Los estudiantes que desafiaron a Harvard, la universidad más rica del mundo
En la universidad estadounidense de Harvard, en Cambridge, Massachusetts, hay más de 20.000 estudiantes, pero siete se han convertido en una piedra en el zapato para la prestigiosa entidad educativa.
Estos estudiantes presentaron en noviembre del año pasado una demanda contra la universidad con la que pretenden que deje de invertir millones de dólares en compañías de gas, petróleo y carbón, por considerar que contribuye al cambio climático.
Harvard, como muchas otras universidades, tiene lo que en inglés se conoce como un endowment, es decir un capital que muchas veces es donado por exalumnos a lo largo de la historia y que la universidad invierte en distintas áreas para obtener beneficios y sostener sus operaciones.
Pero el endowment de Harvard no es como de otras universidades, sino el más grande del mundo: US$36.400 millones, mayor que el Producto Interno Bruto (PIB) de muchos países.
Los estudiantes consideran que al "financiar el cambio climático", Harvard está afectando a sus estudiantes y a las futuras generaciones y que sus directores tienen la responsabilidad de desligarse de las "actividades insensatas" de estas industrias.
Y no están solos. A través de redes sociales han sido convocados eventos de protesta o de "desobediencia civil" en el campus, como ocupar pacíficamente el edificio donde están las autoridades educativas.
Y más de 200 profesores y miembros de facultades se han unido a la causa, al firmar una carta en la que aseguran que dejar las inversiones es una "responsabilidad ética".
La universidad, en un comunicado enviado a BBC Mundo, aseguró que si bien respeta el punto de vista de los manifestantes, rechaza que estén utilizando medios como la "ocupación altamente perturbadora de un edificio como medio para promover su visión".
"Esas tácticas cruzan la línea de la persuasión hacia la interferencia irrespetuosa y coercitiva con las actividades de los otros".
No cambia de rumbo
Este caso judicial ha aumentado la presión sobre Harvard, una de las universidades más importantes del mundo, que cuenta con unos 50 premios Nobel.
Los estudiantes y profesores que abogan por la "desinversión" (o divestment, como se conoce el movimiento en inglés) alegan que la universidad no se vería afectada financieramente si se retira de esas compañías.
Ellos argumentan que su objetivo es, más bien, que la universidad envíe una "señal política y moral" aprovechando su prestigio internacional, como le dijo a BBC Mundo Talia Rothstein, una de las siete estudiantes que presentaron la demanda.
"La universidad de Harvard está respaldando este modelo de industria, que está extrayendo y quemando combustibles fósiles a niveles que descuidan de manera extrema el futuro del planeta y quienes viven en este planeta ahora", dice Rothstein, de origen mexicano y estudiante de política e historia de América Latina.
Pero Harvard se ha negado a cambiar de rumbo y asegura que sus inversiones responden ante todo a su misión educativa, por lo que no cree que dejar la "industria de los combustibles fósiles sea la respuesta apropiada" al desafío del cambio climático.
Harvard reconoce que este es "uno de los problemás más urgentes y serios del mundo", pero explica que prefiere combatirlo a través de la investigación, la enseñanza y la reducción de su propio impacto ecológico.
Así, esta universidad no se suma a decenas de organizaciones que en los últimos años se han comprometido a dejar de invertir en estas industrias, con nombres tan prominentes como los Rockefeller o la universidad de Stanford, en California.
Esta última anunció en mayo de 2014 que no invertiría en unas 100 compañías que extraen carbón como su actividad principal.
Lucha contra los combustibles fósiles
En realidad, la idea del divestment es uno de vieja data y Harvard, por ejemplo, dejó de invertir en compañías sudafricanas en protesta por el apartheid, así como en empresas tabacaleras en 1990.
En el caso de la lucha contra los combustibles fósiles, se trata de un movimiento que comenzó en 2011 en algunas universidades estadounidenses y desde entonces se esparció a unas 500 campañas a nivel mundial, según registra la campaña US Fossil Free.
Esa organización aseguró en septiembre del año pasado que 837 instituciones e individuos se han comprometido a desinvertir de los combustibles fósiles.
Y un análisis de la Universidad de Oxford, realizado como parte de un programa de estudios que se estableció en 2012, aseguró que esa lucha ha avanzado de manera más rápida que los intentos anteriores no sólo con el tabaco y el apartheid, sino también las armas, las apuestas o la pornografía.
Por el momento, sin embargo, la campaña no ha logrado convencer a las autoridades de Harvard.
La corte se reunió este mes para escuchar las mociones de la universidad y del fiscal general del estado, que piden que la demanda sea desestimada.
Pero el juez en Massachusetts se negó a tomar una decisión final.
Así las cosas, la batalla continúa en la universidad más rica del mundo.
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