Los datos de la economía reflejan el precio que pagó China por su estrategia de “Covid Cero”
Hasta hace algunos días, 87 de las 100 ciudades más grandes de China regía algún tipo de restricción por un rebrote de coronavirus, lo que impactó en los crecimientos económicos que preveía el gobierno
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PEKÍN.- China está sufriendo el peor brote de Covid-19 desde que empezó la pandemia, y lo enfrenta con nuevas cuarentenas masivas, confinamientos estrictos y controles fronterizos. Tal vez esas medidas funcionen, pero los datos oficiales difundidos el lunes muestran que también representan una pesada carga para la segunda economía del mundo.
En el primer trimestre de 2022, la economía china creció un 4,8%, en comparación con el mismo periodo del año pasado. Ese crecimiento fue apenas superior al del último trimestre de 2021, y también encubre un inquietante problema.
Gran parte de ese crecimiento se registró en enero y febrero, pero el mes pasado, la actividad económica se desplomó, cuando Shenzhen, el gran polo tecnológico del sur del país, y más tarde Shanghai, la ciudad más grande del país, así como otros centros industriales, tuvieron que parar en seco la actividad debido a la pandemia. La cuarentena dictada por las autoridades bajó el interruptor de las líneas de ensamble, dejó parados a los trabajadores y al transporte de camiones, y generó embotellamientos en los puertos. Pero por sobre todas las cosas, la cuarentena confinó en sus casas a cientos de millones de consumidores.
Las ventas minoristas, dato crucial para saber si los consumidores están gastando, se desplomaron en marzo un 3,5% en comparación con el año pasado, según reveló el lunes la Oficina Nacional de Estadística de China. La producción industrial creció un 5%, a un ritmo inferior que el registrado en los primeros dos meses del año. Y las importaciones, que en el primer bimestre crecieron a paso firme, cayeron levemente en marzo, también en parte debido a los inconvenientes para el transporte de cargas.
Y se espera que esa desaceleración que arrancó en marzo se profundice durante el mes en curso, cuando otras regiones de China sean puestas en cuarentena. Todas estas son malas noticias para el gobierno chino, que se había puesto el objetivo de crecer “alrededor de un 5,5%” durante este año.
La semana pasada, el premier chino Li Keqiang les pidió a los funcionarios regionales que entendieran “la urgencia” de limitar los efectos de las cuarentenas y restricciones sobre la economía. El viernes, el banco central intervino para que los bancos comerciales aumenten sus líneas de crédito y así estimular el crecimiento económico.
En el resto del mundo, las restricciones por el COVID de China podrían fogonear aún más la inflación, al generar nuevas disrupciones en las cadenas de suministro de las que dependen muchos fabricantes, y aumentar el costo de fabricación y transporte de los bienes transables. Además, si China crece más lentamente, también importa menos de otras naciones, ya sean recursos naturales, como petróleo y mineral de hierro, o bienes de consumo, desde frutas hasta carteras de diseño.
“Si hablamos del impacto de las restricciones por la pandemia en Shanghai y Shenzhen, no hay que olvidar que son eslabones cruciales de la cadena de suministro mundial, y ciertamente afectarán todo el ciclo de la economía china”, dijo el miércoles pasado Yao Jingyuan, execonomista en jefe de la Oficina Nacional de Estadísticas de China y actual asesor del gabinete.
En los últimos días, los ejecutivos de la industria automotriz y el sector tecnológico —dos de los mayores empleadores de China—, advirtieron que si particularmente Shanghái no reanuda pronto su actividad, puede producirse una parálisis en sus operaciones a nivel nacional. En Shanghai se fabrican muchos componentes de alta tecnología que son cruciales en numerosas cadenas de suministro.
“Shanghái es un polo abastecedor de insumos para las grandes automotrices internacionales: si el centro falla, se cae todo el sistema”, dice Cui Dongshu, secretario general de la Asociación de Fabricantes de Automóviles Particulares de China.
Las cuarentenas y restricciones paralizan las economías locales
A fecha 11 de abril, en 87 de las 100 ciudades más grandes de China regía algún tipo de restricción, según Gavekal Dragonomics, una firma de investigación económica independiente que hace un monitoreo de los confinamientos. Esas restricciones iban desde limitar quién puede entrar o salir de una ciudad hasta cuarentenas totales, como en Shanghai, donde la mayoría de la gente tiene prohibido salir a la calle, ni siquiera para comprar alimentos.
Yang Degang, gerente de una fábrica de moldeadoras plásticas de Zhangjiagang, a 120 kilómetros de Shanghai, se vio obligado a apagar sus máquinas el miércoles, cuando la localidad impuso el confinamiento.
Pero ya antes de la cuarentena total del miércoles las autoridades habían impuesto restricciones que impedían el movimiento de camiones. Eso implica que Yang no pudo obtener a tiempo los componentes para construir sus moldeadoras y tampoco entregar los equipos terminados a muchas fábricas y puertos que estaban en confinamiento.
El empresario dice no saber cuándo podrá reabrir. “Zhangjiagang está en una situación límite”, dice. “Me preocupan las pérdidas, pero no hay otra manera”.
Sin embargo, aunque cada vez son más las ciudades que imponen cierres y restricciones — el jueves pasado se unió a la lista Taiyuan, centro de la industria carbonífera de China—, la rigurosidad de los confinamientos municipales se ha flexibilizado un poco en las últimas semanas. Desde finales de marzo hasta el miércoles pasado, la cantidad de ciudades grandes donde rige una cuarentena estricta se redujo de 14 a tan solo 6, según Gavekal. La participación de la producción económica de China representada por las ciudades en cuarentena se redujo del 14% al 8% en el mismo periodo.
Pekín les ha ordenado a los gobiernos locales que permitan que los camiones lleguen a destino y tomen otras medidas para proteger la economía durante las cuarentenas. La empresa Nio, fabricante de automóviles eléctricos en Hefei, en el centro de China, detuvo el ensamblaje de vehículos el 9 de abril. Hefei no estaba en cuarentena, pero los proveedores de insumos cruciales de Nio son de Shanghai, Jilin y otros lugares que están virtualmente cerrados. El jueves pasado, sin embargo, la empresa había obtenido suficientes autopartes como para reanudar su producción, al menos de manera limitada.
Las penurias de los trabajadores
Muchos trabajadores también la están pasando mal. Los camioneros, por ejemplo, viven en ascuas ante el peligro constante de cuarentenas de varias semanas, durante las cuales no cobran un sueldo pero igual tienen que seguir pagando las cuotas de sus camiones.
Yu Yao, un camionero que transporta verduras y frutas desde la provincia de Shandong a Shanghái, es uno de los muchos choferes chinos que están varados debido a medidas de control de epidemias cada vez más estrictas. Yu quedó atrapado en Shanghai hace más de tres semanas.
El 16 de marzo, Yu llegó a Shanghai con su camión lleno de verduras para entregar en un mercado. Tres días después, todavía estaba en la ciudad cuando las autoridades lo identificaron como contacto estrecho de una persona infectada en el mercado. La policía le ordenó ponerse en cuarentena de inmediato, así que estacionó su camión cerca de una carretera y se quedó esperando.
Ahí está desde entonces. Nadie lo ha ido a buscar para llevarlo a un centro de cuarentena, y tampoco tiene el permiso que actualmente se requiere para conducir un camión en Shanghái durante el confinamiento. Yu y otros cuatro conductores sin permiso de circulación duermen en el piso y comparten el pan desde hace tres semanas.
“No podemos salir de la autopista, porque cada salida está vigilada. Lo único que quiero es volver a casa”, dice Yu. “Hace días que no conseguimos comida suficiente, y el cuerpo no me da más.”
Traducción de Jaime Arrambide
Por Keith Bradsher
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