Los dispositivos tácticos atómicos, la pesadilla que podría convertir a Ucrania en un campo de guerra nuclear
Tanto Rusia como Estados Unidos tienen hoy armas nucleares que son mucho menos destructivas que la bomba que borro del mapa Hiroshima, pero se han convertido en motivo de preocupación
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NUEVA YORK.- En términos de poder destructivo, la bomba norteamericana que destruyó Hiroshima era insignificante frente a los monstruos de la Guerra Fría. Por entonces, la mayor prueba nuclear de Washington fue 1000 veces más grande que Hiroshima, y la de Moscú, 3000 veces. De ambos lados, la idea era disuadir cualquier ataque con la amenaza de una represalia masiva y devastadora que aseguraba la mutua aniquilación. La vara emocional era tan alta que los ataques nucleares empezaron a ser inconcebibles.
Pero hoy tanto Rusia como Estados Unidos tienen armas nucleares que son mucho menos destructivas, cuya potencia es apenas una fracción de la de Hiroshima, y cuyo uso es menos aterrador y más imaginable que antes.
Esas armas nucleares más pequeñas ahora se han convertido en motivo de preocupación, desde que Vladimir Putin, en guerra con Ucrania, advirtió sobre el poderío nuclear de su país, puso en alerta a sus fuerzas atómicas, y ordenó peligrosos bombardeos contra plantas de energía nuclear. El temor es que Putin se sienta acorralado en el conflicto y decida detonar una de esas armas nucleares de baja potencia, rompiendo el tabú posterior a los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki, hace 76 años.
Los analistas señalan que las tropas rusas desde hace tiempo ensayan la transición de guerra convencional a guerra nuclear, especialmente como una forma de recuperar la ventaja después de sufrir pérdidas en el terreno. Y los militares rusos, que ostentan el mayor arsenal nuclear del mundo, ya han analizado un variado menú de opciones de escalada bélica del que Putin podría escoger.
“Las probabilidades son bajas, pero van in crescendo”, dice Ulrich Kühn, experto nuclear de la Universidad de Hamburgo y miembro del Fondo Carnegie para la Paz Internacional. “A los rusos les está yendo mal en esta guerra, y las presiones de Occidente se van acumulando.”
Kühn dice que Putin podría optar por lanzar el arma en una zona deshabitada, y no sobre las tropas. En un informe que publicó en 2018, Kühn plantea un escenario de crisis en el que Moscú detona una bomba en un remoto sector del Mar del Norte, como señal de disuasión para futuros ataques.
“Por horrible que suene, hay que admitir que esa posibilidad existe”, dice Kühn.
De hecho, para los días por venir Washington espera nuevas movidas atómicas de Putin. A medida que la guerra y sus consecuencias debiliten a Rusia, “es probable que Moscú recurra cada vez más a la amenaza nuclear como mensaje a Occidente y para proyectar una imagen de fuerza”, declaró el jueves ante legisladores norteamericanos el teniente general Scott D. Berrier, director de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos.
Esta semana, el presidente Biden viajará a la cumbre de la OTAN en Bruselas para discutir la invasión de Rusia a Ucrania. Entre otros temas, está previsto tratar la respuesta que daría la OTAN en caso de que Rusia utilice armas químicas, biológicas, cibernéticas, o armas nucleares.
El general retirado de la Fuerza Aérea norteamericana James R. Clapper Jr., que se desempeñó como director de inteligencia nacional durante el gobierno de Barack Obama, dice que cuando terminó la Guerra Fría y el ejército ruso quedó sumido en el caos, Moscú bajó mucho la vara de su “umbral” para usar armas nucleares. Para Rusia, dice Clapper, hoy las armas nucleares son funcionales, no algo impensable.
“No les importa nada”, dice Clapper en referencia a las tropas rusas que a principios de mes atacaron la planta nuclear de Zaporizhzhia, una de las más grandes de Europa. “Avanzaron y abrieron fuego, típico de la actitud rusa de laissez-faire. Ellos no hacen las distinciones que hacemos nosotros con las armas nucleares”.
A fines de febrero Putin anunció que pondría a las fuerzas nucleares rusas en estado de “preparación especial para el combate”. Pavel Podvig, un estudioso de las capacidades nucleares de Rusia, dice que esa alerta probablemente implica que el sistema de comando y control rusos están listos para recibir una orden nuclear.
No se sabe cómo maneja Rusia su arsenal nuclear de menor poder destructivo, pero algunos políticos y expertos estadounidenses han denunciado que la proliferación de estas armas más pequeñas de ambos lados amenaza con alterar el equilibrio global del “terror nuclear”.
Armas nucleares más pequeñas
La carrera de acumulación de armas nucleares más pequeñas se está intensificando en todo el mundo. Aunque para los estándares de la Guerra Fría esas armas son menos destructivas, las estimaciones actuales muestran que si en el centro de Manhattan se detonara el equivalente a la mitad de una bomba de Hiroshima, medio millón de personas morirían o resultarían heridas.
El argumento en contra de estas armas es que debilitan el “tabú nuclear” y las situaciones de crisis se vuelven más peligrosas. Como son menos destructivas, dicen sus detractores, pueden alimentar la ilusión del control atómico, cuando lo cierto es que su uso puede escalar velozmente en una guerra nuclear con todas las letras. Una simulación desarrollada por expertos de la Universidad de Princeton comienza cuando Moscú lanza un disparo de advertencia nuclear, la OTAN responde con un pequeño ataque, y la guerra resultante deja más de 90 millones de muertos en sus primeras horas.
No está claro cómo respondería Biden al uso de un arma nuclear por parte de Putin. Los planes de contingencia para una eventual guerra nuclear son uno de los secretos más recónditos de Washington. En general, dicen los expertos, los planes de guerra van desde disparos de advertencia hasta ataques direccionados y represalias múltiples. La gran pregunta es si hay formas confiables de evitar la escalada de un conflicto.
Ni siquiera Clapper, exdirector de inteligencia nacional, dice estar seguro de cuál sería su consejo al presidente Biden si Putin desatara sus armas nucleares.
“¿En qué momento hay que poner un límite?” dice Clapper en referencia a las represalias nucleares. “No se puede poner la otra mejilla todo el tiempo, en algún momento tendríamos que hacer algo.”
Una posible respuesta de Estados Unidos a una pequeña detonación nuclear rusa, dicen los expertos, sería disparar una de las nuevas ojivas que se lanzan desde submarinos hacia algún lugar remoto de Siberia o hacia una base militar dentro de Rusia. Miller, exfuncionario nuclear del gobierno de Estados Unidos y expresidente del comité de política nuclear de la OTAN, dice que una explosión como esa le dejaría muy claro a Moscú que “esto va en serio y las cosas se están saliendo de control”.
Por William J. Broad
Traducción de Jaime Arrambide
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