiana
La obra de J. R. R. Tolkien fue durante más de medio siglo un pilar central sobre el que los sucesores del posfascismo construyeron su identidad
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ROMA.– A la líder de la derecha dura Giorgia Meloni, que muy probablemente se convierta en la próxima primera ministra de Italia, le gustaba disfrazarse de hobbit.
Cuando era una joven militante del Movimiento Social Italiano, un partido posfascista, Meloni y su comunidad de militantes usaban apodos como Frodo y Hobbit, y eran fanáticos empedernidos de “El señor de los anillos” y otras obras del escritor británico J. R. R. Tolkien. Visitaban las escuelas vestidos como esos personajes y organizaban reuniones culturales “respondiendo al llamado del cuerno de Boromir”. Meloni también iba a “campamentos hobbit” y era cantante de una banda de folk extremista llamada Compagnia dell’Anello, o sea “Comunidad del Anillo”.
Todo eso podría atribuirse a una fascinación juvenil por una obra usualmente más asociada con la literatura fantástica y las superproducciones cinematográficas que con la militancia política. Pero en Italia “El señor de los anillos” ha sido durante más de medio siglo un pilar central sobre el que los sucesores del posfascismo reconstruyeron su identidad de halcones de la derecha, en su búsqueda de una era mítica y tradicionalista que tuviera sus símbolos y sus héroes propios, libres del tabú fascista.
“Nadie expresa mejor que Tolkien lo que pensamos los conservadores”, ha dicho Meloni. Porque más que su saga de libros favorita, para ella “El señor de los anillos” era un libro sagrado. “No considero que ‘El señor de los anillos’ sea una fantasía”, dijo Meloni.
El universo agrario de Tolkien, lleno de héroes virtuosos que defienden sus idílicos reinos boscosos de las hordas de oscuros y violentos orcos, es desde hace décadas el epicentro de debate académico sobre los sesgos raciales e ideológicos de su autor, y su visión de la modernidad y la globalización. En los últimos tiempos, sus obras también han sido una fértil comarca para los nacionalistas que se identifican con sus arquetipos heroicos.
Pero en Italia en particular, las aventuras de Bilbo Baggins y los mapas de Mordor y la Tierra Media han sido el alimento de las juventudes posfascistas, incluida Meloni, que según las más recientes encuestas, emergería de las elecciones de pasado mañana en Italia como la primera mujer que llega al cargo de primer ministro, y el primero que tiene raíces posfascistas.
Conspiración
Meloni lidera el partido de derecha dura Hermanos de Italia, ha reclamado un bloqueo naval contra la inmigración ilegal y suele advertirles a sus seguidores que existe una oscura conspiración de la banca internacional. Actualmente tiene 45 años y a los 11 empezó a leer a Tolkien, un autor conservador que una vez describió a Hitler como un “ignaro enano maldito”.
Cuando tenía unos 20 años, circulaba por las salas de chat bajo el nickname Khy-ri y se describía como “dragoncita del undernet italiano”. Más recientemente, tituló una de sus conferencias políticas “Atreyu”, nombre del protagonista de “La historia sin fin”, una historia conocida sobre todo en su versión cinematográfica de culto de la década de 1980, donde aparece un personaje animatrónico volador que parece una cruza de dragón y perro labrador.
Cuando era ministra de Gobierno, en 2008, Meloni posó para una revista junto a una estatua del mago Gandalf. En 2019, rindió honores al personaje de manga Captain Harlock, “pirata del espacio y símbolo de una generación que desafió la apatía y la indiferencia de la gente”, dijo Meloni. Y el mes pasado, lamentó que su ajetreada agenda de campaña le impidiera seguir los episodios semanales de la nueva serie Los anillos del poder.
Pero el interés de Meloni en otros mundos tiene tanto que ver con la política como con el gusto personal.
“La derecha italiana siempre ha cultivado y se ha nutrido del género de fantasía”, dice Umberto Croppi, exintegrante del Movimiento Social Italiano y actual director de una asociación nacional de agencias públicas y privadas en la industria cultural en Italia.
Croppi agrega que esos dos mundos “comparten la misma visión de espiritualidad contra materialismo, una visión metafísica de la vida, en contra de las formas del mundo moderno”.
Razones no les faltan: en el mundo moderno no les fue demasiado bien a los fascistas acérrimos que se mantuvieron leales a Hitler y Benito Mussolini después de que el gobierno italiano cambiara de bando para unirse a los aliados, durante la Segunda Guerra Mundial.
Después de la guerra, muchos de esos fascistas se volcaron en masa al Movimiento Social Italiano, pero los esfuerzos del partido por reintegrarse a las instituciones de Italia finalmente chocaron contra la pared. Al sentirse excluidos de la sociedad civil, sus adherentes más jóvenes se abalanzaron sobre la edición italiana de “El señor de los anillos”, prologada por Elémire Zolla, un filósofo referente de la extrema derecha que en su introducción decía que Tolkien “habla lo que enfrentamos todos nosotros a diario”.
Sus palabras calaron hondo en un grupo del Frente Juvenil del partido que ya estaba irritado por el dominio cultural de la izquierda. Como dijo en su momento uno de sus líderes, Generoso Simeone, se veían a sí mismos como “habitantes de la mítica Tierra Media, que también luchan con dragones, orcos y otras criaturas”. Y cuando buscaron una forma más digerible de hablarle a la gente que citar discursos de Mussolini y pintar esvásticas con aerosol, en 1977 crearon el primer festival Camp Hobbit.
Estrategia
“La idea de llamarlo Camp Hobbit fue parte de una estrategia”, dijo Croppi, uno de los fundadores del festival. La idea era dejar atrás los viejos símbolos y capitalizar el aislamiento, la pequeñez y el fustigamiento que recibía el partido por parte de enemigos izquierdistas violentos.
A partir de ese momento, eligieron a su héroe, “pero no el guerrero Aragorn, sino el pequeño hobbit: queríamos escapar de esa noción heroica y militarista”.
Cuando Meloni se inició como militante adolescente en el Frente de la Juventud en Roma, en la década de 1990, la extrema derecha, especialmente en la capital, seguía con su mentalidad de trinchera, luchando por romper con la generación anterior.
Francesco Lollobrigida, dirigente del partido de Meloni y también su cuñado, dijo que a partir de la década de 1980 muchos militantes sintieron la necesidad “de romper con los moldes de un partido en cuyo seno todavía había gente que había participado de la República Social Italiana, el gobierno fascista más conocido como República de Saló”.
Meloni, sentada frente a él, confirmó sus dichos. “Queríamos despegarnos de eso”, dijo.
Meloni, que después de décadas en la trinchera de la política parece a punto de conseguir su propio anillo dorado, dijo que su idea del poder y de su capacidad para corromper y aislar a las personas “está estrechamente ligada a la lectura de Tolkien”.
“El poder es algo muy peligroso”, dijo. “Lo considero un enemigo y no un amigo”.
Jason Horowitz
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