Los drones kamikazes fogonean una alianza entre Irán y Rusia basada en la hostilidad hacia Estados Unidos
Los aviones no tripulados lanzados contra las ciudades ucranianas materializan el vínculo entre dos países que tienen como objetivo común socavar el poder y la imagen de Washington
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NUEVA YORK.- Los drones iraníes que Rusia envió el lunes para bombardear en picada la capital ucraniana son la prueba más rotunda hasta el momento de que Teherán se ha convertido en un aliado cada vez más cercano al Kremlin, y le provee armas y el apoyo internacional que a Rusia tanto le falta.
Sin embargo, no existe un amor profundo entre Rusia, que volvió a convertirse en paria por atacar a otro país, e Irán, que desde hace décadas es una de las naciones más aisladas del mundo. Pero ambos gobiernos autoritarios, en aprietos por las sanciones occidentales, ven a Estados Unidos como su gran enemigo y una amenaza a su poder.
“Es una alianza por conveniencia entre dos dictaduras sitiadas”, dice Karim Sadjadpour, experto en Irán para el Fondo Carnegie para la Paz Internacional, con sede en Washington.
Ambos países atraviesan una crisis profunda, con grandes dificultades económicas y políticas. Irán intenta sofocar protestas callejeras que representan el mayor desafío de los últimos años para su gobierno, mientras que Rusia intenta manejar el creciente malestar por la impopular leva y el fallido esfuerzo bélico.
El surgimiento de una alianza entre Moscú y Teherán tiene múltiples consecuencias a nivel internacional. Podría terminar con las esperanzas de un nuevo acuerdo para controlar el programa nuclear iraní, y a su vez podría presionar a Israel, el enemigo jurado de Irán, a adoptar una posición a favor de Ucrania en la guerra.
La relación entre Rusia e Irán viene forjándose desde hace años. El presidente ruso, Vladimir Putin, desplegó sus fuerzas armadas en Siria a comienzos de 2015 para evitar el colapso del régimen del presidente Bashar al-Assad, un aliado de Teherán de larga data. Rusia e Irán colaboraron de cerca, con los aviones de guerra rusos cubriendo a los paramilitares y a las fuerzas subsidiarias iraníes que combatían en el terreno.
Siria fue un ejemplo del empeño de ambos países para buscar debilitar la solidez y el prestigio de Estados Unidos en cualquier lugar del mundo donde podían, y Ucrania representa una oportunidad similar, pero a una escala más amplia y visible.
Tras la revolución de 1979, Irán reformuló su política exterior en torno al lema “Ni Oriente ni Occidente”, receloso tanto de Estados Unidos como de la Unión Soviética. Ahora los analistas dicen que la república islámica está eligiendo su bando, y las imágenes de los drones iraníes que caían exactamente en su blanco lo promueven como un poder regional que debe ser tomado en serio.
El lunes, en Teherán, el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores negó que su país le esté vendiendo armas a Rusia, aunque los sitios de noticias vinculados con la Guardia Revolucionaria se jactaron de los drones, toscos y sin embargo letales.
“No hay duda de que los drones utilizados por las fuerzas militares rusas son iraníes”, decía un posteo en Sepah Cybery, un canal de Telegram asociado a la Guardia Revolucionaria, que desarrolló los drones. Por su parte, el jefe del ciberejército del país, Ali Akbar Raefipour, fanfarroneó en Twitter diciendo que el dron iraní Shahed ahora era “el arma más comentada del mundo”.
Irán no quiere darle mucha importancia a la venta de armas porque para los iraníes de a pie Ucrania es más popular que Rusia, y la república islámica se presenta como defensora de los desamparados en los asuntos mundiales, dice Mahmoud Shoori, vicedirector del Instituto de Estudios de Irán y Eurasia, en Teherán.
Pero al mismo tiempo, “Irán también quiere demostrarle al mundo que tiene como aliado una superpotencia militar y capacidad para venderle armas a una potencia como Rusia”, dice Shoori, en una entrevista telefónica. “Demuestra que la política de máxima presión para aislar a Irán no ha funcionado.”
Puntos en común
Además de las armas, ambos países tienen puntos en común en materia de energía, petróleo y gas. Rusia trabaja desde hace décadas en la central nuclear de Bushehr, pero los interminables retrasos y los sobrecostos multimillonarios lo convirtieron en un punto áspero de las relaciones bilaterales.
Según analistas occidentales, las fuerzas rusas se están quedando sin misiles de crucero y misiles balísticos de precisión, y en consecuencia, la guerra invirtió el modelo habitual, según el cual los grandes poderes les venden armas a los pequeños. Incapaz de comprar armas en otro lugar –salvo, quizás, Corea del Norte–, Moscú se volcó hacia Irán.
Los drones llevan cargas explosivas menores y son mucho más lentos que los misiles, de modo que es más fácil derribarlos. Pero también son mucho más baratos, así que Rusia puede lanzarlos a montones y sobrecargar las defensas aéreas, para que algunos logren dar con su objetivo.
“Pueden ser utilizados por Rusia para atacar la electricidad o el combustible, y a la larga, para tratar de agotar económicamente a Ucrania”, dice Michael Kofman, director de estudios rusos en el CNA, un instituto de investigación en defensa con sede en Virginia.
Irán o sus fuerzas subsidiarias han sido acusados de utilizar drones para atacar adversarios de su propia región, como Arabia Saudita.
Para Irán, el hecho de que Rusia utilice sus drones le transmite un mensaje a su propia población, incluso a quienes protestan desde hace semanas contra las restricciones a los derechos de las mujeres.
El gobierno está intentando demostrarles a los iraníes que “no está en una posición de debilidad y que no lo amedrentan la presión internacional ni las amenazas”, dice Ali Vaez, director del proyecto Irán en el International Crisis Group.
El domingo, el diario The Washington Post informó que Irán también le vendería a Rusia misiles balísticos de corto alcance, mucho más letales que los drones. Antes los analistas se reían de los misiles iraníes, a los que consideraban copias baratas de las armas soviéticas o norcoreanas, pero ya no es el caso.
En los últimos años, Irán hizo “muchos avances y mejoró mucho su capacidad de puntería”, dice Afshon Ostovar, profesor asociado de política de Medio Oriente en la Escuela de Posgrado Naval en Monterrey, California.
Aún se desconoce cómo reaccionará Arabia Saudita, el principal adversario regional de Irán, al acercamiento entre el Kremlin y Teherán. Recientemente, el gobierno saudita y Moscú aunaron fuerzas para intentan aumentar el precio del petróleo, una medida que impulsó la inflación y exasperó a Estados Unidos.
Nachman Shai, un ministro del gobierno israelí, dijo que la asistencia militar iraní a Rusia disipaba “cualquier duda acerca de la posición que Israel debe tomar en este conflicto sangriento. Llegó la hora de que Ucrania también reciba ayuda militar, tal como le brindan Estados Unidos y los países de la OTAN”.
Neil MacFarquhar
Traducción de Ignacio Mackinze
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