Los desafíos del joven primer ministro Rishi Sunak : turbulencia económica y un Partido Conservador fracturado
El mandatario entrante comenzará esta semana enfrentando la primera prueba: formar un equipo de gobierno capaz de hacer “milagros” en apenas dos años
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PARÍS.– Por quinta vez en seis años, los británicos descubrieron este lunes el nombre del nuevo primer ministro que se hará cargo de sus destinos durante los próximos dos años: Rishi Sunak, un meteoro de la política insolentemente inteligente, tendrá la enorme responsabilidad de sacar al Reino Unido del marasmo económico en que se encuentra. Al mismo tiempo, deberá restaurar la credibilidad de un Partido Conservador hecho trizas después de 12 años de fracasos públicos y enfrentamientos internos.
“Este personaje excepcional, enérgico, inteligente, abierto, racional y disciplinado será un excelente primer ministro”, declaró el ex jefe del Partido Conservador, William Hague, que Sunak había remplazado como diputado en Nord Yorkshire en 2015.
Cuando se es un hindú profundamente creyente, vegetariano y que no bebe alcohol, imponerse a los militantes de la derecha local, blancos, protestantes y esponjas para el alcohol parecía una misión imposible. Sin embargo, sin ningún reparo, ese apasionado de cricket había declarado con orgullo al comité de selección: “Soy un indo-británico. Profundamente británico. Pero mi religión, mi herencia cultural y mi esposa son indias”.
Ese coraje discreto —y la ayuda de Hague— permitieron entonces al “paracaidista” obtener la diputación. Sunak es joven, moderno, bien educado y brillante. Confrontado a la pandemia del Covid como ministro de Finanzas, dio pruebas de imaginación desatando rápidamente y con generosidad los cordones de la bolsa para ayudar tanto a empleados como a trabajadores independientes.
Es fácil imaginar el desamparo de ese liberal de pura cepa ejecutando semejantes gestos: más de 337.000 millones de euros de gastos en solo cinco meses. Si bien Sunak es visceralmente hostil a la intervención del Estado en la vida económica y sobre todo al endeudamiento, el nativo de Southampton es, antes que nada, pragmático y consensual.
“Rishi es inteligente, enérgico y decisivo. Sobre todo, sabe escuchar a los interlocutores sociales”, dijo no hace mucho nada menos que la presidenta de la confederación sindical TUC, Frances O’Grady.
Esa cualidad, su demostrada prudencia y sobre todo su proverbial discreción le serán esenciales ahora, cuando su principal tarea, además de enderezar las maltrechas finanzas del país, será la de reconciliar a un Partido Conservador hecho pedazos después de una insensata serie de fracasos y enfrentamientos internos que comenzó en 1916, cuando al entonces primer ministro tory David Cameron se le ocurrió la idea de llamar a referendo para decidir la permanencia de Gran Bretaña en la Unión Europea.
Pro-leave y anti-leave, pro-tratados y anti-tratados, pro-estatus de Irlanda del Norte y anti-estatus de Irlanda del Norte… Pro-Boris Johnson y anti-Johnson… Todo, absolutamente todo fue motivo de enfrentamientos entre los tories, que vieron su caudal de prestigio fundirse como nieve al sol durante estos años. Un proceso tan demoledor, que terminó provocando la indignación de un electorado que, después de otorgar un triunfo extravagante al entonces primer ministro Boris Johnson en 2019 (43,63% de los votos, contra 32,08% para los laboristas y 11,55% para los liberal-demócratas), concede hoy a los conservadores apenas el 21% de intenciones de voto, contra 54% para la oposición laborista.
Rishi Sunak comenzará esta semana enfrentando el primer desafío: formar un equipo de gobierno capaz de hacer “milagros” en apenas dos años —ya que las elecciones generales están previstas para fines de 2024— con el fin de restaurar esa confianza. En un país donde la gente normal no consigue pagar sus facturas de energía y la inflación supera el 10%, la tarea no será nada fácil.
Pero su meteórico ascenso no puede haber impedido a Rishi Sunak ser perfectamente consciente de que su ejercicio del poder se realizará sobre el filo de una navaja. Que, desde el primer día, tendrá que evitar las trampas que le tiendan los numerosos peso-pesados del partido que lo consideran un traidor. El primero de ellos —aunque no el único— es Boris Johnson, cuya caída en julio se vio precipitada por la renuncia del entonces ministro de Finanzas, un tal Rishi Sunak, que hasta entonces había sido un aliado fiel.
Nadie sabe qué se dijeron ambos hombres ayer, poco antes de que Johnson desistiera de presentar su candidatura para volver a Downing Street. El exprimer ministro, “enfant terrible” de los tories, afirmó después en su declaración estar convencido de “obtener la victoria para el Partido Conservador en las elecciones de 2024″. Habría que ser ciego para no ver en esa frase la intención oculta de hacerle —de aquí en más— todas las zancadillas posibles al nuevo jefe del gobierno británico.
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