EE.UU. Por qué el día de las elecciones podría ser solo el inicio de una larga batalla por el poder
WASHINGTON.-El presidente norteamericano Donald Trump sugirió ayer la posibilidad de posponer la elección presidencial para evitar el fraude electoral. Su propuesta fue rechazada inmediatamente por legisladores y desestimada de plano por expertos en derecho, pero dejó planteado el fantasma de una elección reñida que podría tardar semanas e incluso meses en resolverse.
Lo que sigue es un repaso de los peliagudos escenarios que podrían darse y del posible desenlace que podría tener cada uno de ellos:
Atraso en los resultados
Según la Constitución de los Estados Unidos, solo el Congreso tiene la potestad de cambiar la fecha de una elección. Como los demócratas controlan la Cámara de Representantes, es prácticamente imposible de que se apruebe un cambio de fecha.
Pero el uso generalizado del voto por correo debido a la epidemia probablemente genere retrasos significativos en el cómputo de los resultados. En muchos estados, hay votos por correo que llegan incluso después del día de las elecciones.
Los demócratas temen que ese retraso abra la puerta a denuncias de fraude.
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Una fuente de la campaña de Joe Biden dice que el equipo del candidato demócrata está preparándose para un "escenario de pesadilla", en el que Trump se declare ganador el 3 de noviembre basándose en cualquier ventaja en el cómputo de los votos presenciales emitidos en los estados decisivos. Pero los votos por correo de las zonas urbanas densamente pobladas se computarán durante los días siguientes, así que esa ventaja podría desaparecer por obra de lo que los expertos denominan "giro demócrata". El presidente podría entonces denunciar que le robaron la elección.
Judicialización
Los estados tienen una gama de normas y requisitos para los votos por correo o a distancia –coincidencia de firma, requisitos de estampillado, fecha límite de solicitud–, y cualquiera de ellos podría abrir la puerta a la judicialización de la elección, ya sea de parte de los demócratas o de los republicanos, en torno a qué boletas deberían ser computadas y cuáles impugnadas. Las elecciones internas celebradas este año también dejaron al descubierto enormes dificultades para computar a tiempo los votos por correo, ya que las autoridades electorales y las oficinas del correo estaban saturadas.
Los votantes que no puedan remitir sus votos a tiempo por motivos ajenos a su responsabilidad podrían sin embargo perder el derecho al voto. Eso podría terminar en causas judiciales en estados donde la elección se define por un margen estrecho.
Los litigios presentados en estados individuales podrían llegar hasta la Corte Suprema de Estados Unidos, como sucedió en 2000, cuando el republicano George W. Bush derrotó al demócrata Al Gore por apenas 537 votos en Florida luego de que el tribunal supremo, de tendencia conservadora, frenó el recuento.
La corte actual, de mayoría conservadora, por lo general es permisiva con las restricciones para votar. Pero según expertos en derecho, eso no significa necesariamente que la corte decida a favor de Trump en caso de una disputa en torno a los resultados electorales.
Colegio Electoral
Tal vez más preocupante que la judicialización de la elección sería una disputa en el Colegio Electoral, dicen algunos expertos.
En Estados Unidos, el presidente no es elegido por la mayoría del voto popular. Según la Constitución, 538 electores -conocidos como el Colegio Electoral-. determinan el ganador. En la práctica, el candidato que gana el voto popular en cada estado suele obtener el voto de los electores de ese estado, asignados en función del tamaño de la población. El gobernador de cada estado certifica el voto de los electores, que este año tendrá lugar el 14 de diciembre, y lo remite al Congreso para su aprobación.
En su flamante libro, "Will He Go? [¿Se irá?]", Lawrence Douglas, profesor de derecho del Amherst College, plantea un escenario donde en tres estados pendulares -Michigan, Wisconsin y Pennsylvania- el resultado es tan estrechos que ambas partes se adjudican la victoria.
Siempre en ese escenario de anticipación planteado por Douglas, incitadas por Trump, las legislaturas de esos tres estados, controladas por los republicanos, presentan sus propios certificados, que le dan los votos de los electores a Trump, mientras que los gobernadores de los estados demócratas envían certificados separados que le dan los votos a Biden.
En la historia de Estados Unidos ha ocurrido pocas veces que los estados enviaran certificados contrapuestos. El caso más notable ocurrió en 1876, cuando la elección quedó irresuelta durante meses. La disputa recién se zanjó cuando los funcionarios partidarios llegaron a un acuerdo que le dio al republicano Rutherford B. Hayes la presidencia a cambio del retiro de los estados del sur de las tropas estadounidenses remanentes de la Guerra de Civil, una medida que le dio paso a la época de las leyes Jim Crow que propugnaban la segregación racial.
Si me preguntan si nuestro sistema legal constitucional está diseñado para abordar una crisis electoral, la respuesta es que no, de ningún modo
La Corte Suprema dictaminó recientemente que los estados pueden castigar a los "electores infieles" del Colegio Electoral que no votan al candidato que ganó en su estado. Pero en más de una docena de estados no existe ningún tipo de castigo contra los electores infieles.
Según la Ley de recuento Electoral federal, el Congreso es responsable de resolver las disputas en el Colegio Electoral, no la Corte Suprema. Pero según Douglas, la ley es ambigua, y no sería fácil negociar una solución con un Congreso dividido.
"Si me preguntan si nuestro sistema legal constitucional está diseñado para abordar una crisis electoral, la respuesta es que no, de ningún modo", dice Douglas.
¿Militares para escoltarlo hasta la salida?
Los analistas dicen estar más preocupados por el daño permanente que sufrirían las instituciones democráticas si Trump se niega a aceptar la derrota por más que Biden sea declarado ganador.
Las sucesiones pacíficas son un sello distintivo de la democracia estadounidense. El dictamen de la Corte Suprema en el caso Bush vs. Gore no marcó el final de la elección, dice Douglas. Lo que cerró esa elección fue la decisión de Gore de aceptar el fallo de la Corte.
Biden sugirió que los militares tal vez tengan que "escoltar" a Trump para que deje la Casa Blanca si se niega a irse. Quien jure como presidente el 20 de enero estará al mando tanto de las fuerzas armadas como de la sección ejecutiva de las agencias de seguridad, como el Servicio Secreto.
La retórica de Trump también podría hacer que millones de sus simpatizantes se convenzan de que la elección estuvo arreglada, lo que podría generar más disturbios luego de meses de protestas por la desigualdad racial.
"Es un ejemplo más de un presidente que busca deslegitimar el proceso electoral antes de que tenga lugar", dice Justin Levitt, profesor de derecho constitucional en la Universidad Loyola Marymount, en relación al último tuit de Trump. "Es totalmente desestabilizador."
Mark Brewer, un abogado electoral que está ayudando a capacitar a voluntarios de derecho demócratas en Michigan, dice que la mejor manera de evitar una extensa batalla jurídica es que Biden gane por amplio margen.
"Los demócratas tienen que asegurarse de que la elección no sea reñida", dice.
Agencia Reuters
(Traducción de Jaime Arrambide)
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