Los exiliados nicaragüenses: “Tenemos una dictadura criminal que nos roba todo”
La maniobra del régimen de Ortega de despojar de la nacionalidad y los bienes a 94 disidentes en el exilio aumentó la rabia y los temores de sus víctimas
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Casi un centenar de ciudadanos nicaragüenses, todos en el exilio, perdieron esta semana su nacionalidad y sus bienes, sean autos, casas y todo lo que encuentren dentro los agentes que vayan a poner el precinto amarillo en la puerta de calle, oficializando el despojo.
Así lo dispuso la dictadura de Daniel Ortega, que a través de un juez arrebató, con la sola firma de un escrito prolijamente burocrático, con los artículos e incisos correspondientes, de ciudadanía y propiedades a 94 personas. Estos nuevos apátridas se suman a los 222 desterrados la semana pasada a Estados Unidos, también convertidos en hombres y mujeres sin documento.
Considerados “prófugos de la justicia”, los 94 escritores, periodistas, políticos y activistas, exiliados desde hace años por su disidencia contra el régimen en países vecinos, Estados Unidos o Europa, reaccionaron con melancolía al nuevo despojo, sin la menor ilusión de que Ortega y su banda entren alguna vez en razones, pero con la certeza de que nada dura para siempre .
“Yo sé que tenemos una dictadura criminal que además opera como mafia, y que lo que están haciendo es robarnos lo que tenga cada uno de nosotros; yo tengo algunas cosas como un carro en Managua que se lo debo al banco, así que si ellos se lo roban, pues le diré al banco que vaya y se lo pida a Daniel Ortega”, dice a LA NACION Álvaro Navarro, director del sitio de noticias Artículo 66.
Navarro está exiliado en un país que prefiere no revelar. Como otros sobrevivientes en el exilio de ese naufragio en que se convirtió Nicaragua, sabe que el largo brazo del régimen puede llegar a cobrarse sus cuentas con sicarios enviados o reclutados en el exterior. Así le pasó al activista Joao Maldonado, herido de bala por gatilleros en moto cuando manejaba su auto en Costa Rica.
“Naturalmente uno tiene sus cositas que ha venido construyendo con mucho esfuerzo. Yo vengo de una familia muy pobre, pues nací en un pueblo rural que se llama Cinco Pinos, a 229 kilómetros de Managua, y tuve que ganarme la vida para ayudar a mi familia vendiendo en las calles cuando me trajeron a Managua. Así que puede usted suponer que lo poco que he conseguido me ha costado”, dijo Navarro sobre la confiscación.
Temor por la familia
Navarro teme por su familia, “pues yo estoy también presionado por eso, porque yo no sé qué pueden hacer con mi hermano, qué pueden hacer con mi familia que de alguna manera ha estado cercana a mí en esta circunstancia. Mi hermano es quien me ayuda a cuidar algunas de mis cosas, todavía tenía mi casa, pero bueno, también nos toca vivir con esta incertidumbre”.
Y lo que también tiene realmente mal a Navarro es que, por un acto de suprema arbitrariedad, por la firma de un fallo de veinte líneas, le hayan arrebatado la nacionalidad.
Pero el régimen de Ortega no será eterno, sostiene Navarro, quien abriga la esperanza de que más pronto que tarde el hombre fuerte finalmente caerá, “y yo voy a poder recuperar no solo mis cosas, sino también mi nombre y mi nacionalidad, que es lo que esta dictadura pretende arrebatar”.
Lucía Pineda, otra exiliada del régimen, pasó, según sus propias palabras, “de la sala de redacción directo a la celda de tortura”, cuando los esbirros de Ortega clausuraron el canal 100% Noticias donde trabajaba, en 2019. De doble ciudadanía nicaragüense y costarricense, Pineda fue liberada por presión del gobierno de Costa Rica, y desde entonces vive fuera del país.
“La semana pasada el régimen deportó a un grupo de presos políticos, aunque también ha habido destierros selectivos de nicaragüenses que salen y ya no les permiten entrar, y los dejan pues en ese limbo en otro país. Es una táctica de ellos, sacarse a la gente de encima. Es una ruleta, a quién exilian y a quién meten en la cárcel”, dijo Pineda a LA NACION, tratando de dar sentido al descontrolado sistema de expulsiones y prisiones de la dictadura.
Como Navarro, Pineda tenía bienes en Nicaragua que consiguió con trabajo y esfuerzo, y que continuó pagando incluso en las circunstancias más adversas. “Nos sacan la nacionalidad y nos confiscan nuestras propiedades. Yo misma construí mi casa con un crédito bancario que cancelé aún estando en la cárcel. Yo me la pasé pagando esa casa. Pagué impuestos y créditos, día tras día, y de pronto ellos vienen y deciden declararme traidora a la patria”.
La sentencia del juez Ernesto Rodríguez, de la Corte de Apelaciones de Managua, tuvo también la aberración de ser resuelta sin juicio, dice Pineda. No hubo causa, solo condena.
“Si estás acusado supuestamente te tienen que hacer un proceso”, sostiene la periodista, que sigue adelante con 100% Noticias desde el exilio. “Pero ese proceso no existe, te acusan y deciden que te quitan la nacionalidad, ordenan la confiscación de tu propiedad. Te acusan y ya está”.
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