Desde esqueletos humanos, hasta un horno de pan, la mayoría de los objetos encontrados se mantuvieron como si el tiempo no hubiera pasado
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Un altar en una cocina adornado con serpientes, una panadería, esqueletos humanos, frescos exquisitos y sí, una imagen de algo que se parece mucho a una pizza. Estos son algunos de los nuevos hallazgos en el Parque Arqueológico de Pompeya.
Si excavás en cualquier parte de la antigua ciudad destruida por el monte Vesubio en el año 79 d. C. descubrirás un antiguo tesoro: una instantánea de un mundo romano perdido.
Es extraordinario pensar que un tercio de la ciudad enterrada bajo piedra pómez y ceniza aún no ha sido excavada.
“Gran parte de eso será para las generaciones futuras”, dice Alessandro Russo, el arqueólogo codirector de la más reciente excavación. “Tenemos un problema para conservar lo que ya hemos encontrado. Las generaciones futuras pueden tener nuevas ideas, nuevas técnicas”.
Esta vez, los trabajos se enfocaron en un sector explorado por última vez a fines del siglo XIX. En ese entonces, los arqueólogos habían abierto las fachadas de las casas en Vía Di Nola, una de las principales vías de Pompeya, pero no habían ido mucho más allá. Habían identificado una lavandería, pero eso fue todo.
Ahora, los investigadores retiran progresivamente la ceniza volcánica y piedras del tamaño de un guisante, conocidas como lapilli, que asfixiaron a Pompeya durante los dos días catastróficos de la erupción del Vesubio.
El sitio de excavación es, en efecto, una manzana entera de la ciudad. Se conoce como “ínsula” y tiene un área de unos 3.000 metros cuadrados.
BBC News obtuvo acceso exclusivo a la investigación junto a Lion TV, que está haciendo un documental de tres partes que se transmitirá a principios del próximo año en la BBC.
El horno
“Cada habitación de cada casa tiene su propia microhistoria dentro de la gran historia de Pompeya. Quiero descubrir esas microhistorias”, dijo Gennaro Iovino, el otro arqueólogo codirector de las excavaciones.
Iovino quiere que imagines que estás entrando en un encantador atrio, un vestíbulo de entrada, con un agujero en el techo donde figuras decorativas de leones dirigen el agua de lluvia hacia una fuente, junto a una estatua.
Es evidente que los constructores estaban haciendo reparaciones en el momento de la erupción porque hay tejas de techo cuidadosamente apiladas.
Pero esta no es una villa magnífica, como algunas de las casas imponentes que se encuentran en otras partes de Pompeya.
Este edificio habría sido en parte comercial porque, al girar a la derecha, te encontrás con un horno gigante, lo suficientemente grande como para producir 100 panes al día.
Ya se encontraron aproximadamente 50 panaderías en Pompeya. Esto, sin embargo, no puede haber sido una tienda porque no hay escaparate.
Es más probable que haya sido el local de un mayorista que distribuía pan por la ciudad, tal vez a los muchos lugares de comida rápida por los que Pompeya era tan famosa.
La “pizza”
El descubrimiento de un fresco que representa un trozo de pan plano y forma redonda en una bandeja de plata, rodeado de granadas, dátiles, nueces y frutas de madroños, causó sensación cuando se anunció al mundo en junio.
Pero no es una pizza. Los tomates y la mozzarella, dos ingredientes de la clásica receta napolitana, no estaban disponibles aún en Italia en el siglo I d.C.
¿Es tal vez un trozo de focaccia? Lo de la pizza empezó como una broma, dice Gennaro. “Le envié una foto a mi jefe por correo electrónico y le dije ‘primero el horno, ahora la pizza’ “.
El mundo se volvió loco después de eso. Se construirá una cubierta sobre el fresco para tratar de protegerlo. También será tratado con un material especial para sellarlo.
Los 20.000 visitantes que acuden a Pompeya cada día exigirán ver el “ancestro de la pizza”, como algunos describen ahora la figura del fresco.
Los esqueletos
Es fácil olvidar que Pompeya fue una tragedia humana. No se sabe cuántas personas murieron.
Se cree que la mayoría de los residentes se fueron cuando vieron el horror que se desencadenaba en la cima del Vesubio.
Se han recuperado esqueletos, quizás entre 1.300 y 1.500, y la nueva excavación tiene sus propios ejemplos: dos mujeres y un niño de sexo desconocido.
Mirando la posición de las víctimas, es evidente que trataban de protegerse. Tenían la esperanza de que al esconderse debajo de una escalera estarían a salvo.
Pero no contaban con que el techo se derrumbaría por el peso de todos los lapilli y la ceniza. Los pesados escombros destrozaron sus cuerpos.
La cama calcinada
El drama de esos días de octubre de 79 d. C. también se revela al otro lado del atrio en lo que alguna vez fue un dormitorio.
La cama en sí es una masa carbonizada, producto de un incendio. Apenas es reconocible aparte de su amplio contorno grabado a fuego en las paredes y el suelo.
Si observás de cerca los escombros, podés ver fragmentos ennegrecidos de textiles de cama e incluso el relleno del colchón.
Con base en la posición de estos restos carbonizados, los arqueólogos creen que el fuego ocurrió relativamente temprano en la erupción.
Especulan que una lámpara podría haber sido derribada en el pánico por salir. “Sería interesante entender quiénes fueron las personas que no lograron huir”, se pregunta el director del parque, Gabriel Zuchtriegel.
“¿Eran los más pobres? ¿Más mujeres que hombres? O tal vez personas que tenían propiedades y trataron de quedarse para proteger lo que tenían, mientras que otros que no tenían nada simplemente huyeron”.
El altar
Hacia el fondo del área excavada hasta ahora hay un muro que encierra tres habitaciones. Es aquí donde al retirar los lapilli y la ceniza se ha dejado al descubierto las obras de arte más sorprendentes.
En la sala central, cubierta por una lona, hay un elegante fresco. Muestra el episodio del mito de Aquiles en que el legendario héroe soldado -con su desafortunado talón- intentó esconderse vestido de mujer para evitar luchar en la Guerra de Troya.
En otra habitación hay un altar magnífico. Dos serpientes amarillas en relieve se deslizan sobre un fondo de color bordeaux o burdeos. “Estos son demonios buenos”, dice Alessandro y señala un fresco más abajo en la pared, justo encima de la abertura de un tipo de caja.
“Esta habitación es en realidad una cocina. Habrían hecho ofrendas aquí a sus dioses, alimentos como pescado o frutas. La serpiente es una conexión entre los dioses y los humanos”.
A medida que se revela más de la ínsula, se colocan andamios alrededor de lo que queda de las construcciones para protegerlas con una cobertura.
En el futuro, el parque espera erigir una pasarela alta para que los turistas puedan ver los nuevos tesoros que están surgiendo.
“La gente a veces nos pregunta: ‘¿Qué te gustaría encontrar? ¿Qué estás buscando?’”, explica Gabriel, quien asegura que esas preguntas no son acertadas.
“Lo que realmente estamos buscando es lo que no sabemos. Siempre estamos buscando una sorpresa. Todo es evidencia emergente que nos lleva a algún lado, pero desconocemos a dónde conduce esa travesía”.
*Por Jonathan Amos
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