Los campos de refugiados, el nuevo hogar para dos millones de sirios
Familias enteras cruzan las fronteras de Jordania, el Líbano, Irak, Egipto y Turquía, para escapar de la violencia y en busca de un futuro menos aterrador para sus hijos
Como cuando se repite varias veces una palabra en voz alta y ésta pierde completamente el sentido, lo mismo pasa con la evolución del número de refugiados sirios que llegan día tras día a los países vecinos. Primero fueron 40.000 y desde allí crecieron: 100.000, 800.000 hasta los casi dos millones que hoy registra el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en Jordania, el Líbano, Irak, Egipto y Turquía. Entre ellos, hay un millón de chicos.
Cada uno de esos números representa una historia, una vida. Alguien que lucha por sobrevivir, al tiempo que asiste al agravamiento del conflicto en su país . Mientras el mundo sigue con atención la guerra de Siria, estos millones de personas continúan con sus vidas entre el alivio de haber escapado a la muerte y el dolor de haber dejado atrás sus hogares.
Además de las tradicionales carpas blancas, en el campamento de refugiados de Domiz, Irak, hay casas de ladrillo, escuelas, quioscos, panaderías, un supermercado, cibercafés con computadoras viejas y hasta un salón de belleza. Funciona como una pequeña ciudad de unas 50.000 personas, surgida hace más de un año, en el medio de la nada.
Los desplazados, sobre todo los que llevan varios meses como refugiados, buscan normalizar sus vidas, a pesar del drama. "Se enorgullecen mucho de sus hogares. Esta gente viene de vivir en hogares de clase media en los suburbios y buscan recrear esa vida con lo que tienen", cuenta a LA NACION Wendy Bruere, de la ONG australiana RedR, quien estuvo allí hasta la semana pasada.
Bruere rememora cómo durante los meses que pasó en el lugar, las distintas familias con las que hablaba la invitaban a tomar una taza de té en sus hogares, acorde con las buenas costumbres. "Es un dilema recibir sus regalos, pero hay que tener cuidado de no ofenderlos, es muy importante para ellos."
La capacidad de respuesta de las organizaciones humanitarias es puesta a prueba día tras día. En el último año, la cifra de desplazados se incrementó en un 1900%, en una crisis humanitaria que para la ONU ya es la peor de las últimas décadas.
El mes pasado, luego de la reapertura de la frontera de Sahela, en el norte del país, llegaron a Irak casi 50.000 personas en diez días.
"Los campamentos están superpoblados y proliferan los rumores de trata de personas, contrabando, y denuncias de abuso", cuenta Metin Corabatir, que trabajó para Acnur en Turquía. La situación es particularmente dura para el millón de chicos que cruzaron la frontera. La ONU se refiere a ellos como "una generación potencialmente perdida".
"Hay una generación de chicos que están creciendo en refugios. Muchas de las familias que llegaron tuvieron hijos, hoy hay chicos que han nacido y vivido siempre en un campo de refugiados", dice Jaya Murthy, de Unicef Irak.
Los recién llegados, además, encuentran las instalaciones desbordadas. "Conocí a una familia que acababa de llegar, una mamá soltera con cuatro hijos a los que aún no había podido anotar en la escuela porque no había lugar. Le pregunté a una de las hijas, de 12 años, a qué solía jugar. Me contestó: «Yo no juego»", cuenta Bruere.
Los más vulnerables
Los chicos que están fuera de los campamentos, dispersos en los países receptores, en cambio, están en una posición mucho más vulnerable. Sus familias enfrentan costos muy altos para escolarizarlos, lo que, sumado a las barreras lingüísticas, lleva a que sólo uno de cada diez vaya a la escuela.
El futuro de los desplazados se hace más incierto a medida que se profundiza la crisis en Siria. El presente tampoco es sencillo, sobre todo, porque las condiciones en los países receptores también se deterioran.
"A raíz de la actual crisis política en Egipto, hubo un cambio en las percepciones hacia la comunidad siria", explica a LA NACION Edward Leposky, responsable de Comunicación de la Acnur en ese país. Muchos sirios fueron acusados de participar en las revueltas de las últimas semanas, lo que llevó a detenciones, deportaciones y a un endurecimiento por parte del gobierno.
Cuando se les pregunta sobre un eventual retorno a Siria, las opiniones de los desplazados divergen, aunque, según Bruera, todos comparten el mismo anhelo: "Tener una linda casa en un lugar estable donde puedan vivir y poder mandar a sus hijos a la escuela".
Los números del desarraigo
Las cifras suben a medida que escala la violencia
- 2 millonesde refugiados
Los dos años y medio de guerra civil expulsaron fuera de las fronteras a dos millones de sirios - 740.000 menores de 11 años
La mitad de los desplazados son menores de edad, 740.000 de los cuales tienen menos de 11 años - 50.000 pobladores
El campamento de Domiz, en Irak, ya es una ciudad de 50.000 habitantes
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