Los cambios de Vladimir Putin en la cúpula de seguridad auguran una larga guerra para el Kremlin
En una movida sorpresiva, el presidente ruso reemplazó al ministro de Defensa, Sergei Shoigu, con un economista keynesiano marcando un enfoque renovado hacia la anticorrupción y la eficiencia administrativa en medio de la prolongada crisis ucraniana
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PARÍS.- Apenas investido para un quinto mandato, Vladimir Putin reemplazó este fin de semana al fiel Sergei Shoigu como ministro de Defensa, por un economista keynesiano, Andrei Belousov, quien puso su puesto bajo el signo de la anticorrupción. Pero los peso pesados de Moscú no se alejan: como en un juego de sillas musicales, Shoigu pasó a dirigir el Consejo de Seguridad Nacional, probablemente para preparar al país para una guerra de largo aliento, reemplazando a Nikolai Patrushev, que aún no tiene destino conocido.
Una de las caras de la “operación militar especial” de Putin en Ucrania, Sergei Shoigu se va para quedarse mejor. A los 68 años, el hasta anteayer ministro de Defensa, fiel entre los fieles del presidente y a cargo del Ejército desde hace 12 años, fue dimitido de sus funciones. La estrella de Shoigu había palidecido el año pasado durante la rebelión del jefe de la milicia Wagner, Yevgeny Prigozhin, que lo había cuestionado personalmente.
El nuevo destino de Shoigu permitió a Putin hacer un gesto en favor de su amigo de tantos años asegurándose, al mismo tiempo, la presencia de un hombre de confianza dentro de un órgano fundamental para la guerra. Pero la elección de su reemplazante en el Ministerio de Defensa habla también de la estrategia del jefe del Kremlin para el futuro de Ucrania.
“El presupuesto del Ministerio de Defensa y del bloque de seguridad era hace poco de 3%. Después pasó a 3,4% y recientemente a 6,7%. Ahora, sin embargo, nos acercamos progresivamente a la misma situación de mediados de los años 80, cuando esa parte de los gastos consagrados al presupuesto militar en la economía era del 7,4%. Esto no es crítico, pero es extremadamente importante”, explicó el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov. En otras palabras, el dinero es el nervio de la guerra. Un tercio del presupuesto del país estaría actualmente ligado al esfuerzo de guerra.
“Es necesario poner en orden la situación financiera del ministerio. A partir de ahora, la estrategia militar de las autoridades rusas consiste en minimizar las pérdidas. Para ello, hay que acordar una máxima atención a la logística”, explica por su parte el consultor político Yevgeny Minchenko.
Para numerosos especialistas, Belousov tiene un perfil compatible con la idea de que el Kremlin prevé una larga guerra. Un análisis compartido por el experto en relaciones internacionales Jimmy Rushton: “Putin cree que la victoria en Ucrania exigirá producir más y durante más tiempo que Ucrania y sus aliados occidentales. Se prepara hace tiempo para un conflicto de varios años”, asegura.
Belousov, que seguramente padecerá de una falta de crédito ante los militares, tendrá ahora la misión de hacer la limpieza en el Ministerio de Defensa. En todo caso, nadie lo vio venir. Como su antecesor, ese economista, viceprimer ministro hasta el sábado, no es un militar. Tampoco tiene un pasado conocido en los servicios de seguridad. Pero ese exministro de Desarrollo Económico, y después consejero del Kremlin, adquirió con los años un sitio especial en el reducido círculo de Vladimir Putin.
Un cómplice de la guerra
El nuevo ministro de Defensa tiene la reputación de ser un administrador íntegro y eficaz. Pero también de ser un duro. Como otros, fue sancionado por la Unión Europea (UE) desde el inicio de la “operación militar especial” en Ucrania, en febrero de 2022. En 2014, fue el único integrante del círculo económico del presidente, grupo conocido por ser más bien liberal, que sostuvo la anexión de la península de Crimea.
“Uno de los nombramientos más extravagantes de Putin es la de este economista keynesiano, que arruinará su reputación de liberal”, analiza Andrei Kolesnikov, experto de la Fundación Carnegie, uno de los raros politólogos críticos del Kremlin aún presentes en Moscú.
“Ahora pasará por cómplice de la guerra. Pero es importante para Putin asegurarse que las enormes sumas de dinero gastadas en la guerra no sean robadas”, agrega, aludiendo al escándalo Timour Ivanov. Ese viceministro de Defensa, adjunto de Shoigu, encargado de proyectos de construcción militar, fue recientemente detenido y encarcelado, en espera de una investigación y un proceso por corrupción.
El despampanante tren de vida de Ivanov había sido denunciado en una investigación por el equipo de Alexei Navalny, el más célebre líder opositor, muerto misteriosamente en prisión en febrero pasado. Su arresto confirma indirectamente las luchas de clanes entre “silovikis”, esos hombres fuertes de los servicios de seguridad rusos que, estos últimos años, tomaron el poder tanto político como económico en Moscú.
Unos enfrentamientos suficientemente graves como para hacer planear una seria amenaza sobre el futuro de la “operación especial” del Kremlin en Ucrania. Pues, más allá de los recientes logros militares en el frente, es todo un vasto sistema de malversación de fondos que emerge y podría, como un castillo de cartas, provocar nuevas detenciones.
Esta reestructuración no es, sin embargo, una revolución.
“Se trata simplemente de una reorganización ministerial perfectamente equilibrada en el corazón mismo del sistema “siloviki”. Baste observar que los otros grandes peso pesados del régimen seguirán en sus cargos: Segei Lavrov conserva su puesto de ministro de Relaciones Exteriores; el jefe de Inteligencia Exterior (SVR), Sergei Narychkine, mantendrá sus prerrogativas, al igual que el jefe de los poderosos servicios de seguridad rusos (FSB), Alexandre Bortnikov”, señala Claude Blanchemaison, exembajador francés en Moscú.
El diario basado en Moscú, Moskovski Komsomolets (MK), hace un análisis diferente, y tal vez más básico: “El presidente tiene su propia lógica. Una lógica cuyo sentido se resume en la siguiente idea: en la política rusa y en la vertical del poder de este país, hay una sola persona verdaderamente irremplazable. Ese hombre es Vladimir Putin”.
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