Los familiares de las víctimas argentinas del 11-S se reunieron por primera vez en un emotivo encuentro
Mariana Chalcoff y su hija Catalina –hermana y sobrina de Guillermo–; Alejandra Ciappa –rescatista en el 11-S–; John y María Grehan –hermanos de Pedro–, y Camila y su hijo Felipe –hija y nieto de Pedro– recordaron a sus seres queridos que murieron en las Torres Gemelas
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Se fundieron en abrazos largos y tendidos, que repitieron una y otra vez, entre lágrimas. Compartieron sentimientos, vivencias y hasta los miedos que los atraviesan desde el 11 de septiembre de 2001. En el marco del vigésimo aniversario del atentado a las Torres Gemelas, LA NACION presenció el emotivo encuentro entre algunos de los familiares de las víctimas argentinas y la médica Alejandra Ciappa, quien vivía en Nueva York y participó del operativo de rescate los días posteriores al ataque del grupo terrorista Al-Qaeda.
Era la primera vez que una de las hijas y dos de los hermanos de Pedro Grehan; la hermana de Guillermo Chalcoff, y Ciappa se veían las caras. La médica tenía algo para darles, que conserva desde 2002, cuando asistió a la conmemoración del primer año del ataque terrorista: piedras de los escombros de las torres. Las juntó con la ilusión de regalárselas a las familias de los argentinos, como un homenaje, al ver que las personas presentes en aquel acto hacían una suerte de pequeñas tumbas con esos restos, para llorar y despedir a sus seres queridos.
“La gente hacía montículos con los restos de los edificios, como pequeños sepelios. Ponían velas y fotos, y se abrazaban en llanto. Agarré algunas, pensando en que algún día iba a encontrarme con los familiares de las víctimas argentinas y que cada uno pudiera tomar la que quisiera, para guardar de recuerdo”, les dijo Ciappa a los presentes, con la voz quebrada y los ojos llenos de lágrimas, mientras sacaba las piedras y trozos de metal de la misma bolsa de pana azul en la que los había guardado, 19 años atrás. Para ella, las piedras “simbolizan a esas personas cuyos cuerpos no fueron encontrados ni identificados”.
Con cinco años, Felipe fue el primero en abalanzarse sobre la mesa para elegir una piedra que representara a su abuelo, Pedro Grehan, a quien nunca conoció. Grehan trabajaba en una financiera en el piso 105 de la Torre Norte, y murió tras el impacto del vuelo 11 de American Airlines. La familia recibió en dos oportunidades restos de ADN del joven argentino, quien, al momento de su muerte, tenía 35 años.
Pero los Chalcoff no tuvieron la misma suerte. El cuerpo de Guillermo, que tenía 41 años y trabajaba como desarrollador de sistemas, también en la Torre Norte, nunca fue identificado. Es por eso que los recuerdos que juntó Ciappa tienen un valor enorme para Mariana Chalcoff. Conmovida, la hermana de Guillermo tomó una segunda piedra y la apoyó en su corazón. ”Estos restos son muy importantes para mí. Pienso enterrarlos en Vicente López, en algún lugar lindo frente al río, para poder tener donde llevarle una flor a mi hermano”, indicó a LA NACION.
Mariana Chalcoff y su hija Catalina –hermana y sobrina de Guillermo–; Alejandra Ciappa –rescatista en el 11-S–; John Grehan, una de sus hijas, Maggie, y María Grehan –hermanos y sobrina de Pedro–, y Camila y su hijo Felipe –hija y nieto de Pedro– se reunieron en un café en el bajo San Isidro, pasadas las 11 de este sábado.
Llegaron después de escuchar por televisión las primeras campanas en recuerdo de las víctimas, que sonaron desde las 8.46 –horario en el que se estrelló el primer avión– en el Ground Zero, donde solían estar las Torres Gemelas. Mariana se bajó de su auto con el teléfono en la mano, acompañada por su hija. “Acaban de nombrar a mi hermano”, repetía, emocionada, mientras exhibía el acto organizado por el Gobierno estadounidense en la pantalla de su celular.
Fue recién en estos últimos meses, con 58 años de edad, que Mariana entendió la dimensión del atentado. “Primero, pensaba solo en que se había muerto mi hermano; después, en que había muerto más gente. Recién ahora entiendo que fue un ataque terrorista y que a Guillermo lo mataron”, reflexionó, ante el resto de los familiares.
A Camila Grehan, de 29 años, le sucedió algo similar: “Hace poco me puse a investigar lo que pasó, lo tenía bloqueado. Ahora estoy obsesionada con entender cómo murió mi papá”.
Ambas mujeres reconocieron, también, sentir miedo cuando viajan o escuchan el sonido de un avión. “Me siento muy vulnerable. Todo el tiempo pienso en la posibilidad de que ocurra un atentado”, contó Mariana. “Yo me paralizo cada vez que escucho pasar un avión. Por segundos, se me cierra la garganta y siento que me va a chocar”, se sinceró Camila, ante la confesión de la hermana de Chalcoff, y agregó: “Ahora entiendo que cualquier cosa te puede pasar, nada te salva”.
En septiembre de 2001, María y John Grehan sí pudieron ver con mayor claridad. aunque no menos dolor, lo que había ocurrido con su hermano. “Yo lo entendí cuando cayó la segunda torre. Pero, aún así, siempre me quedé esperando que Pedro volviera a llamar. Cuando sonaba el teléfono, fantaseaba con que podía ser él”, lamentó María, que acaba de cumplir 60 años. Y John (58) agregó: “Lo que no había entendido en aquel entonces, y caigo a la cuenta con el tiempo, es lo joven que era Pedro cuando murió, y todo lo que nos perdimos de compartir juntos”.
Los familiares de las víctimas argentinas intentaron apelar a recuerdos alegres y reconstruir los hobbies, los gustos y las personalidades de los fallecidos. Fue durante el encuentro de este sábado que Camila supo, por primera vez, que la banda musical que la inició al rock, The Police –por la cual asistió al primer recital de su vida, con 14 años–, era la banda favorita de su papá. “No lo puedo creer, tenía un amor profundo por esa música, sin siquiera saber que le gustaba”, dijo, atónita y con los ojos abiertos, cuando su tío nombró los discos que solía escuchar Pedro. “Es un proceso del inconsciente, que tiene que ver con la teoría de agradecer a los ancestros”, le explicó Ciappa, médica neurogenetista.
Durante el pequeño homenaje a sus seres queridos, los argentinos también reconocieron el dolor que les representa visitar Nueva York. Camila Grehan no pudo pisar Manhattan nunca más. Sus tíos John y María intentaron volar a Estados Unidos para presenciar el acto conmemorativo por primera vez, este año, pero las restricciones de la pandemia se los impidieron. Mariana Chalcoff viajó en dos oportunidades y se quebró frente al memorial, en donde figura el nombre de su hermano, el cual visitó recién último día de uno de sus viajes. “No podía hacerlo, era la negación”, admitió.
Alejandra Ciappa no tenía escapatoria porque vivía en la Gran Manzana. Luego de caminar sobre los escombros de las Torres Gemelas en la búsqueda, sin éxito, de sobrevivientes, se quedó en Estados Unidos por un año más, hasta 2002. Pero no podía volver a la zona del World Trade Center. “Me costó mucho tiempo ir para ahí, la ciudad se sacudió, el aire era triste y pesado”, contó.
El duelo logró hacerlo un año después del atentado, cuando juntó las piedras en el acto oficial. Recuerda el sonido del violoncello y la extensa enumeración de las 2977 víctimas fatales. “Mientras decían sus nombres, se levantó un viento intenso y se armó un remolino gris, en medio del círculo de flores que rodeaba el lugar en el que solían estar las torres. Fue como ver elevarse el alma de los fallecidos”, reconstruyó, ante los Grehan y los Chalcoff.
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