Los cabos sueltos de la relación de EE.UU. con América Latina, un desafío para Joe Biden
CARACAS.- Joe Biden llega hoy a la Casa Blanca con el aval de conocer América Latina gracias a las 16 giras realizadas durante su vicepresidencia con Barack Obama y a una vasta red de contactos. "Reconducir la relación y rebajar tensiones", avizora Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano, que serán los dos objetivos principales del presidente con el resto de la región para la que se le abre una nueva oportunidad.
"Su máxima preocupación será la lucha contra la pandemia y la vacunación y la recuperación económica. No tendrá mucho tiempo ni recursos para la política exterior. Al menos en los primeros seis/nueve meses no espero ninguna sorpresa. Y no creo que la haya ni con Cuba ni Venezuela ni con Nicaragua", resume Malamud horas antes de que Biden decrete, entre su primer paquete de medidas, la suspensión de la construcción del muro con México.
La doctrina Biden está basada en la cooperación internacional y el multilateralismo, un giro copernicano respecto a Donald Trump. Un reto mayúsculo para dialogar en un continente donde diariamente "se desafían los principios fundamentales de su enfoque: democracia, derechos humanos y estado de derecho", precisa Cynthia Arnson, directora del programa latinoamericano del Woodrow Wilson International Center de Washington.
Biden ofrecerá ser un socio, aunque uno que llegará con una lista de temas y exigencias en áreas como los derechos humanos o el cambio climático que seguramente traerá fricciones con varios gobiernos. Todos los colaboradores de Biden que estarán al frente del vínculo con la región son veteranos de Washington, o llevan muchos años trabajando con el ahora presidente.
"Este año la IX Cumbre de las Américas se celebrará en EEUU y para entonces ya debería estar diseñada la política hemisférica de la nueva Administración. El nombramiento del colombiano Juan Sebastián González como responsable del área en el Consejo de Seguridad Nacional es una indicación de que se seguirán las líneas maestras diseñadas en su día por Obama. Si bien cambiará la forma y el tono de la relación, el fondo permanecerá prácticamente igual, salvo ajustes menores", añade Malamud.
Frontera, emigración, Venezuela, Cuba, narcotráfico y la influencia creciente de China y Rusia marcan en rojo la agenda de Biden, que debe buscar nuevos aliados en la región, una tarea nada fácil. Los hay que ya han comenzado mal (JairBolsonaro y Andrés Manuel López Obrador), también los que están de salida (Sebastián Piñera, el mandatario al que mejor conoce Biden, y Lenín Moreno) y los que despiertan dudas. Eso puede llegar a abrir una oportunidad a Alberto Fernández, que ha hecho esfuerzos por arrancar el vínculo con la nueva administración con el pie derecho. Pero en Washington miran con enorme desconfianza a Cristina Kirchner, y advierten que si interfiere en la política exterior puede llegar a entorpecer la relación bilateral.
La relación con México (y sus 3000 kilómetros de frontera) seguirá siendo clave. "Es previsible que habrán importantes desencuentros entre ambos gobiernos, pero tratarán de ser resueltos a través de mecanismos diplomáticos. Veo a López Obrador ajustándose retóricamente para no llamar mucho la atención de Biden y preservar su proyecto, así que hasta donde le convenga apoyará los esfuerzos para desarrollar un plan que atienda la pésima situación económica, institucional y de seguridad en el sur de México y los países de Centroamérica", subraya el internacionalista Mariano de Alba.
Ayuda para América Central
Biden tiene preparado un paquete de 4000 millones para América Central, sacudida por la pandemia y los huracanes. Atacar directamente "los factores que motivan la emigración" y de paso frenar el efecto llamada que ya se vive estos días en la zona, con la caravana de miles de emigrantes en Guatemala. "La frontera no se va a abrir", han dejado claro sus asesores, quienes atisban que esta será una de las primeras crisis internacionales que enfrentar.
La campaña de vacunación medirá el tamaño y la influencia de la nueva administración, olvidados ya los tiempos en que Estados Unidos era el "país indispensable".
"La geopolítica de la vacuna se encona día a día, fiel reflejo del enfrentamiento que opone a Estados Unidos con China, sin olvidarnos de Rusia. La diplomacia de la vacuna es una vía de reforzar el poder de los grandes actores internacionales y América Latina no es una excepción. Estados Unidos debería incrementar su cooperación con la región para disminuir la importancia de la ayuda e influencia de China y Rusia", sostiene Malamud.
El otro gran reto para Biden es Venezuela, cuyo gobierno ya le ha dado la "bienvenida" ordenando la detención de diputados opositores. En las últimas horas se ha producido la toma de postura de Anthony Blinken, próximo secretario de Estado, quien ha adelantado que seguirán reconociendo a Juan Guaidó como presidente encargado.
Biden ha dejado muy claro que no cree en la "máxima presión" de Trump contra Maduro, al que Blinken ha vuelto a definir como un "brutal dictador". Los demócratas apostarán por calibrar las sanciones para que golpeen con más eficacia a los jerarcas chavistas y más adelante se concretará si participan en diálogos con el chavismo. Los acuerdos con Europa y con actores regionales buscará unas elecciones democráticas que hoy son una gran utopía.
La realidad es que no hay fórmula mágica para tratar a Caracas, más allá de apoyar a Colombia y a los otros países de acogida de la diáspora venezolana. "La premisa será mitigar los efectos de la oleada migratoria a través de la cooperación. Por eso el nombramiento de Samantha Powers es tan significativo dada su experiencia en la ONU", precisa María Puerta Riera, profesora de gobierno americano en Florida, quien también apuesta por un nuevo impulso para el Grupo de Lima.
Con respecto a Cuba, Biden esperará que el gobierno de Miguel Díaz-Canel mueva ficha, aunque se cree que eliminará sanciones como la prohibición del envío de remesas, en un un guiño a la sociedad civil. Retomar la política de deshielo de Obama está todavía muy lejos para Washington.
Con la colaboración de Rafael Mathus Ruiz
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